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El modelo de Patagonia para ser una empresa más sostenible

La marca es una de las empresas textiles con una mejor puntuación en B Corp

Interior de la tienda de Patagonia en Berlín.
Interior de la tienda de Patagonia en Berlín.

Hay empresas que lo tienen claro desde el primer momento, otras que se limitan a sumarse a las tendencias. Patagonia pertenece al primer grupo. La emergencia climática se ha abierto camino en la agenda pública este año. Impulsada gracias a las huelgas mundiales de la juventud por el clima y a figuras como Greta Thunberg, entre otros, la sostenibilidad está hoy en boca de todos. Pero aunque es complicado encontrar una marca que no le dedique su apartado de responsabilidad social corporativa a la materia, la moda es la segunda industria más contaminante del planeta.

El director general de Patagonia para EMEA, Ryan Gellert, celebra que el debate que se ha generado alrededor del medioambiente haya repercutido en un cambio en la industria. “Las marcas estamos asumiendo una mayor responsabilidad sobre nuestra huella en el entorno, va mucho más allá de la tendencia, se ha vuelto parte de la normalidad”, comenta. No obstante, critica que, en ocasiones, se utilice solo como una estrategia de marketing y, sobre todo, que no se avance más rápido. “En 1996 empezamos a usar algodón 100% orgánico, en ese momento solo el 1% del algodón que se producía en el mundo lo era. Un cuarto de siglo después sigue siéndolo solo una pequeña parte. Esto ilustra la necesidad de dejar de hablar sobre el efecto que tienen nuestras actuaciones y pasar a la acción proponiendo soluciones escalables que puedan generar un impacto real”, continúa.

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Patagonia nació hace 46 años apostando por proteger los lugares salvajes y reducir al máximo su huella medioambiental y, a partir de los años 80, donan el 1% de sus beneficios a pequeñas asociaciones que luchan por preservar las condiciones del suelo, el agua y el aire. Desde entonces, la salud del planeta ha empeorado a más velocidad de lo que contemplaron la mayoría de los expertos. Un hecho que ha llevado a la marca a desarrollar el lema We are in business to save our home planet (Estamos en el negocio para salvar nuestro planeta); la idea es emplear todos los elementos que conforman la organización como herramientas para concienciar y generar un impacto positivo.

Esta carrera pasa por alargar al máximo la vida útil de sus prendas, ya que mantenerlas en uso durante nueve meses más puede reducir la huella de carbono entre un 20% y un 30%. Para ello siguen dos vías: ofrecer facilidades para reparar los productos –algunos incluso gratuitamente– y apostar por materiales de la mejor calidad posible. Esta filosofía les ha hecho posicionarse como una de las empresas del sector textil con mayor puntuación en el certificado B Corp –151,5 puntos sobre 200­­–. El título acredita a las compañías que buscan crear beneficios en su entorno más allá de la mera rentabilidad económica y solo han conseguido cumplir los requisitos para ello el 5% de las que lo han solicitado. La credencial mide desde la relación con los clientes al trato que reciben los trabajadores, aunque es en el ámbito medioambiental donde la marca destaca especialmente: figura como una de las empresas más sostenibles del mundo desde 2012, y desde 2017, lo hace de manera consecutiva.

La toma de conciencia sobre el impacto de la actividad empresarial no está reñida con la rentabilidad económica, sino todo lo contrario. “Nuestros compromisos nos han hecho entender más profundamente el funcionamiento de nuestra cadena de suministro, optimizar nuestros recursos y protegernos frente a un futuro en el que habrá menos materiales vírgenes”, justifica Gellert.

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