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Jaime Rodríguez: “Allá donde haya una carretera, habrá un BlaBlaCar”

La ‘startup’ francesa está desarrollando un sistema para compartir coche de camino al trabajo y descongestionar las ciudades

Juan Lázaro

Los vehículos se crearon con cinco plazas para poder transportar a familias enteras, sin embargo la ocupación media de cada uno de ellos es de 1,7 personas. Un dato que el director general de BlaBlaCar para Iberia y Alemania, Jaime Rodríguez (Madrid, 1984), ingeniero de telecomunicaciones, considera absurdo. Para el directivo, la economía colaborativa es parte de la respuesta de una creciente preocupación por el medioambiente, “una transición hacia un sistema más circular y más racional en el uso de los recursos, que al fin y al cabo son finitos”. También considera que la organización a la que pertenece es una de las formas más puras de esta nueva economía, pues “dentro de ese saco de economía colaborativa se han metido muchos ejemplos que quizá no son tan colaborativos”, argumenta.

R. Dirige Iberia y Alemania, ¿son mercados parecidos?
R. En realidad no, Alemania tiene una enorme tradición de coche compartido, allí se usa desde después de la II Guerra Mundial. De hecho, hasta cuentan con una palabra específica para ello: mitfahrgelegenheiten. Por su parte, en España sucede más bien al contrario, antes de la llegada de BlaBlaCar, eso de compartir coche con desconocidos nos sonaba marciano, y como nunca hemos tenido un concepto concreto para ello, ahora la gente lo llama “hacer un BlaBlaCar”. Eso es algo que nos hace muchísima ilusión.
R. El coche privado estaba considerado un símbolo de estatus, ¿cÓmo combaten esa imagen?
R. Eso tiene que ver con la cultura que se ha generado en Occidente en el último siglo. Tradicionalmente, a través del cine y la publicidad, los vehículos han estado asociados no solo al estatus, sino a una serie de valores como la independencia y la libertad. Sin embargo, resulta un poco paradójico que inventáramos los coches con cinco asientos para transportar familias y los utilicemos prácticamente vacíos. Afortunadamente, desde la aparición de internet, empezamos a inventar nuevas formas de colaborar para hacer un uso más eficiente de los recursos. Así surgió la posibilidad de compartirlos para hacer un uso al menos racional.
R. BlaBlaCar no es siempre la opción más económica para desplazarse dentro de un país, ¿por qué utilizarla entonces?
R. El coche compartido ofrece algo más que movilidad más asequible. Por un lado, permite un desplazamiento más directo, se pueden comunicar poblaciones que no están tan bien unidas por los servicios tradicionales de transporte. Pero también presenta un componente social, el de la experiencia y la posibilidad de conocer a otras personas, ese es uno de los motivos por los que la gente repite. Recientemente, hicimos un estudio del impacto social del coche compartido y obtuvimos datos muy interesantes. En España, seis de cada diez personas reconocían haber cambiado de opinión sobre algún tema en un viaje en BlaBlaCar y un 28% aseguraba que había contado algo que nunca había relatado antes.
R. ¿Han planteado usarla para trayectos frecuentes como ir a trabajar?
R. Sí, tenemos una iniciativa en pruebas en Francia que se llama BlaBlaLines. Con ella, queremos ayudar con un problema del que creo que todos somos conscientes como es la congestión para entrar a las grandes urbes como Madrid, París, Barcelona,... Ciudades en las que mucha gente vive en los alrededores y va a trabajar todos los días con su coche. Estamos haciendo las pruebas en París y esperamos poder expandirla a otras ciudades. Además, aunque aún no estamos monetizando estos trayectos, son un excelente ejemplo de colaboración público-privada porque es la propia administración la que está subvencionando parte de ellos.
R. El nuevo algoritmo ayuda a conectar mejor las ciudades intermedias, ¿es una opción para los pueblos más olvidados por el transporte público?
R. Sí, definitivamente. Nosotros tenemos una visión a largo plazo de cómo el coche compartido puede dinamizar la movilidad en general. Con el transporte tradicional, si yo quiero viajar de una población en la periferia de Madrid a las afueras de Valencia, primero tengo que llegar a Madrid, de ahí llegar hasta Valencia, etc. El coche compartido permite una conexión muchísimo más directa. Nuestra visión es que allá donde haya una carretera, va a haber un BlaBlaCar, con innovación, aplicando más tecnología y con una mayor inteligencia en una comunidad que cada vez es más masiva.
R. En el caso de los trayectos frecuentes, ¿cómo combaten que la gente no se ponga de acuerdo entre ellos y deje de lado la plataforma?
R. No es algo que nos preocupe en particular. Nosotros entendemos que en el momento en el que alguien hace un amigo en BlaBlaCar, ya sea para una media, larga o corta distancia, nuestro trabajo está hecho. Nuestra labor es poner de acuerdo a personas para que viajen juntas y seguir siendo una alternativa para que si un día no pueden desplazarse juntas, encuentren otra opción.
R. En algunos aspectos han tenido que ir por delante de la legislación...
R. Es natural, eso es sinónimo de innovación, sino no estaríamos innovando y se necesitan más empresas así, más compañías como BlaBlaCar. Lo que nos corresponde es hablar con los reguladores y explicarles por qué surgen estos modelos. Lo que es indudable es que la innovación va a llegar y es mejor que llegue de Europa a que llegue de fuera y nos limitemos a regularla. Sino el valor vendrá de fuera y no lo estaremos generando aquí. En Europa necesitamos generar un marco que permita el crecimiento de estas empresas.

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