Invertir con viento de cola o en contra
La digitalización plantea un problema para muchos sectores y obliga a elegir por qué valores optar
Cualquier ciclista sabe que se avanza más rápidamente si va en la dirección del viento que si se va en contra. Desafortunadamente, cuando hay varios destinos, no se puede ir siempre con el viento de cola. Sin embargo, aplicar esto a los mercados puede ser más sencillo.
Una empresa o un sector enfrenta vientos en contra cuando tendencias particulares no favorecen su modelo de negocio. Por ejemplo, cuando el precio del petróleo baja, eso no es beneficioso para las compañías del sector. A medio plazo, esto puede no ser un problema, ya que los precios del petróleo caen y luego vuelven a ganar terreno en algún momento, por lo que el viento en contra se convierte en viento de cola. Pero las cosas se ponen incómodas cuando el viento sopla de frente durante mucho tiempo. Es cuando se tiende a hablar de problemas sostenidos causados por cuestiones estructurales.
La digitalización plantea un problema estructural masivo para muchos sectores, si no para todas las áreas de la vida y, por lo tanto, para las interfaces con los clientes. El comercio minorista, la industria turística, los grupos mediáticos y el sector financiero se ven especialmente afectados. Los sectores que se caracterizan principalmente por interfaces analógicas o físicas no serán superfluos. Las empresas de estos sectores se ven cada vez más presionadas por las plataformas digitales.
Hay dos razones clave para esto: por un lado, las empresas digitales no están reinventando los servicios, sino proporcionando unos más eficientes. Más opciones, disponibilidad permanente y precios bajos son solo algunos de los aspectos que hacen que las empresas online sean atractivas.
Además, la escalabilidad de las estructuras de costes de estas empresas es una ventaja competitiva casi insuperable. Una vez que la infraestructura tecnológica está en su lugar, cada cliente adicional aumenta la rentabilidad. Por el contrario, el competidor analógico tiene que gestionar sucursales físicas costosas, financiar el almacenamiento y, a menudo, tiene unas tasas de reposición de existencias y unas capacidades de personal deficientes que son difíciles de calcular y a menudo no se utilizan plenamente. Mientras que una compañía como Amazon todavía tiene centros de distribución físicos, pero bien utilizados, otras se enfocan completamente en proveer servicios digitales. Una empresa como Booking Holdings, por ejemplo, es un bróker que, sin poseer una sola habitación de hotel, cobra un porcentaje de la tarifa de la reserva como comisión por cada una que logra alquilar. Flixbus ofrece principalmente servicios de transporte, pero es puramente un bróker.
Las compañías independientes colman los servicios de transporte. Los medios de comunicación reciben cada vez más presión de corporaciones como Alphabet (Google), Facebook o Netflix. La accesibilidad de las empresas de servicios online hace que tengan un alcance difícilmente imaginable con los canales de venta convencionales. Así que no solo tienen un alto grado de escalabilidad, sino que también acaparan una parte cada vez mayor de los ingresos por publicidad. Los proveedores de servicios financieros, como los bancos y las aseguradoras, sentirán el impacto de esto. Las redes de distribución fragmentadas tendrán cada vez más dificultades para dar servicio a las zonas rurales, al igual que a los puntos de venta al por menor.
Además, hay competencia de proveedores de servicios financieros puramente digitales que se han especializado en cuestiones específicas. Su capacidad de generar ganancias les permite invertir mucho más en la expansión de la infraestructura tecnológica para aumentar su cuota de mercado y su competitividad. Un buen ejemplo de ello son las empresas que se han convertido en proveedores de los denominados servicios de pago. El índice de bancos de la eurozona ha caído alrededor de un 20% desde principios de año, pero una empresa como Wirecard creció un 100% exactamente en el mismo periodo. El índice de bancos de Estados Unidos ha crecido únicamente un 3%, mientras que Mastercard, aun clasificada como empresa tecnológica, lo ha hecho en un 43%.
La lista de irrupciones digitales es larga. Los inversores pueden elegir si prefieren invertir con vientos de cola o en contra. Aquellos que sienten la fuerza del viento golpear sus caras no tienen opción: tienen que cambiar. Los que sean exitosos en ello seguramente sean recompensados en los mercados de valores.
Klaus Kaldemorgen es Gestor de Deutsche Concept Kaldemorgen