No hay inversión sin riesgo
En la era de tipos bajos ser conservador con nuestro ahorro no nos va a dar grandes rentabilidades. Arriesgar con nuestras inversiones es la clave para cumplir nuestros objetivos.
Aspirar a conseguir la máxima rentabilidad posible sin asumir riesgo puede que sea uno de los mayores sueños de cualquier inversor. Una misión prácticamente imposible y más en los tiempos que corren.
Que las políticas expansivas de los bancos centrales han cambiado las reglas del juego es algo innegable. Los mínimos históricos con los que los tipos de interés se llevan moviendo durante años -y previsiblemente seguirán haciéndolo, al menos, a medio plazo- están haciendo que los ahorradores que apuestan por los productos más conservadores apenas vean crecer su dinero.
Por ejemplo, un ahorrador español que tenga actualmente su dinero en una cuenta corriente está obteniendo -de media y según datos del Banco de España correspondientes al mes de julio- una rentabilidad del 0,03%. Si deja sus ahorros en un depósito a plazo hasta 1 año, la remuneración que obtiene es prácticamente la misma, un 0,04% -un 0,30% en la zona euro-, y se eleva algo más, hasta un 0,16%, si se trata de un depósito a plazo a más de dos años -un 0,80% en la zona euro-. Unas rentabilidades bastante reducidas que se alejan del 0,63% que ofrecía en 2007 una cuenta corriente en España -un 1,10% en la zona euro- y del 3,8% de los depósitos a plazo hasta 1 año.
Sin embargo, esta caída de la rentabilidad no ha hecho que estos productos sean menos atractivos a ojos del consumidor. El número de ahorradores españoles que apuestan por los depósitos y las cuentas corrientes para dejar su dinero ha ido creciendo en los últimos años, hasta marcar récord. Aunque la cifra se ha reducido ligeramente en julio, son más de 830.000 millones de euros los que los hogares y las ISFLSH (instituciones sin ánimo de lucro al servicio de los hogares) tienen depositados en cuentas y depósitos, un 6% más que en julio del año pasado.
¿Por qué apostamos por los productos más conservadores que apenas nos dan rentabilidad?
Una pregunta cuya respuesta tiene mucho que ver con nuestras emociones y con cómo nos dejamos llevar por las experiencias del pasado y por las noticias -a veces inesperadas- que impactan en los índices bursátiles, lo que nos lleva a tomar malas decisiones de inversión.
Y es que, la incertidumbre derivada de la guerra comercial, el temor a un Brexit duro o el miedo a una desaceleración económica han hecho que cunda el pánico entre muchos inversores, que han optado por salirse del mercado o, en su defecto, por apostar por los productos más conservadores, como acabamos de ver, o por invertir en renta fija.
2018 fue un mal año para la bolsa a nivel global y, aunque en 2019 firmamos uno de los mejores arranques de ejercicio de la historia en los mercados, y en lo que va de año prácticamente todos los índices acumulan importantes subidas, los inversores siguen apostando por los activos conocidos como más seguros, como la deuda. Este incremento de la demanda ha hecho que el precio de los bonos se incremente y que su rentabilidad caiga, llegando, en muchos casos, a estar en terreno negativo. De hecho, en la actualidad, ya hay más de 13 billones de dólares de deuda cotizando en todo el mundo con rentabilidad negativo, es decir, el inversor está pagando por prestar su dinero.
Como recuerda el director de inversiones de Abante, Ángel Olea, prácticamente todos los bonos de gobierno, en todos sus plazos, te dan una rentabilidad real negativa, lo que quiere decir que, si los mantienes a vencimiento, pierdes dinero. Por ello, para conseguir algo de rentabilidad en renta fija, hay que irse al bono estadounidense y asumir el riesgo de la divisa. “Si queremos cubrir ese riesgo, al final nos comemos toda la rentabilidad que ganamos: cubrirte con el dólar te quita un 2,5% de rentabilidad. Otra opción es comprar deuda británica o de Italia -cuyas rentabilidades siguen en positivo-, pero en esos casos estás asumiendo otros riesgos, Brexit o política italiana”, destaca.
Esta situación está haciendo que cada vez se hable más de que estamos a las puertas de ver una burbuja en el mercado de renta fija o de que la política monetaria ya está algo agotada, así como de las correcciones que vamos a ver cuando los tipos comiencen a subir.
El mayor riesgo: perder poder adquisitivo
Con todo, si hay algo claro, es que la inversión conservadora también conlleva riesgos y, de hecho, estos riesgos, a largo plazo, acaban siendo mayores y pesando sobre nuestro bolsillo.
Apostamos por los activos y productos más conservadores porque pensamos que, aunque no estemos obteniendo grandes rentabilidades, al menos no asumimos el riesgo de perder dinero -aunque ahora, como ya hemos visto, ya estamos pagando por invertir en muchos bonos de gobierno-, cuando, en realidad, nos estamos enfrentando a un riesgo mucho mayor: perder poder adquisitivo al no superar a la inflación.
Por ello, en este entorno, para obtener rentabilidad a largo plazo y poder cumplir con los objetivos que nos habíamos marcado cuando decidimos invertir nuestro dinero tenemos que asumir más riesgo, siempre en función de nuestro horizonte temporal y nuestro perfil inversor- y apostar por la renta variable y hacerlo, además de una forma profesional.
¿Cómo evitamos el riesgo de perder dinero?
Una de las cosas que debemos tener presentes es que cuando invertimos para el largo plazo tenemos la ventaja de poder asumir más riesgo con nuestras inversiones porque, al disponer de más tiempo, mitigamos los efectos de la volatilidad en el corto plazo. Además, la clave para que nuestro ahorro no sufra es apostar por carteras globales y diversificadas que maximicen el binomio rentabilidad-riesgo y nos ayuden a conseguir nuestros objetivos.