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García Merino, el liderazgo del hombre que estaba ahí

El nuevo consejero delegado de REE apuesta por la sostenibilidad y las infraestructuras para el futuro

Hoque

Fue un duro golpe. A principios de los años 2000, dos jóvenes y prometedores analistas financieros de la sociedad Benito y Monjardín se las vieron y se las desearon para cumplir con los requerimientos de un concurso público que permitía acceder a la joya de la corona: el Gran Casino de Aranjuez, cuya construcción se culminaría en 2005. No lo lograron. Tras largas noches elaborando planes financieros, estrategias de negocio y llevando a cabo estudios y valoraciones de todo tipo, se quedaron con las ganas de llevarse el gato al agua, la adjudicación de su gestión. El más decepcionado de los dos fue Roberto García Merino (Valladolid, 1973), que es desde el pasado mes de mayo el nuevo consejero delegado de Red Eléctrica Española. Lo sabe bien Javier Fernández, el compañero que trabajó con él codo con codo durante aquellos días frenéticos: “Le vi muy afectado. Nunca le había visto así”.

Durante los siguientes años, García Merino se repuso del golpe a paso de hormiga, con pequeñas victorias logradas doblando la cerviz: nada de atajos, de buscar grandes pelotazos con los que compensar las derrotas. El economista hizo del trabajo discreto en la sombra su modus operandi hasta el punto de que, para cuando sus allegados quisieron darse cuenta, ya había logrado atraer hacia sí, casi sin querer, el éxito y el reconocimiento. Pero aún quedan años para eso.

La historia de García Merino empieza donde empiezan todas: en un colegio. En su caso, fue en el Maristas Inmaculada, de su Valladolid natal. Allí coincidió con Eduardo Cebada, con el que trabó amistad antes incluso de aprender a leer con soltura. “Recuerdo que era muy buen estudiante, muy inteligente”, le describe Cebada, quien hizo junto a García Merino todo el recorrido por la enseñanza reglada: desde preescolar hasta la universidad, donde estudiaron juntos Ciencias Económicas. Pocos más indicados que él, por tanto, para trazar las líneas maestras de la personalidad del nuevo líder de Red Eléctrica: “Va a hacer un gran trabajo. Su liderazgo se basa en que es muy trabajador y responsable”. A esos rasgos cabe añadir la lealtad y la constancia: aún hoy, García Merino procura sacar un rato en las vacaciones de Navidad para acudir solícito a la quedada anual en la que el grupo de amigos de aquellos años juega un partido de fútbol y se pone al día.

En 1999 el empresario cursa un MBA en el Instituto de Empresa de Madrid. Y desde entonces, todo sucede muy rápido: su primera gran oportunidad en Benito y Monjardín, su decepción por perder el Casino de Aranjuez, su amistad con Fernández y su capacidad de convertirse, sin alardes, en un valioso activo allí donde ha estado: “Fíjate que al menos un par de veces al año quedamos con él otro amigo y yo. Y bueno, sabíamos que estaba en Red Eléctrica, pero no sabíamos que estaba tan arriba. Nunca presumió. Él es así. Sin darte cuenta, siempre está ahí. Así es como llega hasta donde llega”, resume Fernández. En 2004, García Merino abandona la banca de inversión por la empresa y recala en Red Eléctrica.

“Lo primero que sentí al saber la noticia de mi nombramiento como consejero delegado fue un gran orgullo tras llevar 15 años en esta casa. Después, una gran responsabilidad. Nunca estás preparado del todo para algo así”, explica el propio García Merino, que se toma un respiro para hacer balance y esbozar por teléfono las perspectivas de futuro de la empresa. “Vamos a acompañar la transformación energética. Pero también queremos ser algo más. Queremos ser una compañía más fresca, un referente tecnológico, evolucionar hacia infraestructuras estratégicas”, detalla. Tras más de una década integrado en los equipos encargados de la planificación –“Eso me ha permitido ver la foto completa”, explica–, el economista llega a la cúpula en un momento clave: justo cuando la empresa está culminando, a falta de los últimos permisos, la compra de Hispasat a Abertis por 949 millones de euros. La adquisición ha despertado el recelo de ciertos inversores que no terminan de ver cómo se articularán las sinergias entre ambas empresas. García Merino lo ve claro: “La operación con Hispasat es magnífica en cuanto a infraestructuras. La combinación entre fibra y satélite ayudará sin duda a reducir la brecha digital. En el futuro seguiremos transportando electricidad, pero también prestaremos atención a las telecomunicaciones y al mercado internacional”. La operación de Hispasat, explica, mira al futuro.

Casado y con dos hijos, la familia y el deporte son sus dos refugios, las vías de escape que García Merino ha encontrado a jornadas maratonianas plagadas de reuniones. No le importa, sobre todo cuando mira hacia atrás: “Aquellos primeros años de los 2000 me enseñaron mucho. Sí, hubo proyectos que salieron y proyectos que no, pero aprendí valores básicos”. Y entonces, enumera los ingredientes de su particular receta del éxito: compañerismo y esfuerzo. La de siempre, la que no guarda ningún secreto: estar ahí.

Hispasat, compra a fuego lento

Interés estratégico. Hispasat tiene siete satélites que dan cobertura a Europa y América con más de 1.250 canales de radio y televisión. Red Eléctrica entendió en 2017 que estos equipos complementaban su fibra óptica.

Bloqueo. REE y CaixaBank llegaron inicialmente a un acuerdo, pero Álvaro Nadal, exministro de Energía, detuvo la operación.

Amago y compra. Jordi Sevilla, presidente de REE, declaró entonces que no se trataba de algo prioritario y no movió ficha. Pero el pasado otoño, Abertis volvió a abrir el proceso de venta de la compañía. La intercesión de ACS y el Gobierno garantizaron el éxito de la operación.

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