_
_
_
_
La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El éxito en la inversión es cuestión de (largo) plazo

Una cartera bien diversificada, a un plazo determinado, ofrece probabilidades prácticamente nulas de pérdidas

GETTY IMAGES
CINCO DÍAS

Cada vez son más numerosos los ahorradores que cuando alcanzan un nivel de capital suficiente se plantean explorar las alternativas que ofrece el mundo de la inversión. Si bien es cierto que esta tendencia es creciente, todavía queda un largo camino por recorrer.

Según datos de Inverco, en marzo de este año el 15% de la riqueza financiera de los hogares españoles estaba en fondos de inversión, en comparación con el 6,6% de 2012. A pesar de este incremento, los depósitos siguen representando alrededor de un 40% del ahorro de las familias. Por su parte, la inversión en vivienda (fundamentalmente a través de una hipoteca), continúa siendo el principal activo de ahorro a largo plazo a pesar de la crisis inmobiliaria de hace unos años.

Esta distribución del capital es sorprendente si analizamos la rentabilidad ofrecida por los diferentes activos. En los últimos 15 años la inversión en depósitos y vivienda ha dado una rentabilidad real negativa o nula, debido fundamentalmente al efecto de la fiscalidad y la inflación. Por el contrario, la inversión en una cartera diversificada, de perfil conservador, ha logrado una rentabilidad real acumulada de hasta un 13% (un 0,8% anual).

Si los datos son tan reveladores, ¿por qué nos seguimos situando como uno de los países europeos con menos exposición a productos de inversión? A menudo damos importancia a la exposición geográfica, la diversificación de activos y el perfil de riesgo y eso está bien, pero prestamos poca atención al horizonte temporal de la inversión, que es un factor clave. Una mayor comprensión de los beneficios del largo plazo permitiría que los pequeños inversores se sintiesen más cómodos a la hora de invertir.

Un horizonte temporal de largo plazo (idealmente siete años o más para beneficiarse de la capitalización compuesta), una cartera suficientemente diversificada (que capture el crecimiento de la economía global) y una filosofía de inversión pasiva evitan que los inversores sobrerreaccionen ante movimientos bruscos en el mercado y, de este modo, no caigan en el llamado market timing.

El primero de ellos es el más obvio y el que está en manos del propio ahorrador, ya que es totalmente independiente a la evolución de los activos subyacentes. A pesar de ello, es habitual que los pequeños ahorradores no lo tengan en cuenta a la hora de tomar su decisión de inversión.

Reinvertir los rendimientos obtenidos (dividendos o intereses) permite que la nueva rentabilidad actúe tanto sobre la inversión inicial como sobre los rendimientos conseguidos, lo que genera un comportamiento exponencial. De este modo, nos beneficiamos del efecto multiplicador de la capitalización compuesta, un factor inexistente en otro tipo de activos como la vivienda.

En cuanto a la economía global, es importante no perder de vista que a largo plazo, el mundo crece y también sus mercados financieros. Si analizamos uno por uno los siglos recientes, podemos observar cómo la economía siempre ha tenido la misma tendencia al alza. Este comportamiento lo replican también los principales índices, tanto de renta fija como de renta variable.

Por ello, cuanto mayor sea el plazo de nuestras inversiones, más nos podremos aprovechar de esta tendencia sin tener que preocuparnos de las etapas inevitables en las que los mercados bajan.

En tercer lugar, nos encontramos con el llamado market timing, es decir, la elección del momento óptimo de compra y venta. En general, las rentabilidades de los inversores se quedan casi siempre por debajo de las de los índices en los que invierten. La razón es simple, tendemos a comprar después de que un activo haya subido y vendemos una vez que pierde valor. Entramos en una especie de modo pánico, actuando con retraso con respecto al mercado. Aunque un correcto timing optimiza la rentabilidad de nuestras inversiones, no hay que engañarse, las probabilidades de equivocarse superan las de acertar. Por ello, invertir a largo plazo sin variar la estrategia según la volatilidad del mercado se revela de nuevo como una buena opción. 

En pocas palabras, debido a los tres factores que acabamos de exponer, a mayor plazo de la inversión, menores probabilidades de pérdida. De hecho, por mucho riesgo que incorpore una cartera suficientemente diversificada, a un plazo determinado, sus probabilidades de pérdida son prácticamente nulas.

Jan Van Sande es Director de ahorro e inversión de ING España

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_