El legado de Hawking en su medio siglo de regalo
El físico británico, al que le dieron dos años de vida, falleció ayer a los 76 en Reino Unido Pasará a la historia por su trabajo sobre los agujeros negros
Su muerte, esperada ya hace 53 años, deja un vacío entre la comunidad de investigadores, a la vez que un rico legado científico. El físico teórico Stephen Hawking (1942, Oxford, Reino Unido), considerado una de las diez personas más inteligentes del mundo, logró explicar algunas de las cuestiones más complejas del universo. Por el contrario, su propia vida resultó ser todo un enigma. Su drama, que acabó convirtiendo en oportunidad, comenzó cuando cumplió 21 años y le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El pronóstico fue, como sucede en la mayoría de aquellos que sufren esta enfermedad, demoledor: no viviría más de dos años. Sin embargo, la vida le regaló 53 años más, ya que falleció este miércoles a los 76 años en su casa de Cambridge.
Hawking tenía una gran capacidad que él definía como “la habilidad para adaptarse a los cambios”. Y fue precisamente su profesión una válvula de escape, pero a la vez y su gran obsesión fue unir la teoría de la relatividad de Einstein con la teoría cuántica. Una investigación que originó un modelo, según el cual el universo se basa en dos conceptos de tiempo: el real, el que el ser humano experimenta, y el imaginario de la teoría cuántica, en el que el mundo realmente puede funcionar.
Junto a su colega Roger Penrose, mostró que la teoría de la relatividad de Albert Einstein implica que el espacio y el tiempo han de tener un principio, que denominó big bang, y un final dentro de los agujeros negros. A mediados de los 70, descubrió que las leyes de la mecánica cuántica y de la relatividad general desmentían incluso que los agujeros negros fuesen completamente negros, pues emitían una radiación, conocida desde entonces como “radiación Hawking”. En 2004, reconsideró su propia teoría y esta vez cuestionó que los agujeros negros fueran un pozo sin fondo como había mantenido con anterioridad. Sus hipótesis sobre el universo resultaron ser más acertadas que las expuestas por los médicos que le diagnosticaron y auguraron una muerte temprana.
Pues, aunque los primeros meses fueron duros, se tomó su enfermedad con humor. En una ocasión reconoció que “me he convertido en uno de los científicos más conocidos del mundo. Esto es, en parte, porque los investigadores, aparte de Einstein, no son estrellas del rock ampliamente conocidas, y en parte, porque encajo en el estereotipo de un genio discapacitado”. También supo aprovechar su tirón mediático, sobre todo para recomendar a las personas que se encontraban en una situación parecida a la suya que se concentraran “en las cosas que su desventaja no les impida realizar y no se lamenten de las que no puedan hacer”.
Su coraje y persistencia, aderezada con el humor y la ironía que se gastan los genios, inspiraron a personas en todo el mundo. En una ocasión, señaló que “el universo no sería gran cosa si no fuera hogar de la gente a la que amas”.
Lo cierto es que Hawking pasará a la historia por su trabajo sobre los agujeros negros y por unificar las dos grandes teorías de la física del siglo XX, la de la relatividad y la de la mecánica cuántica.
En su haber figuran algunos libros convertidos en bestseller, ayudado por su tirón mediático, además de por su contenido divulgativo, entre ellos Breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros (Alianza Editorial), publicado en 1988 y que contribuyó a acercar el conocimiento del universo a millones de personas en todo el mundo. Se convirtió en uno de los libros de divulgación científica más influyentes de todos los tiempos. La respuesta a este éxito editorial se encuentra en el prólogo del libro, a cargo de Carl Sagan: “También se trata de un libro acerca de Dios... o quizás acerca de la ausencia de Dios. La palabra Dios llena estas páginas. Hawking se embarca en una búsqueda de las respuestas a la famosa pregunta de Einstein sobre si Dios tuvo alguna posibilidad de elegir al crear el universo. Hawking intenta, como él mismo señala, comprender el pensamiento de Dios”.
Aunque nunca consiguió el Premio Nobel de Física, sí recibió numerosos reconocimientos internacionales. En España también le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1989, el premio Fonseca de la Universidad de Santiago de Compostela en 2008, o el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas en 2015.
Jane Wilde, su gran apoyo
En 1965, el científico Stephen Hawking se casó con su primera esposa, la escritora Jane Wilde. Esta resultó ser un gran apoyo durante su enfermedad, cuidó de él y logró que los tres hijos de ambos, Robert, Timothy y Lucy, tuvieran una vida normal. Aunque como el propio Hawking contó en sus memorias, Wilde se iba deprimiendo cada vez más según avanzaba su enfermedad, lo que acabó provocando su divorcio en 1990. Tras la ruptura, él se fue a vivir con su enfermera Elaine Mason, con la que se casó en 1995.