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Cumbre del Clima

Lo que se traga el mar no se queda en el mar: lo ahoga

Los científicos dan un plazo de diez años para evitar daños irreparables

El mar se ha convertido en el gran vertedero del planeta. Desde la revolución industrial se ha pensado que el mar se lo traga todo –desde basura a plásticos, desde metales pesados a vertidos nucleares–, que la pesca es inagotable y que determinadas prácticas como la pesca ilegal, la sobreexplotación o el arrastre de los fondos no provoca estragos. También parecía inmune al calentamiento.

Las evidencias científicas demuestran lo contrario: la destrucción de los fondos marinos ha llegado antes que el ojo humano. Los efectos del cambio climático son devastadores e incluso acuciantes teniendo en cuenta que tres cuartas partes del planeta Tierra están cubiertas por agua y sin esta no hay vida.

Sin falsos alarmismos, científicos, instituciones, expertos y activistas coinciden en que tenemos solo 10 años para revertir la situación de destrucción de los océanos. La cuenta atrás está en marcha.

La cifra

3  metros subirá el nivel del mar en 100 años. El aumento de las temperaturas y el deshielo provocan una subida del nivel del mar que roza los tres milímetros por año. A ese ritmo, en 100 años habrá subido 3 metros, con lo que muchas zonas costeras desaparecerán sin remedio.

Las conclusiones del último Informe especial sobre el océano y la criosfera –parte de la Tierra donde el agua está en estado sólido– en un clima en cambio (SROCC, por sus siglas en inglés) presentado en septiembre por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPPC) de la Organización de Naciones Onidas (ONU) son dramáticas. El deshielo de los casquetes polares está provocando “un aumento acelerado del nivel de mar que pone en riesgo a millones de personas que viven en las zonas costeras”. Si el calentamiento global supera los 3 °C de media anual, el nivel del mar podría crecer hasta un metro en 2100.

Los polos son una de las zonas críticas del planeta y donde el cambio climático “tiene mayor impacto, especialmente en el casquete ártico; por su propia dinámica son muy dependientes y sensibles al incremento de la temperatura”, explica Pilar Marcos, bióloga marina y experta en océanos de Greenpeace.

“Estamos perdiendo la sombrilla y el aire acondicionado del planeta. A mayor temperatura, más deshielo y menos sistema de refrigeración natural del planeta”, advierte.

Es hora de actuar

El IPPC urge a “limitar el calentamiento global a 1,5 °C, lo cual requiere cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes”; pero incluso si se lograra esa meta, se estima que “se perderá hasta el 90% de los arrecifes de coral de aguas cálidas”.

“Estos suponen un germen de vida y de biodiversidad; al igual que los bosques submarinos que proporcionan barreras naturales contra la subida del nivel del mar, son una fuente de proteínas y de pesca”, apunta Marcos.

El calor a causa de las emisiones de dióxido de carbono “provoca una acidificación de las aguas de los océanos que amenaza la vida marina y los ecosistemas”, advierte la ONU.

Más datos. Desde el IPPC se alerta de “un deshielo generalizado del permafrost –la capa de suelo permanentemente congelado– durante este siglo y años después que libere entre 1.460 y 1.600 gigatoneladas de gases de efecto invernadero, equivalentes a casi el doble del carbono que se encuentra en la atmósfera”. A finales del siglo XXI, la frecuencia de las olas de calor marinas podría multiplicarse por 50 –con aumentos de temperatura de entre 3 °C y 4 °C– en comparación con finales del siglo XIX”.

El IPPC señala que “ha llegado el momento de actuar ya”, pero “falta un plan de acción para la protección de los bosques azules, mares y costas; es fundamental que esté en los acuerdos de la cumbre del clima” (COP25), que se celebra en Madrid, apremia Ricardo Aguilar, director de investigación y expediciones de Oceana en Europa.

“Los ecosistemas marinos fijan mejor el CO2, es entre 10 y 50 veces más eficiente que en los ecosistemas terrestres; hay 20 veces más carbono fijado en las océanos que en la superficie terrestre y 50 veces más que en la atmósfera”, explica Aguilar.

El portavoz de Oceana critica los acuerdos de mínimos: “Son un paso, pero no producen resultados. La reducción de emisiones es insuficiente. El objetivo de la ONU de proteger el 10% de la Tierra que se tenía que haber alcanzado es insuficiente y no se va a lograr”.

De hecho, existe “un número creciente de zonas muertas, las dead zones, donde un cúmulo de disparates –desde la acumulación de contaminantes, combinado con otras actividades nefastas– comprometen la vida del océano. El caso del mar Menor ilustra muy bien esta situación y la irresponsabilidad de políticos que solo practican el clientelismo a corto plazo sin preocuparse por el mañana”, denuncia Rémi Parmentier, secretario de la iniciativa Becaue the ocean.

Aguilar señala que es imprescindible reducir las emisiones de CO2 en el mar: “Es un elemento líquido y se tarda más en calentar, pero también en enfriar. Aunque consiguiéramos eliminar las emisiones de CO2, el mar seguiría calentándose durante cinco siglos por el tamaño tan grande de la masa de agua”. No solo se calientan las aguas más superficiales, sino también las más profundas, hasta las que están a más de un kilómetro bajo el mar.

Las señales de alarma, en cifras

Plásticos. El 80% de los plásticos que se encuentran en los océanos proceden de la tierra.

Descomposición. Una botella de plástico tarda en descomponerse 500 años. En apenas 40 años, la producción de plásticos ha aumentado un 900% en relación a 1980 y mucha va al mar.

Especies. El 33% de las especies marinas están siendo explotadas a niveles insostenibles, según datos de la FAO.

Extinción. El 60% de las especies marinas han alcanzado el límite de explotación y están en peligro de extinción.

Nivel del mar. El aumento del agua roza los 3 mm por año. A ese ritmo, en cien años el nivel del mar habrá subido 3 metros, muchas zonas costeras desaparecerán.

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