Normativa PSD2: cuestión de abrirse o morir
Es el precio que las entidades tradicionales deben pagar para sobrevivir frente a los neobancos
A comienzos de los años 2000, asistimos al fulgurante auge de las nuevas tecnologías. Música, prensa, turismo…; internet ha transformado radicalmente sectores enteros de nuestra economía obligando a los actores históricos a rediseñar sus modelos de negocio para sobrevivir. La llegada de PayPal a Europa, en esa misma época, supuso también el comienzo de una nueva revolución en el sector bancario y financiero.
En 2009, debido al rápido desarrollo de los nuevos servicios de pago, la Comisión Europea, la Autoridad Bancaria Europea y sus órganos consultivos publicaron la primera directiva PSD1. Supuso una mayor oferta de servicios para el consumidor y un contexto más estructurado para los nuevos actores que se incorporaban en este mercado. ¿Objetivo? Permitir pagos más rápidos y sencillos, incrementando a la vez la seguridad de las transacciones para los consumidores.
Mientras seguía desarrollándose la actividad de pago con el rápido incremento de los pagos móviles o por banca electrónica, la Comisión Europea revisó la PSD1 inicial y convino que era esencial introducir mejoras y puntualizaciones para una mayor protección de los clientes, apoyando al mismo tiempo las innovaciones. Consiguientemente, publicó la PSD2 el 13 de enero de 2018.
El pasado 14 de septiembre, la directiva de la Comisión Europea entró en vigor, obligando a los bancos y entidades financieras de la Unión Europea a adoptar el open banking. Esto significa que los actores bancarios y financieros deben abrir sus datos internos a otros actores del ecosistema, con el consentimiento del consumidor, por supuesto. Por tanto, se está operando una recomposición profunda de los ecosistemas bancarios y financieros, así como de su negocio.
La palabra open está de moda en el sector de los servicios financieros: open data, open API, open banking… Se refiere principalmente a la capacidad de las empresas de exponer sus servicios y datos al mundo exterior de manera que terceros externos, incluso competidores, puedan utilizar esos servicios para aportar valor añadido a sus clientes. Esta tendencia ha sido posible gracias a la evolución tecnológica y al desarrollo de las API (Application Programming Interfaces). Las empresas interconectadas mediante API abiertas forman un nuevo conjunto cuyo objetivo es ofrecer la mejor experiencia de cliente posible, combinando servicios procedentes de varias empresas.
El open banking es también una tendencia de fondo, impulsada por las necesidades crecientes y cambiantes de los clientes, la competencia directa de los gigantes de la web, los nuevos servicios que posibilitan las fintech y la llegada de los neobancos, a lo que se suman las normativas que exigen a los actores históricos a abrir sus datos, respetando las reglas de protección de los usuarios.
Se puede afirmar que el sector bancario pasa por una de sus mayores transformaciones, resultado principalmente de la digitalización del sector. El sector bancario y financiero –igual que la industria del ocio, los medios de comunicación y el comercio– ha quedado completamente transfigurado. Ahora, los bancos no solo deben abrir sus servicios, sino que deben construir sus propios ecosistemas digitales. Es la llegada del open banking.
Esta transformación obliga a los bancos a revisar sus modelos de negocio y a pasar de la elaboración de soluciones financieras genéricas end-to-end a la creación de servicios financieros adaptados a las necesidades de los clientes. La distribución tradicional centrada en el producto debería orientarse hacia un posicionamiento de servicios de alto valor añadido focalizado en el cliente, con una visión financiera global e integrando servicios de otros sectores. Esto solo se puede conseguir creando un ecosistema de API abiertas, un win-win para todas las partes implicadas.
La creación de ecosistemas abiertos es una oportunidad. En primer lugar, para los bancos que, aunque la crisis financiera les haya afectado duramente, siguen siendo considerados como actores de confianza capaces de garantizar la seguridad financiera de sus clientes. Pero también para el cliente que, gracias a una mayor competencia, dispone de una mayor oferta de servicios con unos costes reducidos.
En conclusión, al permitir la creación de ecosistemas abiertos y colaborativos, PSD2 convierte el open banking en una realidad. De ahora en adelante, los bancos deben adaptar la arquitectura de sus sistemas de información internos y no limitarse a lo estrictamente necesario (es decir, iniciación de pagos y
agregación de cuenta) exigido por los reguladores. Deben empezar a abrir sus carteras de productos y servicios a los actores externos. Es el precio que los bancos tradicionales deben pagar para sobrevivir frente a los nacientes neobancos y a la competencia de los gigantes digitales, que también están desplegando servicios digitales innovadores.
Guillaume Blot / Eric Horesnyi son Director de innovación digital y vicepresidente ejecutivo de Sopra Banking Software / Director general de ‘API & integration’ de Axway