Acciones frente a bonos: ¿qué es más rentable?
Tras las alzas de tipos, la rentabilidad por dividendo del S&P 500 y el Dow Jones es inferior al bono a 10 años En Europa, con la renta fija bajo mínimos, los gestores siguen viendo más atractivo en Bolsa que en bonos
Bolsa o deuda. Es la gran pregunta que se plantean los inversores. Después de años en los que las políticas ultralaxas de los bancos centrales han arrastrado a la renta fija a mínimos históricos, ahora el mercado de deuda empieza a adentrarse en un nuevo escenario de tipos más altos y son muchos los que miran a los bonos con apetito. No obstante, existen grandes diferencias entre regiones.
La rentabilidad de la deuda de EE UU a diez años ha revalidado sus máximos de 2014 en reiteradas ocasiones en este inicio de 2018. La última vez, esta misma semana. El miércoles el bono estadounidense con vencimiento en 2028 repuntó hasta el 2,94% después de que las actas de la Reserva Federal constataran un mayor impacto de la reforma fiscal en el corto plazo y la necesidad de seguir subiendo los tipos de interés.
Estos ascensos tienen su réplica en los títulos con vencimientos más cortos como el bono a cinco años (se sitúa en el 2,6%, niveles de 2010) y la deuda a dos años (en el 2,2%, máximos de 2008). La recuperación experimentada por la renta fija de EE UU fruto del proceso de la normalización monetaria y la mejora significativa de la inflación aproximan el atractivo de la deuda a la rentabilidad por dividendo de los principales índices de Wall Street. Así, la rentabilidad por dividendo del S&P 500 y del Dow Jones se sitúa en el 2,3% y 2,2%, respectivamente. Es decir, se encuentran por debajo o, en el mejor de los casos, están empatados con la rentabilidad de la deuda.
En este escenario son muchos los inversores que empiezan a recuperar el apetito por la renta fija. Especialmente los más conservadores, que en los últimos años se han visto abocados a asumir algo más de riesgo para sacar partido a la inversión.
Fernando Hernández, subdirector de Andbank Wealth Management, afirma que en este contexto la rentabilidad de la deuda frente a la Bolsa empieza a ser atractiva. No obstante, advierte de que el principal riesgo en la renta fija está en la duración. El gestor señala que si los repuntes continúan, el bono americano puede ser una opción pues aunque en precio puede caer a los niveles del 3-3,5% ya empieza a ofrecer unos cupones atractivos.
Gonzalo Ramírez Celaya, director de renta fija de Tressis, apunta que en un contexto de crecimiento económico como el actual el decantarse por un activo u otro (deuda o Bolsa) va a depender de los resultados de las empresas. “Si las próximas cuentas empresariales consiguen batir las previsiones, la Bolsa estadounidense continuará subiendo, pese a que ya cotiza a unos niveles muy exigentes”, afirma. Por el contrario, si los resultados son menores es de esperar una corrección en la renta variable y el trasvase de flujos a la deuda.
El escenario es completamente distinto en Europa, donde la compra de bonos gubernamentales es vista por el consenso como un sinsentido. A pesar del repunte generalizado de las rentabilidades soberanas en los dos primeros meses del año, los tipos de la deuda soberana continúan bajo mínimos. Es de esperar que en un contexto de retirada de los estímulos como en el que está inmersa la eurozona, el repunte de las rentabilidades y consiguiente caída de los precios sea una constante.
En enero de 2018 el BCE redujo su programa de compra de activos a 30.000 millones de euros al mes, importe que mantendrá, al menos hasta septiembre. Aunque la institución que preside Mario Draghi continúa adquiriendo deuda pública y de empresas, ya ha empezado a dar los primeros pasos hacia el fin de las políticas ultralaxas. No obstante, el camino a recorrer es largo y el banquero italiano avanza con pies de plomo para evitar trastocar la recuperación experimentada en la región.
Con la deuda alemana a 10 años en el 0,7%, la renta variable sigue ganando por goleada en las apuestas de las firmas de análisis. La rentabilidad por dividendo del Dax se sitúa en el 2,89%. Pero si en su lugar se escoge como indicador la inversa del PER –otra variable para comparar la cotización frente a los beneficios–, la rentabilidad ofrecida por la Bolsa alemana es del 6,8%.
Es decir, confirma el atractivo de la renta variable.Si se toma como referencia a la Bolsa española, una de las más generosas con el accionista, la rentabilidad por dividendo del Ibex 35 alcanza el 4% mientras la inversa del PER sube hasta el 6,7%.Esto contrasta con el rendimiento de la deuda a diez años que se sitúa al filo del 1,6%. En la última semana, la rentabilidad de la deuda española con vencimiento en 2028 ha corregido parte de las caídas que venía registrando en este inicio año, un periodo marcado por la mejora del rating por parte de Fitch. La decisión de la agencia de calificación permitió al bono español a diez años caer al 1,35% y escapar a la volatilidad desatada en la renta fija ante los rumores de un repunte acelerado de la inflación que llevara a los bancos centrales a retirar los estímulos más rápido de lo inicialmente previsto.
Ni siquiera la deuda italiana a diez años, que se sitúa en el 2,17% penalizada por el riesgo político consigue batir a las rentabilidades del Mib. En lo que a rentabilidad por dividendo se refiere, la de la Bolsa italiana asciende a 3,22% y si se escoge como referencia la inversa del PER, la renta variable del país transalpino ofrece un retorno del 7,9%.
A diferencia de EE UU donde algunos empiezan a poner en precio la corrección, en Europa la renta variable dispone de margen de revalorización y cotiza a unos múltiplos menos exigentes. Así, mientras el PER (número de veces que el beneficio está recogido en el precio) del S&P 500 se sitúa en las 22 veces, el de índices como el Ibex o Dax alemán, alcanza las 14,8 y 14,57 veces, respectivamente.
La gran incógnita sigue siendo cuáles son los activos que mejor se pueden ajustar a los inversores más conservadores. Especialmente para aquellos a los que los dividendos no compensan el riesgo de entrar en Bolsa. Fernando Hernández afirma que dentro de los activos tradiciones los depósitos son los que mejor se ajustan a este criterio. La rentabilidad es mínima pero elimina por completo el riesgo asociado a la volatilidad. La otra alternativa pasa por los activos inmobiliarios. Aquí el experto recomienda optar por fondos de inversión para diversificar la cartera. En lo que a renta fija se refiere, el subdirector de Andbank Wealth Management, recomienda fondos de inversión de gestión flexible que carecen de la obligación de invertir en duraciones largas y operan en el mercado a través de derivados.
Ramírez Celaya también se decanta por la ventas de futuros en lo que a deuda soberana se refiere, algo que debe gestionarse vía fondos, pues la inversión mínima requerida para efectuar estas operaciones son 100.000 euros. El experto defiende, que en contra de la idea generalizada que impera en el mercado, la renta fija tiene sentido, pues “existe un bono para cada situación”. Por ejemplo, en un escenario de subida de tipos los que quieran jugar la carta de la renta fija pueden hacerlo vía cupones flotantes. Si por contra lo que sube es la inflación, los bonos ligados al IPC son la mejor vía y en un escenario de crecimiento y tipos estables, la compra de títulos en el mercado es la mejor opción.