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Sanidad apunta a la mano dura en el debate sobre el cigarrillo electrónico

El Ministerio y las autonomías desaconsejan su uso por los riesgos Los fabricantes temen una nueva recesión en su negocio

Cigarrillos electrónicos
Belén Trincado / Cinco Días

Años después del boom del cigarrillo electrónico, que inundó ciudades con locales de venta hasta que llegó la crisis, el vapeo vuelve a estar de moda. El negocio de los pequeños empresarios y comerciantes ha recuperado la senda del crecimiento, a la espera de la gran apuesta que se espera de las grandes tabaqueras hacia estos dispositivos. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad y las autonomías han reabierto en España el debate sobre estos productos, lo que puede afectar al futuro de esta categoría.

El Consejo Interterritorial del Sisetema Nacional de Salud hizo un comunicado el pasado 14 de febrero en el que señaló que en los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado —dispositivos a medio camino entre el cigarrillo tradicional y el electrónico— “no puede excluirse los riesgos para la salud”.

El organismo, que une al Ministerio y las distintas Consejerías autonómicas, advirtió que “generan un aerosol que contiene nicotina en igual o mayor medida que el cigarrillo tradicional” y aconsejó “no consumir ninguno de estos productos”.

La advertencia sanitaria llega en un momento en el que el todavía pequeño mercado del cigarrillo electrónico volvía a crecer tras la crisis sufrida en 2013 y 2014. Son casi medio millón de usuarios los que utilizan estos dispositivos, según los datos aportados por la Unión de Profesionales y Empresarios de Vapeo (UPEV). Las ventas crecieron un 28% en 2017, hasta los 70,5 millones.

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Estas advertencias de las autoridades abren un debate en el que hay posturas encontradas, también entre gobiernos. La posición presentada por las autoridades española difiere de la doctrina en otros países como Reino Unido. Allí, el servicio público de salud presentó este mismo mes un informe en el que se señalaba que el cigarrillo electrónico era “hasta un 95%” menos nocivo y constituía una alternativa para ayudar a dejar de fumar. En concreto apuntaba que al menos 20.000 personas al año dejarían el consumo de nicotina cada año en Reino Unido.

En definitiva, el debate se basa en si tiene un menor riesgo que el tabaco tradicional y si, por ello, debe ser tratado de manera diferente e incentivado para fumadores que o bien quieren dejar de fumar o busca hacerlo con menor riesgo.

El informe británico era un espaldarazo a las posiciones favorables al uso del cigarrillo electrónico, como el caso de la Organización de Médicos en Apoyo al Vapeo y de los Cigarrillos Electrónicos (Move, en sus siglas en inglés). Carmen Escrig, su presidenta y doctora en biología molecular, asegura que se recibió “con mucha decepción y lástima” el posicionamiento de las autoridades españolas. “Hay multitud de estudios favorables pero se han dejado llevar por estos mensajes que crean confusión”, añade. “Decirle a un fumador que quiere dejarlo que no utilice estos dispositivos es como decirle que no deje de fumar”, argumenta.

Por el contrario, la Comisión Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), que engloba a organizaciones como la Asociación Española Contra el Cáncer, recibió con “alegría” el comunicado de las autoridades españolas, como señala Andrés Zamorano, portavoz de la organización. “No tiene sentido que se reconozca como alternativa para dejar de fumar”, añade. Para él, este tipo de dispositivos llevan a un “consumo dual”, es decir que se consuman los nuevos productos y los tradicionales, y no a una sustitución, por lo que no existe ese menor riesgo.

Uno de los estudios que se han hecho en España al respecto del cigarrillo electrónico lo hizo Joan Grimalt, químico del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Grimalt se centró en el contenido del humo del tabaco y el vapor de los dispositivos electrónicos. “El vapeo contiene muchos menos componentes tóxicos”, señala el experto, quien considera que “sería comparable a los chicles y parches de nicotina”.

Sin embargo, Carlos Jiménez, neumólogo y presidente electo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) asegura que “no se ha demostrado la eficacia del cigarrillo electrónico para dejar de fumar, solo hay estimaciones que no tienen mucha base científica”. En este sentido, aseguró que felicitó al Ministerio de Sanidad por su comunicado. “Aunque tenga menos contenido tóxico, el vapor del cigarrillo electrónico sigue siendo dañino”, asevera.

El cigarrillo electrónico y el tabaco calentado han sido señalados como el futuro de la industria tabaquera a nivel mundial. Sin embargo, ya existen cuatrocientas empresas en España que se dedican a producir y comercializar estos dispositivos. Arturo Ribes, presidente de la UPEV, asegura que la posición española es “alarmista”. “Sabemos que no es inocuo, pero debe compararse con el tabaco y el riesgo es menor”, añade. El directivo teme que puede provocar “una nueva recesión” para el sector.

Temores y esperanzas de una nueva ley

Trasposición. El año pasado se aprobó la trasposición de la directiva europea del tabaco, que incluía restricciones y advertencias en la venta del cigarrillo electrónico. Arturo Ribes, presidente de la UPEV, considera que la normativa española impulso más cargas administrativas y burocráticas de las recomendadas por Bruselas.

Nueva ley. El directivo considera que el comunicado de Sanidad es un primer paso para un cambio en la ley. “Creo que el objetivo es ese”, lamenta. Los detractores de estos dispositivos quieren que así sea, como apunta Andrés Zamorano, de la CNPT. “Confiamos en que haya un cambio en el menor tiempo posible”, apunta el portavoz de la organización, quien considera que se debe “desnormalizar” el acto de fumar, ya sea tabaco o este tipo de dispositivos.

Consultas. Carmen Escrig, de Move, asegura que España ya está “ a la cola de Europa” en cuanto a su posición con el cigarrillo electrónico y lamenta que el Gobierno “no nos ha consultado” a las organizaciones para lanzar un comunicado como el hecho por Sanidad y las autonomías.

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