El reto de las criptomonedas es convertir riesgos en oportunidades
Aunque es imprescindible reforzar la vigilancia y el control, el futuro pasa por avanzar hacia una regulación eficaz y globalizada
La CNMV lleva tiempo advirtiendo sobre la eclosión de las criptomonedas, su elevada volatilidad y los numerosos riesgos que entrañan para los pequeños inversores. En su informe anual de 2018, hecho público ayer, el organismo asegura haber prestado especial atención al fenómeno el año pasado con la apertura de un total de 73 investigaciones. El objetivo de la ofensiva fue tratar de desentrañar la naturaleza de estos instrumentos, en especial la de los tokens emitidos durante 2018 y su venta entre inversores residentes en España. El organismo realizó seguimientos diarios o semanales de la comercialización de esta suerte de vales digitales para concluir que, de momento, la captación real de fondos está siendo poco significativa y muy lejos de las expectativas creadas. Hasta ahora la CNMV no ha aprobado ninguna criptoemisión.
Pese a que el bajo volumen de fondos movilizados en España mediante las criptomonedas constituye una excelente noticia frente al riesgo de gestación de una nueva e inquietante burbuja, el problema persiste y es lo suficientemente importante como para haberse situado en el punto de mira de reguladores y supervisores de todo el mundo. El Banco de España ha recordado, al igual que la CNMV, que el hecho de que las criptoemisiones no hayan sido registradas ni autorizadas en España deja a los inversores que opten por estos instrumentos fuera del cinturón de seguridad de que disponen los productos financieros convencionales. Se trata de un riesgo notable, dado que resultan altamente volátiles debido a que no cuentan con el respaldo de un banco central emisor, lo que provoca que la fluctuación en la demanda se traduzca en bruscos cambios en su valor. Pese a ello, la posibilidad de una burbuja o la seguridad de los inversores no son sus únicas objeciones, sino también lo es su opacidad, que hace extremadamente difícil controlar sus posibles usos para evitar controles de capital, pago de impuestos o realizar actividades delictivas.
Aunque es imprescindible reforzar la vigilancia y el control, el verdadero corazón del problema de las criptomonedas no es tanto la supervisión como una regulación eficaz y globalizada. Se trata de un proyecto complejo, que en Europa está liderando la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) con la cooperación de los supervisores nacionales, y en el que se hace necesario coordinar intereses diversos. El objetivo está en convertir los elevados riesgos de estos instrumentos en oportunidades razonablemente seguras de inversión.