Una transición energética que incluya a todos
La provisión mundial de fuentes renovables es un reto que requiere el apoyo de Gobiernos, empresas y consumidores
La transición energética será justa o no será. Este es el lema que bien podría resumir el séptimo objetivo de desarrollo sostenible del que se ha dotado Naciones Unidas (ONU) en el marco de su Agenda para 2030, y que hace referencia a la necesidad de proveer energía no contaminante, sí, pero también asequible.
Si bien es cierto que el número de personas sin acceso a la electricidad en el mundo se redujo de los 1.200 millones que había en 2010 a los 840 millones en 2017, según datos de la organización, mucho queda por hacer para que 3.000 millones de individuos tengan a mano combustibles y tecnologías sin emisiones de efecto invernadero y seguros para cocinar, mejorar la electrificación de determinados países y ampliar el uso de las energías renovables más allá del sector eléctrico. Un desafío en el que el esfuerzo de todos los países y de todas sus empresas cuenta.
En su último Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la ONU destaca que en 2017 la proporción de la población mundial que tiene acceso a la energía eléctrica alcanzó el 89%, el mayor nivel jamás registrado. La gran parte de los excluidos, sin embargo, se concentra en el África subsahariana, donde todavía 573 millones de personas no pueden contar con este servicio. El organismo apuntó también a otra brecha sangrante, la que existe entre las ciudades y el campo. Globalmente, la red eléctrica llegaba al 97% de las zonas urbanas pero solo al 78% de las áreas rurales. “Esto significa que el 87% de las personas que no disponen de energía eléctrica viven en el campo”, reza el informe.
Otros programas que cumplen
Aire limpio. Toda la energía contratada por Enaire, la empresa del grupo Fomento que gestiona la navegación aérea de España, es de origen renovable, lo que supone un ahorro acumulado desde 2015 de unas 66.000 toneladas de CO2. Su centro de control en Canarias, además, dispone de un aerogenerador que suministra el 40% de la energía y está abordando la construcción de instalaciones fotovoltaicas para autoconsumo en otros dos. En los últimos dos años, Enaire ha adquirido 25 vehículos híbridos y eléctricos y ha implantado puntos de recarga en las cinco regiones que gestiona.
Grandes consumidores. En el sector de cuidados sanitarios son conscientes de que los hospitales son edificios de enorme y constante consumo energético. Es por ello que el grupo hospitalario Quirónsalud dispone de seis hospitales con instalaciones de generación de energía solar térmica y fotovoltaica y otros dos de generación de energía térmica mediante microcogeneración.
Dentro y fuera. CaixaBank contribuye al séptimo objetivo de desarrollo sostenible tanto como proveedor de financiación como en su gestión interna. Desde la entidad subrayan que la financiación de renovables alcanzó en 2018 los 645 millones de euros, para 12 proyectos con 5.216 MW de potencia instalada, equivalente a toda la renovable de Castilla-La Mancha, y que el 81% de su cartera de energía se corresponde a renovables. Además, el 99,4% de la energía que gasta es de origen renovable y ha podido reducir el consumo un 5,2% en el último año.
El hecho, además, de que el 39% de la población mundial no puede utilizar combustibles y tecnologías no contaminantes siquiera para cocinar no es anodino, ya que es la causa de casi cuatro millones de muertes prematuras cada año, según la ONU. Una vez más, África subsahariana es la región con el peor desempeño en este ámbito, puesto que, en algunos de los países que la conforman, menos de una persona de cada diez dispone de ellos.
Pero ¿qué nivel de penetración ha logrado la energía renovable? Globalmente, su consumo ha pasado del 16,5% en 2010 al 17,5% en 2016. De esta proporción, la energía renovable moderna contribuye por 10,2 puntos porcentuales (eran 8,6 hace nueve años). Los restantes 7,3 puntos corresponden al uso tradicional e ineficiente de la biomasa sólida, como la combustión de madera, carbón u otra materia orgánica, por hogares de bajos ingresos, e incluye el consumo en el sector residencial de los países en desarrollo.
Más tecnologías limpias
Las cifras
840 millones de personas no tienen acceso a la energía eléctrica. De ellos, el 87% vive en zonas rurales y 573 millones en el África subsahariana.
