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Lucas Osorio: "Habrá fusiones en el sector; muchas firmas pequeñas desaparecerán"

“El mercado se dividirá entre bufetes grandes, boutiques especializadas y despachos para el trabajo ‘commodity”

Pablo Monge

La firma internacional Hogan Lovells cumple 15 años en España, motivo por el cual el rey Felipe VI recibió hace unos días en La Zarzuela a su presidente global, Stephen J. Immelt, y a su socio director en España, Lucas Osorio. Abogado del Estado en excedencia, Osorio se incorporó al bufete en 2008. Desde 2014, lidera la oficina en Madrid. Su visión abierta y moderna de la profesión no siempre encaja con lo que se espera de un socio director. Los cambios profundos que augura en la profesión, reflexiona, exigirán liderazgo para pilotar la travesía.

R. ¿Qué balance hace Hogan Lovells de sus primeros 15 años en España? ¿Han cumplido sus objetivos?
R. Los hemos cumplido sobradamente. El objetivo era hacer un despacho que pudiera realizar cualquier tipo de operación, en el menor tiempo y con las mayores capacidades posibles. Esa meta estaba cumplida ya en el décimo año y, en los últimos cinco, lo que hemos hecho ha sido consolidarnos. No ha habido ningún ejercicio en que no hayamos crecido y cumplido el presupuesto. Hemos alcanzado las metas en cuanto a presencia, marca y visibilidad.
R. Preguntar dónde quieren estar dentro de otros 15 años es irse muy lejos. ¿Qué metas se fijan a corto y medio plazo?
R. No tenemos un objetivo marcado de crecer hasta un determinado nivel. No aspiramos a ser el número dos, el tres o el cuatro, le damos mucha más importancia a la calidad y a la presencia que al tamaño. En este sentido, nuestro crecimiento será en función de las necesidades que detectemos, pero siempre equilibrando dos factores: el crecimiento orgánico interno y las oportunidades que haya en el mercado.
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R. ¿Están cómodos con su estrategia y estructura actuales?
R. La oficina en España es reflejo de lo que es Hogan Lovells a nivel internacional: un despacho que pretende ser global en cuanto a los servicios que presta. No estar centrados en un tipo de asesoramiento tiene sus desventajas, porque quizás no se nos percibe como superespecialistas. A cambio, estar extraordinariamente bien equilibrados nos permite aguantar mejor las situaciones de crisis.
R. ¿Cómo están afectando las tensiones internacionales a la economía global?
R. Lo cierto es que menos de lo que se pensaba. Llevamos varios años anticipando una crisis que no termina de venir y la realidad es que los mercados están aguantando bien a pesar de la situación sociopolítica. Es cierto que el Brexit está afectando. En el Reino Unido se percibe que ha cambiado el tipo de operaciones que se realizan, pero la actividad sigue alta. También detectamos un incremento del proteccionismo en Estados Unidos. Es decir, están cambiando las reglas y los mecanismos, pero eso no se traduce en que la economía vaya mal. Lo que no sé es cuánto aguantará.
R. Es como si la economía hubiera aprendido a vivir al margen de la política...
R. Así es. Hay mucho dinero en el mercado y las operaciones actúan con independencia de la política. Se están generando inercias económicas que ya no tienen una dependencia tan fuerte del poder, lo cual no quiere decir que puedan vivir completamente al margen de él. Una de las cosas de las que se habla es que la próxima crisis puede provenir del sector público, lo cual no dejaría de ser una novedad. Una crisis derivada de que los Estados no sean capaces de pagar la deuda pública y eso arrastre al sector financiero.
R. ¿Y cómo se percibe a España desde fuera?
R. Las empresas españolas se han lanzado al exterior, con lo cual la posibilidad de hacer operaciones con ellas en España se ha reducido muchísimo. A cambio, han llegado muchos inversores interesados por los activos que hay en el país. En mi opinión, esto es muy beneficioso. A comienzos de año había algunas dudas sobre cómo iba a afectar la situación política, pero nosotros vemos que sigue habiendo bastante movimiento. Ya no existe la sensación de abismo o vértigo de hace un año y medio o dos años. Quizás Cataluña sea lo que genere más inestabilidad, pero realmente no existen elementos de alarma que impidan a los fondos extranjeros invertir en España.
R. ¿Será muy distinto el ejercicio de la abogacía dentro de cinco o diez años, como predicen algunos?
R. Van a cambiar cosas, pero no creo que vaya a ser una revolución; será progresivo. La tecnología ya está modificando muchas cosas, pero el cambio será más profundo. Los despachos son un reflejo del mundo en el que vivimos. Los negocios ya no se hacen de la misma manera y nosotros vamos a tener que adaptar nuestra manera de facturar, de relacionarnos con los clientes... También cambiará el sector. Vamos hacia una situación con despachos muy fuertes, que hagan de todo, pequeñas boutiques muy especializadas y despachos más pequeños que hagan el trabajo commodity. Y los clientes elegirán. Las firmas necesitaremos liderazgo para adaptarse a lo que viene.
R. ¿En qué tendrán las firmas que modificar su forma de actuar actual?
R. Internamente, no tiene sentido el presencialismo, el estar por estar. Eso va a desaparecer, pero no todos los despachos están sabiendo adaptarse a ello. Hacia fuera, en la relación con los clientes, vamos a tener que dar un salto en entender sus necesidades. Tenemos que aportar valor por encima de cualquier otra cosa y eso requiere dar soluciones más rápidas y al menor coste posible. Los clientes están dispuestos a pagar, pero no una barra libre, sino con tarifas centradas, acotadas y de valor añadido.
R. ¿Han segmentado las asesorías jurídicas la contratación de los servicios legales?
R. Sin duda. Ahora eligen despacho operación a operación, sector a sector y duda a duda. Cada vez hay menos empresas incondicionales a un despacho; se busca al especialista. Por eso creo que habrá concentraciones de despachos y aparecerán de boutiques especialistas. Los despachos medianos van a tender a desaparecer.
R. ¿Encaja el espíritu del registro horario con la abogacía de los grandes bufetes?
R. Difícilmente porque los abogados dependemos de nuestros clientes en cuanto al ritmo de trabajo y los horarios. El rigor que pretende la norma casa mejor con otro tipo de empleo, más regular y previsible. No obstante, estamos haciendo todo lo posible para implementarlo y creo que aquí lo hemos hecho razonablemente bien.
R. ¿Qué le pide Hogan Lovells a un joven abogado para contratarle?
R. Lo que más nos importa es la persona. De hecho, hacemos prueba de inglés, pero somos de los pocos que no hace examen técnico. Un buen ambiente de trabajo para nosotros es prioritario. Lo segundo es una mente y un talante abiertos; y, por último, que tenga vocación internacional.

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