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Productos derivados: manejar con mucho cuidado

Las autoridades limitan el apalancamiento permitido a particulares

Los instrumentos derivados son contratos financieros que establecen una serie de condiciones hoy para negociar un activo financiero en el futuro y son los vehículos financieros más negociados en los mercados, dado que las instituciones que prestan servicios financieros los utilizan activamente para cubrir sus exposiciones, gestionar sus flujos o especular. Sin embargo, “los instrumentos derivados son productos financieros complejos y no son aptos para cualquier inversor.

La principal precaución que debe tomarse con este tipo de contratos es la de entender las implicaciones de lo que representan. Para ello, es necesario que los inversores estén formados y comprendan el funcionamiento de estos instrumentos”, advierte Carlos Fernández, profesor del Master in International Finance del IEB.

“El derivado, bien utilizado, reduce la volatilidad de la cartera, es decir, que ayuda a reducir el riesgo. El conocimiento y uso de los derivados es muy rentable en el largo plazo”, afirma Enrique Castellanos, responsable de formación del Instituto BME, haciendo hincapié precisamente en que la negociación con ellos requiere “un conocimiento financiero muy alto y específico. No es apropiada para cualquier persona, ni siquiera para alguien que habitualmente compre y venda acciones”.

Y algunos de estos instrumentos requieren más precaución que otros. Este verano, sin ir más lejos, el regulador europeo se fijó en las opciones binarias (OB) y los contratos por diferencia, conocidos como CFD por sus siglas en inglés. En el primer caso, para prohibir comercializar, distribuir y vender entre minoristas estos productos en los que se apuesta a la subida o bajada en el precio de activos subyacentes. En cuanto a los CFD, un tipo de derivado que, dependiendo del intermediario, permite apostar hasta 400 veces el dinero disponible, la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) decidía reducir drásticamente el apalancamiento permitido a los particulares y añadir mecanismos de protección para limitar las pérdidas. Medidas que, en principio, se decretaron por unos meses, pero que la CNMV está dispuesta a convertir en definitivas.

Al riesgo se suma su cuestionada rentabilidad, ya que las pérdidas parecen generalizadas. De hecho, las autoridades han constatado que la mayoría de los particulares que emplean CFD pierden dinero. Los estudios de los diferentes supervisores internacionales, incluida la CNMV, apuntan a minusvalías superiores al 70%.

En cuanto a los productos derivados en general, el responsable de formación de Instituto BME defiende su rentabilidad, ya que “los índices estratégicos sobre opciones de Ibex 35 que representan estrategias clásicas con opciones suelen tener un comportamiento más favorable y con menos riesgo que el propio índice Ibex 35”, apunta.

Un atractivo para muchos

Riesgo medido. “Precisamente, el apalancamiento es el atractivo que muchos inversores ven en los derivados, ya que sin tener que desembolsar el 100% de la inversión se pueden conseguir rendimientos más altos, pero, ojo, también se puede perder lo invertido”, advierte Victoria Torre, de Self Bank. Y añade que, independientemente de nuestro nivel de tolerancia al riesgo, no es recomendable destinar a este tipo de inversión el 100% de nuestro capital disponible, “sería razonable no superar el 10% o 15%”.

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