La economía conecta el piloto automático hasta septiembre
Está programada para mantenerse en su actual inercia mientras se aclara el panorama de gobernabilidad en todas las administraciones
Las sedes de los partidos desmontan los escenarios, los colegios vuelven a poblarse de niños, los medios de comunicación pasan del modo sondeos al modo resultados, y todos observamos el desenlace electoral del domingo con detalle. Buscamos posibles alianzas, explicaciones a lo sucedido, olvidamos encuestas y tomamos aire para las municipales, autonómicas y europeas al tiempo que seguimos con nuestra rutina diaria.
Es probable que no tengamos Gobierno hasta después de los comicios de mayo. El final de la primavera se unirá al comienzo del verano, sentando a la mesa a los políticos de todos los partidos, que tratarán de organizar pactos múltiples en los ámbitos general, autonómico y municipal, como si de un gran bazar político de gobernabilidad se tratara, por primera vez desde la transición.
Y esa incertidumbre de gobernabilidad, que nunca se ha dado, y que será prorrogable hasta las vacaciones estivales, sumirá a la economía en un estado de suspensión, como de anestesia parcial, que se disipará allá por septiembre de una u otra manera. No sabemos si será el final de una anestesia que evidencie dolor económico, o por el contrario, un alivio temporal previo a la normalidad en nuestra economía.
Sumemos a la ecuación la coincidencia, por primera vez, de múltiples partidos nacionales y autonómicos que entierra la antigua simpleza de cálculo del bipartidismo, y el cóctel nacional queda completo. Ya no estamos ante PSOE, PP y unos pocos partidos autonómicos. Estamos ante cinco jugadores nacionales porque se han incorporado Ciudadanos, Podemos y VOX. Y sigue habiendo numerosos jugadores locales como ERC, BILDU, PNV o Coalición Canaria, sumidos en negociaciones municipales, autonómicas y centrales a la vez. No es la tradicional disputa de la derecha frente a la izquierda para decidir el gobierno nacional, es una combinación mucho más compleja.
Afortunadamente para todos, formamos parte de un sistema inercial en lo municipal, en lo autonómico, en lo nacional y en lo europeo que garantiza una prórroga de la actividad en lo económico. El sistema está basado en lo malo conocido, e impide que las cosas empeoren mientras se llega a nuevos acuerdos. Es decir, que en tanto en cuanto no tengamos una situación definida en los gobiernos de los diferentes anillos de poder, y estimando un periodo transitorio de al menos seis meses, apenas nadie puede cambiar nada debido a la situación de interinidad. Esto permite que la economía pase a un estado similar al del piloto automático de un avión, con un rumbo predefinido que será válido siempre que el entorno no sufra tormentas imprevistas.
Eso por el lado de las ventajas, pero por el lado de los inconvenientes, se presentan nubes amenazadoras que quizá requieran de un manejo distinto del avión y de la desconexión del piloto automático para adaptarse al nuevo rumbo. Apenas se ha tratado el tema en la campaña porque mencionar la desaceleración, la recesión o la crisis no genera votos, pero las señales de las economías de nuestro entorno no son las mejores y el ciclo económico se desacelera. Es posible que la nave no pueda seguir el rumbo predefinido.
Quizá ni nos hemos dado cuenta, pero es precisamente ese mecanismo de lo “malo conocido” lo que nos ha traído hasta aquí. El rechazo al presupuesto sugerido por el gobierno de Sánchez provocó, no solo la convocatoria de elecciones generales, sino también la prórroga de los anteriores presupuestos del Estado diseñados por el ejecutivo de Rajoy. Durante los pasados once meses, hemos vivido la paradoja de ser gobernados por un Ejecutivo socialista con un presupuesto del Partido Popular, y aparentemente no ha pasado nada.
Y en este estado de indefinida prórroga hemos llegado hasta aquí, a la semana posterior a las elecciones generales y a un mes de las autonómicas, municipales y europeas.
Hay dos opciones probables de gobernabilidad. Por un lado, una más moderada, mezcla de progresismo y liberalismo, que supondría la suma de escaños de PSOE y Ciudadanos. Esta combinación enviaría un mensaje poco convulso para los mercados y trasladaría una sensación de menor riesgo en sus futuras medidas económicas, pero se presenta dificultada por los mensajes de incompatibilidad ofrecidos en la campaña, sobre todo por parte de Ciudadanos. Por otro lado, la segunda opción sería fruto de la suma de PSOE, Podemos y determinados partidos nacionalistas, más cercana a un progresismo de nueva izquierda y condicionada por intereses cercanos al independentismo. Esta segunda alternativa de gobernabilidad podría tensar los mercados, trasladar una mayor inestabilidad a la economía por la mayor dificultad que supone el acuerdo a múltiples bandas y unas posibles propuestas económicas menos ortodoxas, es decir, de mayor incertidumbre para las expectativas económicas de España. Aun así, parece la más probable y es una versión actualizada de la que resultó de la pasada moción de censura.
En cualquiera de los dos casos, PSOE + Ciudadanos o PSOE + UP y demás partidos nacionalistas, se mantiene la única certeza que ofrece la noche electoral: solo hay una formación que puede articular la gobernabilidad en torno a su proyecto, el PSOE. Además, es el partido que ha gobernado en los últimos meses, y este dato de continuidad también debe suponer un mayor grado de estabilidad y certeza para nuestra economía, frente a un escenario de dos grandes bloques posibles que desapareció en la noche del domingo debido al abultado debilitamiento del PP y a las expectativas no cumplidas de Vox.
En resumen: nuestra economía está programada para mantenerse en su actual inercia mientras se aclara el panorama de gobernabilidad en los ayuntamientos, comunidades autónomas y ejecutivo central. Traslada, además, un mensaje de continuidad de proyecto que supone la victoria electoral del PSOE. No obstante, la incertidumbre sobre sus futuros socios y los intereses de éstos, de carácter nacionalista e independentista, puede distorsionar este mensaje de estabilidad y generar un empeoramiento de las expectativas económicas.
Fernando Tomé y Omar de la Cruz son profesores del departamento de Economía y Administración de Empresas de la Universidad Nebrija