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Homebiogas transforma sus residuos en gas limpio para cocinar

El sistema de la empresa israelí requiere seis kilos de basura orgánica diarios para operar

El equipo, parecido a una tienda de campaña, tiene una vida útil de 15 años y una dimensión de 210 x 115 x 125 cm.
El equipo, parecido a una tienda de campaña, tiene una vida útil de 15 años y una dimensión de 210 x 115 x 125 cm.
Denisse Cepeda Minaya

A casi 40 kilómetros de Tel Aviv, en una pequeña comunidad rural cooperativa, en el moshav de Beit Yanai –similar a un kibutz pero que mantiene, en cambio, la propiedad privada–, se encuentra esta modesta, abierta y cálida compañía, Homebiogas, que ha dado la vuelta al mundo por su producto estrella de nombre homónimo. “En Suiza se han vuelto locos con este sistema”, cuenta con orgullo y sorpresa Oshik Efrati, consejero delegado (CEO) y fundador.

En 2012, un grupo de tres viejos amigos, entre ellos Efrati, diseñaron y fabricaron un sencillo y coqueto equipo, cerrado e inodoro, parecido a una tienda de campaña, que produce biogás para cocinar a partir de residuos orgánicos y de animales. Además, genera fertilizante líquido, “con ocho micronutrientes” –dice–, que emanan del propio proceso de descomposición y “aumenta la tasa de crecimiento de las plantas y su resiliencia a las enfermedades”.

El biodigestor, ideal para climas cálidos, mínimo 15 grados, produce también fertilizante y puede usarse para calentar agua

Esta iniciativa, que ha mejorado con los años (su último lanzamiento fue la versión 2.0), no es baladí. “En el mundo hay 3.000 millones de personas que cocinan todavía con leña y carbón, y que se exponen a una muerte silenciosa por el humo que respiran diariamente”, recuerda mientras muestra la compañía a un grupo de periodistas, en un viaje organizado por la Federación de Comunidades Judías de España.

Por eso, la mayoría de los clientes de esta empresa son de África (Ghana, Kenia, Sudáfrica, y donde el precio está subsidiado); Asia (India, Nepal) y Latinoamérica (Brasil, Guatemala, República Dominicana, México). Su producto, que vale 650 dólares, se vende a más de 100 países a través de su web Homebiogas.com.

No se necesita conocimiento técnico para su instalación, puede acomodarlo usted mismo; tampoco hay riesgo de explosión

“La facturación de 2018, aproximadamente tres millones de dólares –2,6 millones de euros– es cinco veces la del año anterior; vendimos 4.000 biodigestores. Todos los días nos llegan fotos y vídeos de clientes de todo el mundo con Homebiogas”, comenta fascinado.

Aunque, curiosamente, llega también a los países desarrollados: EE UU, Italia, Francia, Holanda, Suiza, España –con demanda en País Vasco y Andalucía– y Australia, pero más por razones medioambientales que por necesidad básica. “Están muy concienciados”, afirma.

Cómo funciona

Es fácil. Solo tiene que echar por el embudo la basura recolectada, más de 6 kilogramos diarios de frutas, verduras, carnes y pescados –su capacidad total es de 1.200–. Y las bacterias anaeróbicas hacen el trabajo, es decir, la digestión o descomposición, como si de un estómago humano se tratara.

Para que funcione de forma óptima, aquí está la clave, la temperatura media debe estar por encima de 20 grados. Incluso, puede trabajar con una media de 15 grados o más, pero las bacterias necesitan ayuda: tiene que ponerle menos restos o un calentador de agua. De ahí que sus clientes sean mayoritariamente de zonas cálidas porque no es recomendable para países muy fríos, por ejemplo Rusia, advierte Efrati.

Imagen del fertilizante natural, con varios micronutrientes que favorecen su jardín.
Imagen del fertilizante natural, con varios micronutrientes que favorecen su jardín.

Una vez fermentado (el proceso natural de descomposición tarda tres semanas), el sistema produce metano, que sube hacia la bolsa de almacenamiento –en la parte de arriba– y que puede acumular 700 litros (0,7 metros cúbicos) de biogás.

Y gracias a un mecanismo de compresión casero, unas bolsas de arena que sirven para ejercer presión, el gas sale del digestor y ya puede utilizarse para cocinar e, incluso, calentar agua. Su vida útil media es de 15 años. “Pesa 22 kilos. No se necesita conocimiento técnico para su instalación, puede hacerlo usted mismo en su patio o jardín. Tampoco hay riesgos de explosión debido a que opera con muy poca presión”, explica el fundador.

Otra de sus ventajas, quizás la más importante, es que evita la emisión de seis toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera al año. Además del ahorro, ya que elimina la factura de gas convencional, promoviendo a la vez el uso de energías renovables, tiene la posibilidad de ganar dinero con la comercialización del fertilizante.

Homebiogas, con 25 empleados, colabora adicionalmente con la Fundación Simón Peres para llevar su biodigestor verde a un centenar de hogares palestinos que sufren de asma por cocinar con carbón o leña.

Otros proyectos

Biotoilet. La compañía israelí desarrolló también hace dos años un váter que puede utilizarse en lugares remotos, por ejemplo en el desierto o pueblos lejanos aun sin infraestructuras sanitarias. Este invento no necesita agua, pero tampoco electricidad, a diferencia del proyecto que impulsa Bill Gates a través de su fundación, que requiere esta última para funcionar. Además, transforma los desechos (heces) en abono, al igual que el del creador de Microsoft.

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Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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