2,3% de eficiencia energética anual en cinco años se alcanzó gracias a una reducción del suministro de energía necesario por cada unidad de PIB.
Gracias a la reducción de sus costes y al apoyo de las Administraciones públicas, la eólica y la solar han vivido en los últimos años una rápida expansión.
La consecuencia es que es en la energía eléctrica donde más presencia y crecimiento tienen las renovables. Su aportación al consumo por uso final de electricidad pasó del 19,8% en 2010 al 24% en 2016. No obstante, la ONU advierte de que la energía eléctrica apenas representa el 20% del consumo final de la energía.
El 80% restante se concentra en la calefacción y el transporte, sectores en los que las fuentes limpias modernas solo representan el 9% y el 3,3%, respectivamente. En estos dos ámbitos, “la atención de las políticas deberá enfocarse más en el despliegue de las renovables modernas”, se lee en el documento.
Otro dato relevante es, en 2016, la reducción en un 2,5% de la intensidad energética primaria, es decir, el suministro de energía necesario por cada unidad del PIB. Lo que se traduce en una tasa anual de mejora de la eficiencia energética del 2,3% entre 2010 y 2016, mientras que en las dos décadas anteriores había sido apenas del 1,3%. Pese a ello, la organización denuncia que este dato “no alcanza la meta de al menos el 2,7%”, por lo que “los Gobiernos tendrán que elevar sus aspiraciones en materia de eficiencia energética”.
Pese a que haya empresas cuyos negocios están más directamente vinculados con el sector energético, desde la ONU subrayan que todas pueden aportar su granito de arena en este objetivo. Por ello, tienen que invertir en fuentes de energía limpia, apostar por tecnologías que reduzcan el consumo de electricidad en sus edificios, buscar una mayor eficiencia energética y realizar proyectos que constituyan una clara contribución al perseguimiento de este objetivo, que es lograr un mundo en el que se utilice solo energía no contaminante. Sin dejar a nadie atrás.
Eléctricas y petroleras se vuelcan
Como es lógico esperar, las empresas que más se involucran en el cumplimiento del objetivo de desarrollo sostenible de Naciones Unidas por una energía asequible y no contaminante son las grandes energéticas. Los ejemplos no faltan.
Desde 2014, Iberdrola –que, con 29.000 millones de inversión en proyectos renovables y redes entre 2018 y 2022, apuesta por un modelo descarbonizado– ha contribuido a que más de 5,4 millones de personas se beneficien del acceso a la electricidad con proyectos de energía sostenible, llevados a cabo en distintos países de Latinoamérica y África. Enmarcadas en el programa Electricidad para todos, estas acciones alcanzaron ya en 2018 su objetivo para 2020, de tal forma que Iberdrola se ha comprometido a llegar a 16 millones de beneficiados en 2030, entre Brasil y México.
En EDP, más allá de la potencia hidráulica con la que cuenta desde hace más de un siglo, se incorpora la energía solar distribuida, que favorece el autoconsumo entre sus clientes. El ahorro derivado de la actividad en España de sus servicios de eficiencia, además, superan ya los 20.000 MWh, lo que evita la emisión de más de 5.000 toneladas de CO2. Desde la compañía subrayan también su apuesta por la movilidad sostenible, con el despliegue de 120 cargadores de vehículos eléctricos en siete autonomías.
En este reto, Endesa no se queda atrás, y en 2018 subió un 19% los acuerdos contra la pobreza energética, pasando de 229 en 2017 a 272. A través de convenios con las instituciones públicas, se han beneficiado unos 110.000 clientes en situación de vulnerabilidad. Programas para voluntarios que trabajan con hogares que padecen pobreza energética, de formación en optimización de la factura para técnicos de servicios sociales y de formación profesional en el sector eléctrico para personas en riesgo de exclusión completan sus acciones.
La petrolera Repsol (que estableció inversiones por 2.500 millones de euros entre 2018 y 2020 en negocios de bajas emisiones) cuenta, entre otras iniciativas, con cinco proyectos de renovables en marcha: dos eólicos en Aragón y Castilla y León, un parque fotovoltaico en Andalucía y otro proyecto en Badajoz, y el primer parque eólico flotante semisumergible del mundo, en Viana do Castelo (Portugal).