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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Dónde se esconde la I+D+i en estas elecciones?

De la lectura de los programas se deduce que se sigue ignorando su importancia para el país

Pixabay

Para el año 2014 el Foro de Empresas Innovadoras (FEI) publicaba un libro titulado La I+D+i en el debate político español, resultado de una serie –rica y muy trabajada– de encuentros con los principales grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados, especializados en esa materia.

La primera conclusión del libro decía literalmente: “Es imprescindible que la I+D+i sea una prioridad en la agenda política y tenga autentico carácter de cuestión de Estado”. Adicionalmente, en la segunda recomendación se concluía que “el Parlamento es, sin duda y por definición, quien ocupa el lugar idóneo para que la I+D+i adquiera un papel preponderante en la agenda del debate político”.

Han pasado cinco años y muchas cosas en España, y de nuevo estamos llamados a ejercer nuestros derechos y deberes como ciudadanos votando en las próximas elecciones del 28 de abril 2019. Cuando se escriben estas líneas, ya se conocen, en detalle, las propuestas de los distintos participantes –algunos nuevos– en estas contiendas electorales. El FEI de nuevo está inmerso en la ronda, en este caso con los responsables de los partidos que participan; en esas reuniones se comparten cuáles son las prioridades que este think tank ha elaborado para actualizar la lista de 2014, poniéndola en sintonía con los tiempos que vivimos en plena revolución digital.

De la lectura de los programas destaca la falta de protagonismo que en ellos se da a la I+D+i; una vez más se ignora su muy relevante papel para el mantenimiento del Estado del bienestar. Una muestra más elocuente de esa falta de protagonismo es la ausencia casi total de referencias a estos asuntos en los dos debates televisivos que han tenido lugar en esta semana. Los que se han esforzado en buscar citas que destacasen la importancia de la apuesta de la I+D+i para el futuro de España se las han visto y deseado, hallando unas pocas y, desgraciadamente, un tanto desenfocadas.

Esta realidad contrasta con algunas evidencias que siguen mostrando la necesidad de recuperar nuestra vieja aseveración. ¿Qué han hecho los principales países, en términos de generación de riqueza, en los últimos años, en relación con la I+D+i? Pues apostar por inversiones multimillonarias, muy relevantes, poniendo la solución de los grandes asuntos de futuro –inteligencia artificial, internet de las cosas, resolución de las enfermedades más peligrosas, cuidado del medio ambiente, comunicaciones 5G, etc.– en el primer plano de sus planes de futuro; y todo ello hasta alcanzar niveles superiores al 4% en relación con el PIB total. Consecuencia de ello es que, en un último recuento, Asia ya invierte el 44% del gasto mundial, Estados Unidos el 25% y la Unión Europea el 20%.

¿Y qué nos ha acontecido en España? Pues, lamentándolo mucho, evidenciamos que seguimos con el mismo esquema de no darle protagonismo, ni presupuestario ni regulatorio, ni tampoco de propuestas innovadoras. Si no se cambian –hay que decirlo con fuerza– y mucho las propuestas políticas para los próximos cuatro años, la posición española en los ámbitos de ciencia y tecnología seguirán separándose de nuestros vecinos cercanos, cuanto más de los que están lejos, pero nos invaden con sus propuestas de soluciones tecnológicas.

Una prueba de que se quiere corregir esta seria amenaza sería leer en los programas electorales un conjunto de medidas concretas para llevar a España, en el escenario de 2022, a la convergencia con los primeros de la clase. Una lista que incluya alcanzar el 2% de inversión del PIB, redefinir, con amplio consenso, la futura estrategia estatal de I+D+i, corregir de forma inmediata la falta de motivación de los investigadores públicos para cooperar con la empresa privada, y una larga lista de propuestas incluidas en nuestros documentos. Lo que sería fatal, en términos de futuro, es que los partidos se conformaran con declarar de nuevo propuestas genéricas como apoyar, empujar, reforzar: conceptos abstractos, sin concretarlos en medidas presupuestarias, regulatorias, laborales, etc., que se puedan seguir en el marco de una legislatura que dure un tiempo suficiente para su natural desarrollo.

Tenemos serios problemas enfrente, y un exceso de endogamia podría llevar a poner la I+D+i en primer plano frente a otros temas sociales y territoriales. No caeremos en ese error, pero si queremos insistir en que no se puede imaginar una sociedad de futuro, rica, sana, competitiva y feliz si no ponemos ahora los medios, los recursos, para que, de forma anticipativa, se imaginen, diseñen, construyan, los mecanismos que pueden mejorar sensiblemente la vida de los ciudadanos, llevándolos a la convicción de que una sociedad del bienestar, consecuencia de nuestra incorporación a la presente revolución digital, es posible.

Ese es el papel de la I+D+I: anticiparse para mejorar, poner a trabajar el talento en beneficio de la sociedad, generar riqueza que se pueda después distribuir de acuerdo con los distintos programas políticos.

Francisco Marín es Miembro del Foro de Empresas Innovadoras

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