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Editoriales
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gestores de solvencia contrastada para tiempos convulsos

Hay que encontrar aquellos que se guíen por la razón de su propia experiencia

CINCO DÍAS

La economía mundial está en un punto muy delicado: crecimiento generoso sin excesos, pero con amenazas latentes que pueden devolverla a la recesión, y con una disposición al activismo monetario por parte de los bancos centrales tan probada que bien podrían prolongar el ciclo unos cuantos trimestres adcicionales. Con este panorama, la inversión exige cautelas no acostumbradas, dado que los índices, especialmente el norteamericano, marcan valores desconocidamente altos, pero que podrían ser sucesivamente batidos en años venideros. Así, la dificultad de los particulares para tomar decisiones crece, y más que nunca tendrán que hacer un ejercicio analítico previo tanto para la autogestión del patrimonio financiero como para la elección de gestores adecuados a este momento. Lo correcto es ponerse en manos de analistas y gestores de solvencia contrastada tanto en periodos bajistas como en los alcistas, aunque los retornos que hayan proporcionado no sean los más exitosos de todos. Muchas veces, no perder es ganar.

La gran amenaza tradicional para la actividad económica, la anomalía que históricamente activaba los costes financieros y terminaba aplanando la economía, la vieja y pérfida señora inflación, no acaba de llegar, pese a que, contrariamente a la lógica económica, se la desea como nunca antes. Tanto es así que el pavor a su no menos anciana y pérfida parienta, la deflación, está condicionando todas las decisones monetarias. Europa lleva años con los tipos de interés en el cero por ciento y no ha logrado sacudirse del todo la amenaza de la deflación, y en Estados Unidos han vuelto a enfilar la senda bajista del precio del dinero porque el proceso desinflacionista se ha puesto de nuevo en marcha.

Al final, las expectativas de consumnidores, inversores y empresas están en un impasse del que nadie se atreve a salir primero, y entre tanto, la actividad va perdiendo pulso, y hasta en América, donde la economía madura con crecimiento más holgado, se piensa que el ciclo alcista puede estar agotado y volver a la recesión. Solo el empeño particular del presidente Trump, que necesita su reelección dentro de quince meses, apuesta por mantener viva la euforia, y no duda para ello en añadir a su monumental plan fiscal las amenazas continuas a la Reserva Federal para que baje los tipos.

Nadie sabe cuando llegará la crisis, y los gestores ponen en cada sesión una vela a dios y otra al diablo. La mejor opción es encontrar aquellos que no pongan velas, que no se dejen llevar por la fe y la intuición, sino por la razón contrastada de su propia experiencia. La gestión de patrimonios ajenos no es un juego: es una delicada actividad profesional de la que hay que dar cuentas.

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