El Gobierno quiere impulsar el mecenazgo en cultura y arte
Ha creado una comisión para impulsar el reconocimiento público al mecenas y mejorar las ventajas fiscales de las aportaciones
Desde este 2 de enero, el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago vuelve a estar abierto al público. El ambicioso proyecto de restauración, iniciado en 2009 con un presupuesto de seis millones de euros, ha permitido frenar en seco el desgaste que sufría la obra y preservar la policromía que aún se conservaba de la pérdida definitiva. En junio fue presentada la restauración, llevada a cabo gracias al apoyo económico de la Fundación Barrié. Y tras dos meses abierto al público, el pórtico volvió a clausurarse. Hasta ahora.
En junio de 2018, el Museo Thyssen puso en marcha una campaña de crowdfunding para la restauración de uno de sus Canalettos. La pinacoteca necesitaba 35.000 euros para acometer la reparación, y finalmente consiguió casi 60.000. Hace un mes, el Museo del Prado cerró con éxito la campaña de donaciones para adquirir la obra Retrato de niña con paloma, de Vouet. El centro precisaba de 200.000 euros y cerró la campaña con casi 5.000 más. Son tres ejemplos recientes de proyectos de mecenazgo enfocados a la cultura, una herramienta que el Gobierno quiere impulsar a lo largo de este ejercicio.
“Queremos fomentar todas las vías que hagan que la participación ciudadana sea más rica y diversa. Para ello, queremos trasladar a la sociedad la normativa existente en materia de mecenazgo, muy desconocida todavía entre algunas empresas y entre la mayoría de particulares”, explica Adriana Moscoso, directora general de industrias culturales y cooperación del Ministerio de Cultura. Para ello, el gabinete se está poniendo las pilas. “La semana pasada mantuvimos una reunión con posibles compañías financiadoras, como Bankia o Sabadell, y entidades que necesitan ser financiadas”.
Pero además, prosigue Moscoso, también se están empezando a dar pasos para acercar esta realidad al grueso de la sociedad. La semana que viene, la directiva de la cartera de Cultura participará en un encuentro organizado por el Ministerio en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba). Allí, junto a entidades como la Fundación Barrié, el Museo Thyssen o el propio Macba, los expertos debatirán sobre cómo acercar la práctica del mecenazgo a los ciudadanos.
Hasta entonces, Adriana Moscoso da algunas claves por las que se puede comenzar: “Lo primero es intentar explicar a la sociedad cómo funcionan estas donaciones. En España tenemos una ley mejor de lo que la gente cree, y que con sus limitaciones se ha adaptado bastante bien a los nuevos tiempos”. La normativa, que data de diciembre de 2002, y en la que se incluían el régimen fiscal para las entidades sin fines lucrativos y los incentivos fiscales al mecenazgo, fue actualizada en 2014 para añadir las modificaciones que introdujo la ley del Impuesto sobre Sociedades. “En este cambio también se incluyó el concepto de micromecenazgo”, recuerda Moscoso, un tipo de donación que antes no existía y que se quiso potenciar.
Para ello, cuenta la experta, se plantearon beneficios fiscales para las donaciones de 150 euros llevadas a cabo por personas físicas, con una deducción del 75% en el IRPF. “Es decir, el coste de una donación de 150 euros es realmente de 37,5 euros. La entidad elegida recibe 150 euros, de los cuales 112,5 vienen de una subvención indirecta de Hacienda. Eso, la mayoría de la gente sigue sin conocerlo, y queremos la ciudadanía lo sepa”, reflexiona Moscoso.
Para ello, adelanta, se ha creado una comisión que trabaje en un proyecto de ley de reforma sobre la normativa de mecenazgo. “Aún es pronto para decir nada, porque estamos en fases iniciales, pero en mi opinión sería importante abarcar al menos tres frentes: el reconocimiento público de la labor de los mecenas, el fomento de las grandes donaciones y mejorar un poco más los incentivos fiscales”. Lo que es innegable, recuerda Moscoso, es que la realidad de todas estas aportaciones ha cambiado.
