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Peter W. Hunt: “Los enfermos de VIH tienen más riesgo de infarto o cáncer”

El doctor y profesor de la Universidad de California, San Francisco, investiga los efectos de la inflamación multisistémica en los portadores del virus

Peter W. Hunt, Profesor asociado de medicina de la Universidad de California, San Francisco (UCSF).
Peter W. Hunt, Profesor asociado de medicina de la Universidad de California, San Francisco (UCSF).Pablo Monge
Denisse Cepeda Minaya

Sus investigaciones se centran en las causas y consecuencias de la inflamación multisistémica producida por el virus, y que está relacionada con la aparición de enfermedades más propias del envejecimiento: cardiopatías, dificultades respiratorias, osteoporosis y cáncer. Peter W. Hunt (Virginia, EE UU, 1972), profesor asociado de la División de Medicina Experimental de la Universidad de California, San Francisco (UCSF), recaló en Madrid el pasado mes de febrero para participar en la quinta edición del Hibic, un encuentro que reúne a expertos de investigación básica y clínica en VIH, organizado por Gilead. En una entrevista con CincoDías, el doctor Hunt, que incluye también estrategias basadas en el sistema inmune, explica que si se logra reducir la inflamación en estos pacientes, disminuirá el riesgo de padecer unas comorbilidades que pueden ser mortales.

R. ¿Por qué persiste el VIH y hay nuevos casos cada año, pese a los avances?
R. Uno de los problemas más graves es que el sida afecta a las personas más vulnerables y que, a menudo, no tienen lazos con la atención sanitaria. Ocurre en todo el mundo. Desde luego, en países pobres, con rentas bajas, solo la mitad de las personas con VIH tienen acceso a los tratamientos. Incluso en los más ricos, usualmente, la gente que tiene pocos recursos, que sufre discapacidad mental o que consume drogas es la más perjudicada. La estrategia es diagnosticar a todos los afectados y prevenir a todos los que están en riesgo con tratamientos como la profilaxis preexposición [PrEP, un fármaco preventivo, del que ya hay genéricos, aprobado en EE UU en 2012 y que se usa en Portugal, Francia o Bélgica, pero que no se ha autorizado todavía en España].
R. ¿Qué efecto tiene la inflamación crónica en los pacientes?
R. Si le das un martillazo al dedo, se pone rojo y se hincha; es una respuesta corporal. En el caso del VIH, existen unos niveles muy bajos de inflamación que se dan en todo el cuerpo y que disminuyen cuando los tratamos con fármacos para el VIH, pero no cae a niveles normales. Cuanta más inflamación se sufre, mayor riesgo hay de padecer enfermedades oportunistas relacionadas con el envejecimiento: cáncer, cardiopatías, dificultades respiratorias, fragilidad. ¿Y qué les ocurre a los más jóvenes que padecen el virus? Les pasan las mismas cosas que a los mayores. Nuestro grupo de investigación y otros tratan de comprender e identificar las causas, y una vez que lo hayamos hecho y encontremos un tratamiento, podremos mejorar su estado de salud general.
La inflamación crónica debilita el sistema inmune y aumenta el riesgo de sufrir infecciones
R. ¿Cuál es la relación entre dicha alteración, el cáncer y la osteoporosis?
R. La inflamación crónica debilita el sistema inmune y aumenta el riesgo de sufrir infecciones. Por otra parte, muchos virus causan tumores. Además, puede disminuir la destrucción de los linfocitos T, y como existe una revolución en las terapias contra el cáncer, hay unos bloqueadores de control inmune, los checkpoints inmunológicos, que se están usando para mejorar la respuesta inmune contra el cáncer. Y ocurre que uno de los que más se beneficia de esta estrategia es el de pulmón, porque es uno de los cánceres donde vemos más casos relacionados con el VIH.
R. Hasta ahora, y según sus observaciones, ¿qué lo provoca?
R. Hay causas que conocemos. Una es el VIH en sí. Los fármacos bloquean y previenen la replicación del virus a alto nivel, pero sigue apareciendo a niveles bajos, en los ganglios y la respuesta inmune, aunque indetectable en sangre. Otra es la translocación microbiana: el recubrimiento de los intestinos hace de muro de ladrillo para mantener las bacterias en heces bloqueadas y evitar así que entren en la corriente sanguínea. Pero, con el VIH, aparecen fisuras y los trocitos de bacterias penetran en el torrente sanguíneo. Desgraciadamente, las terapias que hemos aplicado hasta ahora para bloquear esta translocación bacteriana no han funcionado. Por último, existen otros virus en el cuerpo, como el citomegalovirus, el más importante para nuestro equipo de investigación, que empeoran con el sida. Hace muchos años mostramos que la inflamación y la activación inmune del cuerpo se reducen en las personas con VIH tras ser tratadas con fármacos que bloquean los niveles de replicación del citomegalovirus. Hay ensayos en curso que abordan esta estrategia.
Un trasplante de médula ósea, por sí solo, sin la mutación CCR5 en el donante, es insuficiente para curar el virus
R. ¿Cuándo se tendrán los resultados?
R. Pasarán dos o tres años. Aunque será un paso intermedio, no sabremos si se van a prevenir las enfermedades oportunistas, sino si merece la pena seguir por esta vía. Quiero citar otro estudio a gran escala que acaba de empezar, Reprieve, que incluye a 7.500 pacientes que están siendo tratados con el fármaco pitavastatin, que baja los niveles de colesterol, pero que también tiene propiedades antiinflamatorias. Este ensayo desvelará, además, si con esta medicación se reducen o previenen patologías que tienen la inflamación como base: infartos, cáncer o fracturas por osteoporosis, entre otras infecciones. Si funciona, la respuesta la tendremos dentro de tres o cuatro años, será el primer estudio de VIH que demuestre que la reducción de la inflamación disminuirá el riesgo de padecer otras dolencias, además del VIH.
R. ¿Quiere decir que se va a prevenir la aparición de comorbilidades?
R. Sí.
R. ¿Conoce los ensayos que relacionan el trasplante de médula ósea con una potencial cura de la enfermedad?
R. Ha habido toda una serie de estudios para tratar y curar el VIH a través del trasplante de médula ósea. El primero fue el denominado "paciente de Berlín", que recibió un trasplante de médula ósea de un donante que tenía una mutación rara, CCR5-­delta 32, y que hizo que sus linfocitos T fueran resistentes al virus. Eso fue lo que llevó a una cura del VIH, ya que un trasplante de médula ósea, por sí solo, sin esa mutación, no es suficiente para poder curar el virus.
Peter W. Hunt, en un momento de la entrevista.
Peter W. Hunt, en un momento de la entrevista.Pablo Monge

