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Tribuna
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¿Es el momento de invertir en Japón?

La Bolsa nipona, analizada en yenes, ha aumentado un 130% desde el 31 de diciembre de 2012

Pixabay
CINCO DÍAS

Entender las dinámicas de Japón a veces parece un problema matemático. Podría decirse que lo que sucede en este mercado es como resolver una ecuación, aunque no es tan simple. Al igual que en muchas ramas de las matemáticas, el tiempo que les dediques es importante. Lo que hace a un buen matemático o a un buen emprendedor no son solo los años de experiencia, sino también –y sobre todo– la atención que presta a su campo de estudio o a su industria. Es importante tener en cuenta que hay que ser apasionado y paciente.

Ya sea en innovación, tecnologías de vanguardia, robótica, arte o gastronomía, Japón a día de hoy despunta y permite la modernización de grandes sectores. Sin embargo, para el país nipón esto no es nada nuevo. De hecho, las palabras anteriores podrían servir sin problemas para realizar una introducción al Japón de la década de 1990. Desde entonces, ¿ha cambiado el país o está condenado a la deflación? ¿Qué cambios pueden esperar los inversores con acciones japonesas en el futuro?

Shinzo Abe, que fue elegido en 2012, marcó el inicio de esta última etapa de la evolución en Japón. El país, que cabe señalar que es bastante conservador, ha pasado por tres oleadas masivas de modernización en los últimos 150 años. Todo empezó con la Restauración Meiji de 1868, que fue el preludio de un Japón que hasta entonces había rechazado el contacto con otros países que se abrían al mundo, y con ella vio despegar la industrialización. En 1945, un Japón devastado vio cómo todo el progreso que había hecho desde 1868 se reducía a cenizas, pero seguía teniendo el know-how colectivo y el firme convencimiento por el sí se puede, aspectos que impulsaron el país a la cúspide de las potencias industriales en 1990. En las dos décadas posteriores estalló una burbuja inmobiliaria pero, lo que es más importante, se inició una deflación estructural. Esto duró hasta la aparición de Abe y Kuroda y la introducción de una política monetaria extremadamente flexible basada en reformas y estímulos fiscales. Para sobrevivir, Japón tuvo que hacer cambios estructurales, y lo ha logrado.

Las consecuencias de esta nueva política monetaria conllevaron un estímulo que puede observarse en el largo plazo: una vuelta al crecimiento, medido en términos de PIB positivo desde hace casi cinco años, y la presencia de la inflación. También se percibe en las expectativas de aquellos que se ven más afectados: los consumidores.

El aumento de la remuneración fija y variable reforzó su efecto, al igual que la falta de personas que desempeñaran funciones en sectores clave como los servicios, la asistencia sanitaria y la construcción. Todos estos factores explican el comportamiento del mercado bursátil japonés, que ha aumentado un 130% en términos de yenes desde el 31 de diciembre de 2012.

Más allá del cambio en la dinámica de los salarios y los precios, Japón también se está beneficiando de la recuperación coordinada de las principales economías del mundo y se está sumando al crecimiento de la economía global. Sin embargo, hay que preguntarse si estos factores cíclicos son simplemente incidentales o si estamos viendo realmente un cambio estructural en las percepciones del consumidor japonés, así como en las de los inversores locales e internacionales. En cualquier caso, el cambio más importante afecta a las empresas, a la inmigración y a la mayor inclusión de la mujer en el mercado laboral. Estos aspectos, junto con la apertura de Japón a los trabajadores extranjeros, representan una respuesta cultural y social a una necesidad demográfica que se refleja también en los fondos de pensiones, que invierten en acciones nacionales para mejorar y cumplir sus compromisos financieros. De este modo, el crecimiento de dividendos y recompras de acciones, los mejores rendimientos del capital y la creación de índices basados en estos criterios son signos de un cambio importante en la relación entre el accionista y el negocio. En un país en el que los conglomerados y la falta de transparencia en el pasado han causado una caída en el valor en comparación con las acciones globales, este cambio supone un avance muy positivo para los japoneses y la economía del país nipón, que va por muy buen camino.

 Cédric Le Berre es Especialista de producto de UBP

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