El atractivo oculto de los bonos eternos
Las emisiones a plazos ultralargos tienen una gran demanda por ofrecer más del 7% El inversor incorpora valor y estabilidad a su cartera
No hay empresa que mil años dure ni ojos humanos que llegaran a verlo. Sin embargo, el reciente lanzamiento al mercado de un bono milenario, con vencimiento en 3017 por parte de la compañía de energía danesa Orsted, se saldó con una elevadísima demanda (de cinco veces la oferta, situada en 500 millones de euros). El cupón era del 2,25%. Según los expertos consultados, el atractivo de estos títulos, considerados perpetuos, tiene partida doble: para la empresa que los emite y para el inversor que los compra. Pero ¿merecen realmente la pena las emisiones de deuda corporativa a un plazo ultralargo?
Los analistas explican que, por un lado, las compañías (al igual que han hecho también algunos Estados soberanos) aprovechan la coyuntura actual de unos tipos de interés en mínimos históricos para financiarse muy barato. Por otro lado, los inversores se aseguran una rentabilidad razonable en relación a los tipos a corto.
Cristina Gavin, de Ibercaja, señala que los inversores institucionales que acuden a estas emisiones no suelen hacerlo con la vista puesta en la fecha de amortización del bono, sino con la intención de venderlo a un precio más alto al de compra en el mercado secundario. “Es una forma de gestionar las carteras con el entorno de tipos bajos y con el mensaje de fondo del BCE de que seguirá reinvirtiendo las compras de deuda”.
En la última reunión de política monetaria del BCE, Mario Draghi lanzó la idea al mercado de que los tipos reducidos se mantendrán por más tiempo. Y el programa de adquisición de deuda, aunque se reducirá a la mitad, de 60.000 a 30.000 millones de euros a partir de enero de 2018, se extinguirá de forma muy gradual, habiéndose dejado incluso la puerta abierta a mayores extensiones en el tiempo en caso necesario.
Para Javier Ferrer, director de tipos de interés y divisas de Ahorro Corporación, “el apetito del mercado por este producto en particular de Orsted viene dado porque, aunque se trata de un high yield con un rating BB+, es una empresa energética sostenible y este tipo de bonos verdes se están convirtiendo en un reclamo para decir al cliente final que sus inversiones está orientadas a un entorno limpio”. Añade que tienen una fuerte demanda en países nórdicos y del centro de Europa.
Los tenedores de este tipo de papel suelen ser grandes fondos de inversión, fondos de pensionesy compañíasde seguros
Normalmente, al igual que sucede con los bonos a largo plazo emitidos por los estados, como el del Tesoro mexicano a 100 años con vencimiento en 2115, los tenedores de estos títulos suelen ser los grandes fondos de inversión mundiales, fundamentalmente aseguradoras, que utilizan estos largos vencimientos para cubrir muchas de sus pólizas a largo plazo.
Enrique Lluva, subdirector de renta fija de Imantia Capital, destaca que “hay fenómenos de inversión que encajan como un guante sobre todo en el ámbito de los seguros”. Expone que el seguro-ahorro es un producto mediante el cual la compañía aseguradora garantiza una determinada rentabilidad de manera obligatoria a sus asegurados y la relación contractual suele ser muy larga. “Los clientes podrán cambiar, incluso morirse, pero vendrán otros nuevos y la compañía siempre tendrá una cartera con una rentabilidad suficiente para atender los compromisos”.
Aunque los expertos insisten en que es complicado hacer previsiones de tipos de interés a tantos años vista, la trayectoria histórica del precio del dinero es descendente, de manera que si se mantiene esa tendencia, las rentabilidades actuales de este tipo de bonos serán un buen negocio. Con todo, Pablo Larraga, de EFPA, opina que “pensar en 30 años vista es factible, pero 1.000 años es una fantasía, un intento comercial de ofrecer algo diferente cuando los tipos están en mínimos y se dan condiciones que difícilmente se van a repetir”.
No es la empresa danesa la única en recurrir a estas emisiones tan singulares. Dominan las grandes compañías, como Coca-Cola, que fue la primera en lanzar estos activos el siglo pasado con un cupón al 7%, y empresas de infraestructuras de ferrocarril o electricidad.
Mhamed Fenniri, gestor de carteras de Natixis Asset Management, indica que “las empresas también emiten estos bonos para proteger su calificación y financiar proyectos a largo plazo o fusiones y adquisiciones”, al tiempo que “los inversores esperan la primera fecha de convocatoria (call) en la que la empresa puede recomprar el bono”, en el caso de los híbridos. Joe Moxham, analista de crédito de Jupiter AM, advierte de que estos bonos “te dejan más expuesto al riesgo cuando cambia el sentimiento de mercado”.
Pero recuerde: no hay empresa que mil años dure ni inversor que lo resista.
Los peligrosde la renta fija
Estallido de la burbuja. Hace ya algunos años que se especula con el estallido de la burbuja de la renta fija. Este activo lleva subiendo ininterrumpidamente más de 30 años y hay quien piensa que la tendencia alcista no puede prolongarse más y en algún momento habrá una corrección.
Impago. El mayor riesgo es que el prestatario no afronte el pago de su deuda, es decir, que haya default.
Subida de tipos. Cuando los tipos de interés suben, el precio de los bonos baja y lo hace en proporción a la duración. Con los tipos de interés en mínimos históricos, un aumento de tipos afectará negativamente al precio de los bonos.