Los mercados: una máquina de crecimiento e innovación
La Bolsa promueve procesos de desarrollo empresarial más rápidos que otras opciones
Cuando en mayo del año 2005 la Bolsa española celebró el primer Foro MedCap existían en nuestro país cerca de 122.500 sociedades anónimas activas. Quince años después, España cuenta con alrededor de 78.500, un 44% menos. En ese mismo lapso de tiempo, si excluimos SICAVs y compañías de Latibex, la Bolsa española ha pasado de contar con cerca de 200 empresas listadas en sus sistemas a alrededor de 260. Y su capitalización ha crecido un 44% hasta los 850.000 millones de euros. Renovación e importantes procesos de financiación empresarial dan una idea de la potencia transformadora y de crecimiento que ofrecen los mercados de valores, incluso cuando la economía atraviesa severas dificultades.
Si descontamos de estas cifras lo que representan en cada momento las 35 empresas recogidas en el IBEX 35, encontramos que hace 15 años la Bolsa española tenía admitidas a negociación 165 empresas de mediana y pequeña capitalización y a día de hoy son casi 225 entre sus diversos mercados. Este grupo de compañías que en 2005 representaban poco más del 11% de la capitalización de las 200 cotizadas entonces, hoy suma un valor de mercado próximo al 30% de las 260 actualmente admitidas. Esto permite afirmar lo que muchos trabajos académicos de referencia demuestran: que la cotización bursátil promueve procesos de crecimiento empresarial más rápidos que otras alternativas y muy positivos para transformar la base económica de los países.
Entre otras cosas, en España, solo las empresas presentes en los mercados tienen la opción de acudir anualmente a foros como el MedCap que, entre el 28 y el 30 de mayo de 2019, dará la oportunidad a más de un centenar de ellas de reunirse con algunos de los más de 200 inversores nacionales e internacionales interesados en conocer de primera mano las oportunidades de inversión que ofrecen. La previsión es que se celebren algo más de 1.200 reuniones one on one entre empresas e inversores. Este es un valor diferencial con el que cuentan solo las empresas cotizadas y que se acompaña a lo largo del año de la posibilidad para muchas de las empresas de acudir a eventos similares celebrados en Nueva York, Zúrich o Fráncfort.
La Comisión Europea identificó hace años un déficit de tamaño medio de la empresa europea que actúa de freno para la modernización, la competitividad y el impulso de la economía de la zona. En el caso de España, esta desventaja es mayor por la atomización del sector empresarial. En el marco del proyecto de Unión de los Mercados de Capitales (CMU), uno de los objetivos centrales es promover el tamaño empresarial como medio para asegurar en el futuro un crecimiento económico más sólido, de más empleo y más estable.
En España, muchas pequeñas y medianas empresas presentes en Bolsa han podido comprobar como su atractivo para los inversores aumenta, su poder de negociación mejora y, en la mayoría de los casos, su estructura de financiación es mucho más flexible y capaz de adaptarse a las condiciones de un entorno cambiante e incierto.
Estos mercados han contribuido a la corrección de un desequilibrio estructural de nuestra economía: la excesiva dependencia de la financiación bancaria de las empresas. Según los últimos datos de BME, España avanza hacia el modelo anglosajón, con un porcentaje de financiación vía mercado que hoy se acerca al 40% del total, diez puntos por encima de lo que representaban antes del estallido de la crisis.
En términos de financiación conseguida por estas empresas los datos son elocuentes. Desde 2005 hasta abril de este mismo año, mediante ampliaciones realizadas en la salida a Bolsa y posteriores, las empresas admitidas en la Bolsa no pertenecientes al IBEX 35 han obtenido recursos por valor de casi 51.000 millones de euros.
En el caso del MARF, en sus cinco años y medio de vida han encontrado financiación 62 empresas a través de 133 emisiones de deuda de diverso tipo. Este mercado les ha permitido captar 17.000 millones para financiar sus proyectos de expansión.
De alguna manera, los inversores parecen estar premiando el buen desempeño en los negocios y la gestión de estas empresas de menor tamaño frente a las compañías líderes por tamaño en Bolsa. Desde los momentos más difíciles de la crisis, en mayo de 2012, el IBEX Small recupera un 120%, el IBEX Medium, un 86% y el IBEX 35, un 52%.
Aún queda mucho por hacer. Uno de los efectos negativos de MiFID II es la retirada de la cobertura de análisis de algunas de estas empresas, un factor altamente determinante para la negociación de los valores. BME se ha unido a Instituto español de Analistas Financieros (IEAF) para poner en marcha Lighthouse, un servicio de análisis independiente para valores huérfanos de cobertura. Con esta iniciativa, incluida dentro del ámbito del servicio BME 4Companies que la propia BME ofrece a las empresas, se pretende paliar ligeramente algunas de las externalidades negativas generadas por una regulación que, en ocasiones como esta, no parece ponderar con equilibrio los beneficios netos que se obtienen de su aplicación.
El establecimiento de objetivos claros de más integración y competencia en los mercados financieros europeos es una prioridad difícilmente cuestionable. Sin embargo, tratar de coger atajos con efectos insuficientemente testados o que se desprecian en favor de beneficios globales de difícil cuantificación, no es la mejor de las ideas.
Por último, sería muy positivo que la regulación favoreciese vehículos de inversión colectiva de carácter privado o público-privados que incentivaran la participación de capitales organizados en empresas pequeñas y medianas presentes en los mercados. Un ejercicio de transparencia y arrastre que, como está ocurriendo en Italia, suma interés y más inversores a esas compañías que la Unión de Mercados de Capitales identifica como determinantes para sellar un futuro más sólido y estable de crecimiento económico para Europa.
Domingo García Coto/ Javier Garrido son miembros del Servicio de Estudios de BME