Vulnerabilidad financiera e inversión empresarial
Es fundamental vigilar que la deuda de las empresas no alcance cotas excesivas para evitar amplificar el impacto de una potencial crisis
El último informe de estabilidad financiera del FMI ha vuelto a advertir del riesgo que supone para una economía que sus empresas sean vulnerables desde el punto de vista financiero como consecuencia de la combinación de baja rentabilidad y elevado endeudamiento. Cuando el beneficio de una empresa es insuficiente para pagar sus costes financieros, su deuda puede calificarse de arriesgada, lo que además de impedirle acometer proyectos de inversión, puede poner en peligro a sus acreedores. Si esa situación se cronifica en el tiempo, la empresa es como un zombi que se mantiene viva artificialmente en el mercado gracias al excepcional entorno de bajos tipos de interés que han creado las políticas monetarias ultraexpansivas de los últimos años. Pero de zombi (“muerto reanimado”, según la Real Academia Española) se puede pasar a muerto si el ciclo económico y la rentabilidad se deterioran y se endurecen las condiciones en el acceso a la financiación.
El informe del FMI incluye a España entre los países que analiza a la hora de destacar la vulnerabilidad de las empresas. Para España, el FMI muestra que la deuda en riesgo llegó a alcanzar casi el 40% en 2009, y que desde entonces ha caído con intensidad hasta situarse en el 25% en 2019, valor este último inferior al del Reino Unido (32%) y EE UU (36%). Aunque es positivo que ese porcentaje haya caído 14 puntos en los últimos diez años, un 25% de deuda en riesgo es una cantidad todavía muy grande: 221.000 millones de euros, casi el 18% del PIB.
En el caso concreto de España, el informe recién difundido por la Fundación BBVA y el Ivie y que lleva por título Condiciones financieras de las empresas españolas: efectos sobre la inversión y la productividad muestra una evolución similar de la deuda en riesgo. Con una perspectiva de más largo plazo que la que adopta el FMI, el estudio muestra que la combinación de un elevado endeudamiento, junto con el estallido de la crisis en 2007, situó la deuda en riesgo de las empresas españolas en niveles preocupantes. Pero el intenso desapalancamiento posterior coloca en la actualidad la ratio deuda empresarial/PIB 4,4 puntos por debajo de la media de la eurozona, lo que es una muy buena noticia. Gracias a ese esfuerzo, ha mejorado y mucho la salud financiera de las empresas. Si en 2007 las empresas españolas destinaban al servicio de la deuda (intereses y amortización del principal) el 72% de sus beneficios, en 2018 el porcentaje ha caído a menos de la mitad (33%).
El informe de la Fundación BBVA muestra la importancia que las condiciones financieras tienen a la hora de explicar la inversión de las empresas. Así, si se clasifican las empresas en tres grupos según el grado de restricción financiera, la tasa de inversión de las que no están restringidas en 2017 era 6,1 puntos superior al de las que están relativamente restringidas, y la diferencia aumenta a 9 puntos con respecto a las absolutamente restringidas. Además, las tres cuartas partes de las empresas cuya inversión neta es negativa (la inversión bruta no es suficiente para cubrir el deterioro del activo) presentan algún tipo de restricción financiera.
La preocupación del FMI es el impacto que un deterioro en el contexto macroeconómico podría tener sobre esa deuda en riesgo, teniendo en cuenta las incertidumbres que ahora mismo hay en muchos frentes a nivel mundial con diversos riesgos geopolíticos y que impactan negativamente en la rentabilidad de las empresas. En un escenario adverso, en España la deuda en riesgo aumentaría hasta el 38% en 2021, por encima de los niveles de Francia, Italia, Alemania y Japón, y solo ligeramente por debajo de EE UU y el Reino Unido. China es la economía que sale peor parada al estimarse una deuda en riesgo del 46%.
En consecuencia, es muy importante vigilar estrechamente que la deuda empresarial no alcance cotas excesivas, para evitar amplificar el impacto negativo de una potencial crisis. El consuelo es que se anticipa un escenario de tipos muy reducidos en los próximos años a tenor de las últimas decisiones del BCE. Pero no hay que bajar la guardia ya que en la vulnerabilidad financiera también influye la rentabilidad de las empresas, que se reducirá si se intensifica la desaceleración económica.
El FMI también señala claramente la conexión que existe entre la deuda en riesgo y la salud del sistema financiero y, por tanto, la estabilidad financiera. Dada esta estrecha relación, es importante establecer sistemas de alerta macroprudenciales e instrumentos que hagan frente a los riesgos sistémicos (como es el caso de los colchones anticíclicos de capital), y vigilar estrechamente la exposición de las instituciones financieras a las empresas vulnerables.
Un indicador que puede dar pistas de esa exposición es la tasa de refinanciación/reestructuración del crédito bancario. Esa tasa ha caído con intensidad en los últimos años en España, hasta situarse en el 5,4% del crédito. No obstante, para el total de las exposiciones (no solo crédito), si bien el diferencial con la Unión Europea se ha reducido, la tasa en junio de 2019 en España (3,4%) supera a la del promedio de la UE (1,9%), por lo que es conveniente que siga disminuyendo en los próximos años. De esa forma se previene que una parte de los recursos financieros queden aparcados en empresas con problemas de viabilidad en detrimento de proyectos de inversión rentables y productivos.
Joaquín Maudos es Catedrático de economía de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del Cunef