Ignacio Silva, un líder al rescate de Deoleo
El nuevo consejero delegado buscará dar nuevos aires a un gigante de la alimentación en apuros
Mientras espera turno para pasar los controles de seguridad del aeropuerto, Eugenia Navarro, consultora de estrategia de marketing jurídico, hace memoria mientras habla por teléfono. Se va más de dos décadas atrás en el tiempo, a sus años trabajando en el departamento de I+D de Frigo, la conocida empresa española de helados donde coincidió con un joven y prometedor empresario: Ignacio Silva (Barcelona, 1966), que por aquel entonces acumulaba experiencia en el departamento financiero. “Recuerdo que desde muy joven ya tenía el pelo cubierto de canas. Era algo muy característico suyo”, comenta entre risas antes de destacar la que, para ella, es su principal cualidad: “Nacho era brillante, muy trabajador, pero sobre todo era un gran hombre en equipo. Ya por aquel entonces le gustaba hacer mucha formación con su gente, implicar a diferentes áreas en proyectos trasversales. Atrae a los empleados y los pone a funcionar. No me sorprende que haya llegado lejos”.
Silva es, desde el pasado mes de abril, el nuevo consejero delegado de Deoleo, empresa centrada en productos vinculados al aceite de oliva. Licenciado en Económicas en la Universidad de Barcelona, comenzó su andadura empresarial en Uniliver, propietaria de Frigo, a comienzos de los años noventa. Allí no solo coincidió con Eugenia Navarro: también lo hizo con su hermano Marcial, que, como comercial y responsable de la zona del sur de Europa, durante aquellos años iba y venía de la ciudad holandesa de Rotterdam. Él también se anima a ponderar las cualidades de su excompañero: “Ignacio hace mucho equipo. Es un hombre que escucha muy bien, aunque también está acostumbrado a tomar sus propias decisiones”.
Con la llegada del nuevo siglo, cambió los helados de Frigo por la repostería de Panrico, donde ocupó el cargo de director comercial. Allí se topó con Miguel Taboada, que terminó ascendiendo a director regional de ventas de la zona de Málaga. Ambos trabaron amistad a mediados de los 2000. “Fue un jefe fantástico. Era un hombre muy íntegro, con planteamientos muy serios, aunque daba a los comerciales bastante libertad”, rememora. Taboada, que aprovechó sus conocimientos en el sector para abrir su propio obrador hace casi tres años, recuerda aquella época como un periodo feliz: “A Nacho le gustaba mucho venir a ver cómo iba la cosa en Málaga. No perdonaba una visita a los chiringuitos para comernos unos espetos. Me acuerdo de que le encantaba contar historias de su familia y de sus perros, que tiene varios. Me decía que no me apalancara, que no me quedara quieto, que en la vida hay que moverse”.
E Ignacio Silva se movió. Casado y con tres hijos, trasladó a su familia a Madrid a comienzos de 2011 para empezar a trabajar en Schweppes apenas un par de años después de que los japoneses de Suntory cerraran la compra de la compañía. Hombre familiar, sus allegados cuentan que no se trató de un cambio sencillo. Con el paso del tiempo, sin embargo, el periodo de transición dio paso a una estrategia de marketing que reverdeció muchos de los laureles de Schweppes. El propio Marcial Navarro, empleado hoy del IMD Business School en Lausana, en Suiza, explica la clave de aquel éxito: “Me consta que Nacho fue capaz de entenderse muy bien con los japoneses, cosa que todos sabemos que no es nada sencilla. Creo que eso habla bien de su capacidad de generar ciertos consensos”.
Silva vio premiada su gestión en 2018 con la vicepresidencia de la Federación Española de Industrias de la Alimentación, algo que no pasó desapercibido para la gente de Deoleo, propietaria de marcas tan conocidas como Hojiblanca o Carbonell. La empresa llegó a cotizar en 2017 a 0,2877 euros por acción. Ese mismo año bajó, sin embargo, hasta los 0,1560 euros, que dieron paso a un 2018 tétrico para la entidad: el valor de las acciones se derrumbó hasta los 0,0525 euros, donde más o menos se mantiene a día de hoy. La preferencia del gran público por la marca blanca está golpeando con dureza a una empresa que perdió 291 millones de euros el año pasado y que ha arrancado 2019 con números rojos por valor de 7,5 millones de euros, una cifra que cuadruplica las pérdidas del año pasado durante el mismo periodo, cuando ya perdieron un 16,8%. En respuesta, está convocada para el próximo 3 de junio una junta de accionistas para reducir el capital social de la entidad y compensar unas malas cifras que sitúan a Deoleo incluso en causa de disolución.
El nuevo consejero delegado de la marca tiene ante sí, por tanto, el reto de subrayar la calidad del producto por encima del precio. Por lo que cuenta su exempleado Miguel Taboada, Silva no está intimidado ante la dimensión del desafío: “Hablé con él cinco minutos después de conocer la noticia de su nombramiento. Noté que esta nueva aventura le hace mucha ilusión”.
Una situación difícil en Deoleo
Antecedentes. Desde investing.com recuerdan que Deoleo llevó a cabo el año pasado una ampliación de capital por valor de 25 millones de euros. El objetivo era incrementar el gasto en publicidad para crecer en Estados Unidos e Italia. No funcionó: el cliente siguió optando por el precio de la marca blanca.
Quiebra técnica. Errores de este tipo situaron el patrimonio neto por debajo de la mitad del capital social, lo que supone una quiebra técnica que reconocieron el pasado 28 de febrero.
Solución provisional. Por ahora, en espera de vientos favorables, para salvar la situación está previsto que el valor nominal de las acciones se reduzca 50 veces, hasta los dos céntimos.