Es hora de que los Gobiernos europeos tiren de la economía
Los países con margen fiscal deben avanzar hacia unas cuentas públicas más expansivas
La penúltima reunión de Mario Draghi al frente del BCE se saldó ayer con el anuncio de más estímulos monetarios, así como con una advertencia clara a los Gobiernos europeos para que asuman, en la medida de lo posible, su parte de responsabilidad en la política económica europea en lugar de seguir cruzados de brazos frente a un entorno en el que persisten los riesgos. Draghi anunció el retorno de las compras extraordinarias de deuda por un montante de 20.000 millones mensuales y la decisión de elevar el tipo de la facilidad de depósito diez puntos básicos (del -0,4% hasta el -0,5%), aunque el efecto de esta medida se suavizará con el establecimiento de un sistema que limite su impacto sobre los cada vez más estrechos márgenes de la banca. El presidente del BCE reconoció que el ambiente en la institución no es del todo pacífico respecto a la hoja de ruta que es necesario adoptar, dado que las medidas de estímulo se han aprobado por mayoría, pero no por unanimidad. Tras varios años de intensas medidas monetarias, Fráncfort es consciente de que no tiene mucho más margen de maniobra ni cuenta con herramientas añadidas para hacer frente a un horizonte de claro enfriamiento económico. La institución ha recortado las previsiones de crecimiento para este año y el próximo (del 1,2% estimado en junio al 1,1% en 2019 y del 1,4% al 1,2% en 2020) y ha anunciado una rebaja generalizada de la previsión de cifras de inflación.
Una vez más, pero esta vez con mucha más intensidad, parte del discurso del presidente del BCE ha estado centrado en espolear a unos Gobiernos que llevan años dejando en manos de Fráncfort la tarea de estimular la economía de la zona euro. Como recordaba hace unos días Christine Lagarde, que sucederá a Draghi el próximo noviembre, ha llegado el momento de que aquellas economías que gocen de margen fiscal suficiente utilicen sus recursos para impulsar una actividad en desaceleración. Es previsible que la misma Europa que ha desoído sistemáticamente los requerimientos de Draghi para adoptar reformas estructurales se resista, aunque Alemania ha suavizado su posición, a desarrollar unas cuentas públicas expansivas. Más aún cuando los duros años de la crisis y la severa austeridad fiscal que fue necesario adoptar para dejarlos atrás están todavía muy presentes en el club del euro. Pero mientras no existen demasiadas dudas sobre la seria labor que el BCE ha llevado a cabo para estimular la economía europea, todavía está por ver si los Gobiernos estarán a la altura de los retos que vienen. Esperemos, en interés de todos, que así sea.