Quien también conoce bien la situación del nuevo mecenazgo es Pepa Octavio de Toledo, responsable de Patrocinio y Mecenazgo en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Para poder restaurar La Plaza de San Marcos en Venecia de Canaletto, que implicaba limpiar y realizar un estudio técnico de la obra, la pinacoteca abrió una campaña de micromecenazgo en la que la aportación mínima era de 35 euros. Como eran necesarios un total de 35.000 euros, el cuadro fue dividido simbólicamente en 1.000 secciones.
“El proyecto ha sido bonito, porque cada mecenas ha elegido su trocito del Canaletto y de alguna forma los donantes se han apropiado de parte del cuadro”, explica Octavio. Para ello fue necesario apostar por nuevos métodos. “Lo enfocamos desde un punto de vista interesante, que fue el de animar a la gente a que participase en la conservación de todo lo que nos hace humanos, como la cultura”. Los mecenas, además, en función de su contribución, han recibido una serie de recompensas, que van desde una invitación doble al museo para las donaciones de 35 euros, hasta un pase anual y una lámina del cuadro completo, entre otras recompensas, para las contribuciones de 3.500 euros.
También ayudaron, reconoce Octavio, las desgravaciones de hasta un 75% en las donaciones realizadas, que al ser en su mayoría de 35 euros entraban dentro del tramo fiscal de 150 euros. Algo parecido es lo que impulsó recientemente el Museo del Prado. En su campaña para lograr 200.000 euros, la aportación mínima que se podía realizar era de tan solo cinco, subiendo de forma escalonada hasta los 10, los 20, los 50 y, tras varias cantidades, los 5.000 euros. Hoy, ya conseguido el objetivo, Miguel Falomir, director del Museo del Prado, confirma que la mayoría de aportaciones recibidas fueron de las cifras más pequeñas. “Es un orgullo porque demuestra que hay mucha gente que quiere formar parte del arte, contribuyendo con su dinero al patrimonio”, asegura.
De hecho, confirma Adriana Moscoso, desde el Ministerio de Cultura se han hecho diferentes seguimientos anuales para ver el reflejo real que todas estas políticas tienen. “Desde 2015, el año posterior a la última modificación de ley, ha habido un crecimiento continuado, y hemos pasado de los tres millones de donantes a los más de tres millones y medio”, entre personas físicas y personas jurídicas. Lo que también reconoce Moscoso es que hay margen de mejora, y es que aunque las donaciones de los particulares crecen paulatinamente, la mayoría del dinero viene de las entidades.
La Fundación Barrié, por ejemplo, ha invertido 11 millones de euros en la Catedral de Santiago desde hace varias décadas. La aportación más importante ha sido la del Pórtico de la Gloria. “Hay que empezar a entender la cultura como un motor económico más, que genera riqueza y empleo”, cuenta Suzana Mihalic, portavoz de la fundación. Además, prosigue, las donaciones privadas, como ha ocurrido en el caso de la catedral, muchas veces “sirven como catalizador para que la Administración se implique y consiga fondos. El pórtico estaba en un estado dramático, pero es que su rehabilitación ha puesto de manifiesto que las cubiertas del edificio también necesitan una intervención”.
Con estos movimientos, cuenta Moscoso, las entidades pueden deducirse un 35% de la cantidad donada en el Impuesto de Sociedades, entre otras ventajas. “Esto también es algo que las compañías deben conocer”. Además, añade, cada año la Ley de Presupuestos Generales del Estado establece una serie de actividades prioritarias de mecenazgo, que por su importancia cuentan con una deducción de un 5% adicional. “Tenemos un planteamiento de continuidad respecto a este punto, y se anunciarán próximamente cuáles son las propuestas”.