Madurai, donde habita la espiritualidad
Es uno de los templos más deslumbrantes del sur de la India Más de 30.000 figuras decoran columnas y estancias
Es uno de los mayores y más extraordinarios templos del sur de la India. En el estado de Tamil Nadu, en el corazón de la antigua ciudad de Madurai, se encuentra Meenakshi Amman, uno de los pocos monumentos religiosos dedicados a una deidad femenina, Meenakshi, encarnación de la diosa hindú Parvati, símbolo de la fertilidad y el amor. También celebra la unión divina entre ella y su amante, Sundareshvara, representado por Shiva en el hinduismo.
Si hay algo que caracteriza a Tamil Nadu, además de acoger, junto a otros estados del sur, la esencia hindú, son sus monumentales complejos arquitectónicos, difíciles de encontrar en otras partes del subcontinente indio.
Es el caso de este santuario en honor de la diosa de los ojos de pez, que asombra por su colorido y su grandiosa estructura. Se calcula que unas 33.000 figuras, que representan criaturas mitológicas, demonios y deidades hindúes, decoran columnas y estancias y dan cuenta de la bella historia de amor que el templo celebra.
Al atardecer de cada día, Shiva es transportado a los aposentos de plata de Parvati en una mística procesión dirigida por sacerdotes brahmanes, miembros de la casta sacerdotal más alta, para ser devuelto a su propia alcoba al día siguiente durante los rezos de la mañana. Es un momento de gran emoción para los devotos, vetado para los no hindúes.
Sorprende el ajetreo que invade un lugar tan sagrado. Miles de peregrinos, y algunos turistas, acuden diariamente a este lugar: unos para hacer sus ofrendas o meditar; los otros, para contemplar un espectáculo único, incluso en un país donde las peregrinaciones, festivales y conmemoraciones religiosas multitudinarias se suceden todos los días. Y es que Meenakshi es tan importante y simbólico para el sur del país como el Taj Mahal lo es para el norte.
El templo en sí mismo es una ciudad. Un muro de más de seis metros de altura rodea el complejo, que ocupa una vasta extensión, unos 60.000 metros cuadrados, a los que se accede por cuatro puertas que coinciden con los cuatro puntos cardinales. Es aquí donde se elevan las torres más altas, una referencia muy conveniente a la hora de orientarse en esta milenaria y caótica urbe; las torres dominan el paisaje urbano de Madurai desde muy lejos.
Meenakshi es el centro, un potente símbolo religioso para el pueblo tamil. El diseño de la ciudad gira alrededor del templo, que está formado por varios círculos, al último de los cuales solo tienen acceso aquellos que profesan la religión hindú.
En el interior hay distintas torres y varios templos menores, espacios de gran interés como el estanque sagrado del Loto Dorado –el lugar donde los peregrinos pueden bañarse en días de Luna nueva o eclipses en busca de éxito en la vida– y, sobre todo, la sala de los mil pilares –en realidad son 985–, de estilo drávida, la arquitectura considerada más auténticamente hindú.
Se cree que en este mismo solar ha habido templos desde el siglo III antes de Cristo, aunque no todo lo que hoy vemos es tan antiguo, ya que hay algunas partes del siglo XIV y la estructura principal data del siglo XVII.
Traspasar las puertas de Meenakshi Amman es adentrase en un espacio sagrado, en el epicentro de la religión hindú, esa sobre la que gira la vida de muchos millones de personas en la India.
Describir la espectacularidad de un lugar como este no es fácil. Se trata de un templo al que hoy acuden turistas, sí, pero más allá de su presencia, lo que allí se percibe es una atmósfera de espiritualidad muy viva.