¿Se puede aumentar la buena suerte empresarial?
La famosa regla del 70/20/10 (innovación, exploración y oportunidades) de Google va en esa línea
Acabo de leer un artículo de Scientific American, sobre el rol de la suerte en el éxito. La reseña se centra en un estudio publicado en 2018 por los físicos italianos Alessandro Pluchino y Andrea Rapisarda, enfocado en comprender el impacto del azar sobre el éxito en la producción científica. Los autores llegan a la conclusión de que este depende en mayor medida de lo que pensamos de la casualidad, e incluso cuestionan el papel fundamental otorgado al talento en su consecución. Aunque los resultados probablemente deban tomarse con prudencia fuera del contexto del ensayo, no dejan de aportar reflexiones interesantes sobre el rol del azar en las decisiones que llevan al éxito.
¿Influye la suerte en nuestras vidas? La noción de que ingobernables fuerzas del azar rigen nuestro destino aparece recurrentemente en la historia de la humanidad y no han sido pocos los líderes que han querido ver los designios de la diosa fortuna tras sus propias hazañas o derrotas. Hoy todavía convivimos con vestigios de esta tradición, a través de las muchas supersticiones y creencias que la cultura común ha heredado. Afortunadamente, hemos evolucionado lo suficiente para comprender las diferencias entre lo fortuito, lo probable y lo estadísticamente significativo.
Desde el punto de vista del éxito en el desarrollo personal individual, es curiosamente esta última –la estadística– la que sugiere que algunos empezamos la partida de la vida con cartas marcadas: el lugar de nacimiento, el nivel educativo de nuestros padres o el entorno socioeconómico en el que crecemos pueden resultar tan determinantes para nuestro éxito en la vida como el talento o el esfuerzo que pongamos. Es lo que Warren Buffett llama la lotería de los ovarios (no suena muy bien, lo sé, pero quien soy yo para enmendar al gran Oráculo de Omaha). Si usted ha nacido en una familia de clase media en un país desarrollado, forma parte del afortunado 12% a 15% de la población mundial con acceso “de serie” a los primeros peldaños de la escalera del éxito. A partir de ahí, todo dependerá de lo acertadamente que sepa combinar lo que la naturaleza le ha regalado con su propia perseverancia, capacidad de trabajo y audacia.
¿Y en el terreno de los negocios?, ¿juega algún papel lo fortuito en el éxito empresarial?
Desde hace unos años se maneja en el mundo corporativo el concepto VUCA (acrónimo de volatility, uncertainty, complexity, ambiguity). Acuñado por el Ejército estadounidense en los años posteriores a la Guerra Fría, el término se utiliza hoy para describir la naturaleza impredecible e inestable del mundo moderno, en el que la emergencia de acontecimientos inesperados de alto impacto –los llamados cisnes negros– ocurre con frecuencia. ¿Podría alguien haber predicho años atrás el Brexit, el auge del populismo en Europa, o que un candidato presidencial llamado Trump empezaría una guerra comercial contra China?
Si a este entorno de creciente volatilidad e incertidumbre le añadimos la elevadísima velocidad con que evoluciona el mercado, nos daremos cuenta de lo extremadamente difícil que hoy resulta intentar tener éxito en cualquier ámbito empresarial: casi el 80% de las empresas desaparece en su primer año de vida, tres cuartos de los nuevos productos de consumo no superan su año de lanzamiento y más de la mitad de las innovaciones ni siquiera llegan a comercializarse. Da la sensación de que aprendemos a convivir con el fracaso y la mala suerte, más que con el éxito.
Admitamos la dificultad de anticipar y prevenir los vaivenes del azar. ¿Puede entonces hacer algo una empresa para reducir su impacto cuando aparecen? ¿y para aprovecharlos cuando son favorables? Sobre lo primero, los expertos sugieren que diversificar con inteligencia y aumentar la resiliencia organizativa son antídotos básicos que funcionan. Para lo segundo, en entornos científicos se suele manejar el concepto de serendipia, asociado a la ocurrencia accidental de un hallazgo inesperado y fortuito. Aunque la preeminencia de la serendipia en la historia de los descubrimientos parecería confirmar los resultados del estudio de Pluchino y Rapisarda, en realidad esta requiere de la presencia de un observador cualificado y constante, expuesto a múltiples sucesos y receptivo a explorar líneas de investigación no planificadas. Como dijo una vez Louis Pasteur, “en el campo de la observación el azar solamente favorece a las mentes preparadas”
De forma similar, la serendipia empresarial puede potenciarse desarrollando una cultura corporativa diversa, dinámica y proactiva, abierta a la iniciativa, que estimule la exploración de nuevas oportunidades y en la que estas se sepan reconocer cuando se presentan. La famosa regla del 70/20/10 de Google (dedicar el 70% del tiempo a sostener la innovación en el negocio principal, el 20% a explorar oportunidades adyacentes y el 10% a nuevas ideas) va en esta línea. Facilitar la interacción con lo nuevo, eliminar silos internos y captar e incentivar al mejor talento es clave.
Si la buena suerte no se puede atraer, al menos se puede estar preparado para cuando llegue. Las organizaciones que lo consiguen son las que aprenden a surfear las olas del cambio con inteligencia, habilidad y decisión, captando las tendencias prometedoras cuando estas se inician y situándose en la posición idónea para avanzar con ellas cuando empiezan a crecer. A veces eso puede requerir lanzarse al mar antes de que se vean venir las olas, o apostar por seguirlas con valentía una vez que aparecen. Como proclamó el poeta Virgilio, la fortuna sonríe a los audaces.
Pedro Nueno es Socio director de InterBen