Qué puede pasar con los mercados en 2019
Aunque el crecimiento se ralentice y siga la incertidumbre, debería haber una recuperación parcial de los índices
Las caídas de los índices bursátiles en 2018 han sido provocadas por distintos motivos. La crisis financiera internacional y la recesión de 2007-2009 obligó a los bancos centrales a recortar y mantener los tipos de interés en niveles cercanos a cero. Entre 2008 y 2015 la tasa de fondos federales en EE UU se mantuvo entre 0% y 0,25%. Debido al pleno empleo y subidas moderadas de los salarios y la inflación, la Reserva Federal aumentó los tipos en cuatro ocasiones en 2018, situando la tasa de fondos federales en 2,25%-2,50%. El abandono gradual de la política monetaria acomodaticia por parte de la Fed y el BCE era inevitable.
Después del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el dinero barato propició alzas espectaculares en las Bolsas. Con el rendimiento de los bonos y deuda de los países desarrollados en niveles ínfimos, el Dow Jones ascendió de 6.547 en marzo de 2009 hasta 26.651 en octubre de 2018, un incremento del 407%. Los aumentos de otros índices bursátiles desde sus mínimos a principios de 2009 hasta sus máximos de 2018 fueron también meteóricos: 333% para el S&P, 337% para el DAX, 328% para el Nikkei, y 144% para el Ibex, tomando julio de 2012 como mínimo.
Los descensos experimentados a partir de febrero de 2018 fueron consecuencia de la necesaria corrección de títulos sobrevalorados, incrementos de tipos en EEUU y amenazas de imposición de aranceles por parte de Donald Trump. El desplome acaecido desde octubre tiene múltiples causas geoeconómicas, políticas y monetarias. Trump impuso aranceles por valor de 200.000 millones de dólares a las exportaciones chinas. Hasta la reanudación de negociaciones entre Washington y Beijing del pasado diciembre, el presidente de EE UU amenazaba con aplicar aranceles sobre el resto de las exportaciones chinas al país (267.000 millones de dólares) y elevar los existentes del 10% al 25%.
A ello hay que sumar que la cuarta subida de tipos de 2018 por parte de la Fed fue ejecutada pésimamente. Jerome Powell quiso demostrar su independencia ante Trump, pero causó desasosiego ante la prensa porque anunció incertidumbre respecto a la política monetaria en 2019 y no descartó más subidas a pesar del menor crecimiento. Pocos días antes, Theresa May tuvo que aplazar el voto en la Cámara de los Comunes sobre el acuerdo que alcanzó con la UE ante la perspectiva de una derrota segura.
No es extraño que la incertidumbre en tantos frentes desatase una ola vendedora en todas las plazas bursátiles. Las guerras comerciales, la Reserva Federal y el incierto Brexit están profundizando la desaceleración económica. En este contexto, cualquier cifra de disminución del crecimiento del PIB o menor producción industrial en China, Alemania u otra economía importante genera nerviosismo. La dimisión de dos pesos pesados del gabinete de Trump (el ex jefe de estado John Kelly y ex ministro de Defensa Jim Mattis) también inquieta a los mercados. El cierre parcial de la actividad del Gobierno federal durante más de dos semanas ante la negativa de los Demócratas a conceder a Trump 5.600 millones para construir el muro con México amplifica la volatilidad. En 2018 los índices bursátiles de casi todas las principales economías mundiales registraron pérdidas. El S&P se dejó 6%, Canadá 12%, y Japón 12%. La mayoría de plazas europeas registraron pérdidas de dos dígitos, con el DAX descendiendo 18%, el Ibex 14,9%, el FTSE 12% y el CAC 11,7%. Las caídas fueron más pronunciadas entre los emergentes, que además acusan una salida de capitales atraídos por los mayores intereses de los países desarrollados. El índice Shanghai 500 perdió un 25%, Turquía un 23% y México un 14%.
¿Qué ocurrirá este año? El cuadro macroeconómico de la mayoría de las economías desarrolladas y emergentes aún es sólido, con crecimientos del PIB que se ralentizan, pero en ningún caso alcanzan los dos trimestres negativos que definen una recesión. Hay un fuerte desajuste entre el rendimiento macroeconómico y la ansiedad bursátil, atribuible a las incertidumbres. EEUU y China seguramente prorrogarán su tregua el próximo 1 de marzo, aunque no se firme un acuerdo amplio que dirima todos los contenciosos. Beijing ha anunciado compras de soja y arroz de EEUU y el ministro de comercio de EEUU ha vaticinado la conclusión de un acuerdo ante el progreso de las negociaciones.
Jerome Powell, por su parte, ha tranquilizado a unos mercados que no esperan ascensos de tipos en el primer trimestre. Con una inflación del 2,5% y una tasa de empleo del 60%, el mercado laboral de EEUU aún tiene margen para crecer si la desaceleración del crecimiento del PIB es suave. Solo en diciembre, se generaron 312.000 empleos en EEUU.
Los diputados del partido Conservador británico se enfrentan el día 15 de enero a la disyuntiva de aprobar un acuerdo que les disgusta, pero encauza la salida del Reino Unido de la UE, o provocar un Brexit duro en marzo que supondría la aplicación del arancel exterior común de la UE al intercambio de bienes entre la UE y el Reino Unido. El desenlace más probable es otra prórroga de las negociaciones entre Londres y Bruselas.
Aunque el crecimiento y producción industrial se ralentizarán en China, Alemania y otras economías, los menores precios energéticos y la ausencia de elecciones decisivas en 2019 deberían propiciar una recuperación parcial de los índices bursátiles, especialmente en países desarrollados que mantienen una senda de crecimiento y buena gestión.
El inversor prudente, pero algo audaz, puede entrar en los índices más castigados, y diversificar su cartera comprando deuda de países solventes que no sean de la eurozona (por su bajo rendimiento), así como acciones en el sector de producción de bienes de consumo, transporte y tecnológicas. La compra de oro y activos en monedas refugio como el franco suizo añade seguridad ante otro año turbulento.
Alexander Muns es Profesor de la OBS Business School