Hunt: "Actuar de forma inmediata es un arma poderosísima"

En San Francisco, ¿cómo ha evolucionado el control de la enfermedad?

San Francisco siempre ha intentado estar a la cabeza a la hora de atacar la epidemia del VIH. Una de las claves es que, en cuanto se diagnostique, se empiece a tratar inmediatamente. Cuanto más rápido suprimamos el virus, más difícil será su transmisión. Esto es bueno también para el enfermo porque seguramente tendrá menos inflamación a lo largo de su vida. Así que, en San Francisco, en mi clínica, en el pabellón 86, empezamos con un programa llamado Rapid, que consiste en que en cuanto alguien es diagnosticado con VIH en la red pública de la ciudad es derivado inmediatamente a nuestra clínica, al pabellón 86, para comenzar con la medicación el mismo día del diagnóstico. Y la mayor parte de los médicos hacen guardias para estar disponibles todo el tiempo, atender los nuevos diagnósticos y empezar a tratarles ya. Lógicamente, esto conlleva mucha coordinación, trabajadores sociales, equipos de enfermería, todos trabajando juntos de una manera coordinada, pero es posible. Nuestros primeros resultados muestran que la mayor parte de la gente sigue con la terapia una vez que empieza y que el virus se suprime hasta niveles indetectables. Personalmente, he sido uno de los médicos que ha hecho este trabajo y es algo maravilloso, porque, además, cuentan con una comunidad de gente a su alrededor que les apoya, les ayuda y les hace saber que van a estar bien, teniendo en cuenta el nivel de ansiedad y miedo que esto provoca. Actuar de forma inmediata es un arma poderosísima.

En España, hay muchas personas infectadas que no lo saben, ¿qué sugiere tras su experiencia en San Francisco?

Un programa como el que acabo de describir [Rapid]. Es importante desatarnos del estigma, hacer que los análisis se conviertan en rutinarios, más normalizado, que haya más gente a la que se pueda analizar e identificar rápidamente. Por ejemplo, San Francisco tiene un programa en el que se le ofrece una analítica porque sí a todo el mundo que llegue a urgencias con cualquier problema, de tal manera que la gente tenga que decir que no quiere que se le haga, pero por defecto se le hace. Y esto es una manera de evitar muchas infecciones. Involucrar también a las comunidades que sufren mayores riesgos de verse infectados y dirigir esfuerzos de screning en estos colectivos.

¿Cuáles siguen siendo los retos para combatir la enfermedad?

El principal es identificar a todas las personas que están infectadas para que puedan ser tratadas. Una vez que sean tratadas, asegurarnos de que sigan con el tratamiento porque las personas con trastornos mentales o discapacidad son personas que, a menudo, no acuden siempre a las citas. O desarrollar formas novedosas de administrar el tratamiento y poder responder antes en estos colectivos con una vida menos organizada. Esas personas no siempre vienen cada tres meses y tenemos que encontrar soluciones para que lo hagan. Y finalmente, suprimir el virus y los procesos inflamatorios, necesitamos terapias para reducir los niveles de inflamación. Pero, en ese orden, no sirve de nada tener un tratamiento para la inflamación si la gente no viene.

Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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