La fábula de la rana y la olla de liquidez o cómo no asumir más riesgo del preciso
La abundancia de dinero barato empuja a la búsqueda de rentabilidad en activos más arriesgados
Conocen la fábula de la rana y la olla? Una rana saltó un día a una olla de agua hirviendo. Inmediatamente, saltó para salir y escapar de ella. Su instinto fue salvarse y no aguantó ni un segundo dentro.
Sin embargo, otro día, esa misma olla estaba llena de agua fría. La rana saltó dentro y se quedó tan tranquila en su charca. Poco a poco, el agua se fue calentando y el agua, antes fría, ahora era agua templada. Pero la rana se fue acostumbrando, allí seguía, nadando plácidamente en ella. Tiempo después, poco a poco, el agua fue subiendo de temperatura hasta hervir. Llegó a estar tan caliente que la rana murió de calor. La rana no se había dado cuenta pues se había acostumbrado al calor.
La moraleja de este cuento nos habla del riesgo de acostumbrarse hasta perder la noción de lo que realmente nos pone en peligro. Esta falta de conciencia genera que no haya reacciones o que estas sean tan tardías como para evitar o revertir los daños que ya están hechos. Tendemos a reaccionar poco antes los cambios más pequeños, pero trascendentales, y subestimamos los efectos de su impacto futuro.
Actualmente en los mercados financieros tenemos unos bancos centrales que están inundando los mercados de liquidez y están produciendo una clara distorsión en los precios de los activos. La política monetaria de tipos cero ha logrado evitar el colapso del sistema financiero mundial y ha ayudado a la recuperación económica, pero es una fuente de potenciales riesgos para el futuro.
En un mercado de renta fija que cada vez ofrece menos opciones atractivas, preocupa la complacencia en el mercado cuando se compran bonos con rentabilidades negativas. Es decir, usted me presta 1.000 euros y yo le devuelvo dentro de un año 998 euros, ¿estaría de acuerdo?
Actualmente la deuda global cotizando en el mercado con rentabilidad negativa está en máximos históricos de volumen y alcanza unos niveles de 13.000.000 millones de dólares. La deuda de los Gobiernos europeos ofrece rentabilidades negativas en todos los países, con la excepción de Italia, hasta los seis años de vencimiento. Es decir, ustedes invierten una cantidad y, a vencimiento, reciben menos dinero del que invirtieron. También hay bonos de compañías con calificación crediticia high yield (bonos de alto riesgo) con rentabilidades negativas: sorprendente, ¿no creen?
Además, esta tendencia continúa. Ante la incertidumbre económica, podremos ver nuevos estímulos por parte del BCE (Banco Central Europeo) para estimular el crecimiento y bajadas adicionales de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal americana. Desconocemos donde está el límite de esta política de tipos bajos, dinero barato y abundancia de liquidez.
También, en cierto sentido, las Bolsas están influidas y soportadas por las palabras de los bancos centrales. Los tipos de interés tan bajos empujan a los inversores a asumir más riesgo buscando rentabilidades.
Coincidiendo con el 45 aniversario del crash del 74 podemos ver ciertas similitudes en las Nifty Fifty (las 50 excelentes compañías americanas) con las tecnológicas actuales, por ejemplo, las famosas FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google).
En el caso de las Nifty Fifty eran un grupo de 50 acciones del mercado norteamericano en las décadas de 1960 y 1970. Eran compañías excelentes con un sólido crecimiento constante de beneficios, y muy conocidas: Coca-Cola, Pepsi, Gillette, IBM, Walt Disney, etc. Por ello, cotizaban a PER (relación entre el precio que pagamos por la acción de una empresa y el beneficio que produce por acción) muy elevados y la recomendación era: “Comprar y mantener para siempre sus acciones”.
Las Nifty Fifty eran empresas de excelente calidad, pero el precio al que llegaron a cotizar era desproporcionado y sufrieron unas caídas muy abultadas, viendo como su valor se desplomaba más del 50%. Que sea una buena compañía no quiere decir que sea una buena inversión; dependerá del precio que paguemos por ella.
En la actualidad, las tecnológicas son compañías de una calidad importante, con altas barreras de entrada, con fuertes crecimientos, mucha demanda (están presentes en todos los índices, ETF y carteras), que apetece tener en cartera para siempre y con valoraciones muy elevadas, no sabemos si sostenibles.
O veamos el caso del nuevo Nasdaq chino, Star Market, que se ha estrenado con subidas de hasta el 520%, registrando un fortísimo interés y un aluvión de compras especulativas.
Predecir el futuro es complicado, aunque viendo lo ocurrido en el pasado, la cautela en las inversiones es muy recomendable a la hora de pagar altos precios o comprar bonos con rentabilidades negativas. Cuando las expectativas son demasiado elevadas, la probabilidad de que estas expectativas no se cumplan son cada vez más altas.
De ahí la importancia de comprar a un precio razonable y no asumir más riesgo del que debemos. Que la rana que todos llevamos dentro nos haga saltar cuando veamos que nos estamos acomodando…
Pilar Bravo es directora de relación con inversores y desarrollo de negocio de Gesconsult