_
_
_
_

La UE y EE UU cierran filas con el Gobierno de Rajoy

La estrategia internacional de Puigdemont naufraga tras la declaración de independencia Bruselas espera que el conflicto se resuelva sin violencia

La canciller alemana, Angela Merkel (d), conversa con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (i), en la cumbre europea de la semana pasada en Bruselas. EFE/ Olivier Hoslet / Pool
La canciller alemana, Angela Merkel (d), conversa con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (i), en la cumbre europea de la semana pasada en Bruselas. EFE/ Olivier Hoslet / Pool

La aprobación este viernes en el Parlamento de Cataluña de una resolución a favor de la proclamación de la independencia ha cosechado un inmediato rechazo en las principales capitales del planeta. La respuesta negativa de la UE y de EE UU desbarata la estrategia del gobierno catalán de Carles Puigdemont, que ha cultivado durante meses la agenda internacional con la esperanza de encontrar apoyos al movimiento independentista.

Bruselas y Washington han reaccionado de manera casi inmediata para dar su apoyo al gobierno de Mariano Rajoy y al orden constitucional vigente en España. Alemania también se ha sumado rápidamente al rechazo a la que se ha convertido en la primera declaración unilateral de independencia de una región en un país de la Unión Europea.

"Para la UE, nada ha cambiado. España sigue siendo nuestro único interlocutor", ha señalado en un tuit el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El gobierno estadounidense de Donald Trump ha emitido un comunicado señalando que "Cataluña es una parte integral de España y EE UU apoya las medidas constitucionales del gobierno español para mantener España fuerte y unida".

"Espero que el gobierno español favorezca la fuerza de los argumentos en lugar del argumento de la fuerza", añade Tusk, en una clara referencia a las escenas de cargas policiales durante el frustrado referéndum del 1 de octubre en Cataluña que conmocionaron a parte de la opinión pública europea.

La violencia del 1-O otorgó al movimiento independentista una breve victoria mediática, pero no se tradujo en un cambio de posición de las capitales europeas. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, mantuvieron su apoyo sin ambages al gobierno de Rajoy, un apoyo ratificado tras el anuncio de las medidas de intervención de la Generalitat catalana mediante la invocación del artículo 155 de la Constitución española.

"España es un Estado de Derecho, con reglas constitucionales. [Rajoy] quiere que se respeten y tiene mi pleno apoyo", ha señalado Macron tras la resolución del Parlament y la autorización del Senado al gobierno español para aplicar medidas en base al artículo 155.

El gobierno alemán incluso urgió a Puigdemont a responder a los requerimientos del Gobierno español sobre la declaración de independencia. Y tras la votación de este viernes en el Parlament catalán a favor de la secesión, Berlín ha emitido un comunicado descartando el reconocimiento de esa declaración. "Alemania no reconoce la declaración unilateral de independencia del Parlamento regional", ha señalado el gobierno de Merkel.

Naufragio

El gobierno de Puigdemont, como antes el de Artur Mas, ha concentrado en el exterior importantes recursos diplomáticos y presupuestarios con el objetivo de captar apoyos a una potencial independencia. Los esfuerzos se han dirigido, sobre todo, hacia las capitales europeas, con especial énfasis en Bruselas, donde la delegación del Govern y el movimiento independentista ANC (Asamblea Nacional Catalana) han llevado a cabo una intensa labor de lobby para intentar ganarse el favor de las instituciones comunitarias.

La ofensiva despertó ciertas simpatías en algunas capitales, como las bálticas, o entre movimientos independentistas de otros países, como en Flandes (Bélgica) o Escocia (Reino Unido). Pero el plan nunca ganó altura y capotó definitivamente tras la aprobación de las leyes de ruptura en el Parlament de Cataluña el pasado 6 y 7 de septiembre.

El naufragio se debió, por una parte, a la deriva unilateral del proceso que ha desembocado en una resolución de independencia aprobada en el Parlament. Pero también se ha debido a la estrategia del Gobierno español, que ha cultivado de manera discreta los apoyos del gobierno alemán, del francés y de la Comisión Europea.

En contra del procés también ha jugado el apoyo que ha recibido, sin buscarlo, de movimientos euroescépticos o de extrema derecha. La sospecha de un posible apoyo del Kremlin para debilitar a la UE tampoco ha contribuido a dar popularidad a la deriva independentista de las autoridades catalanas.

El eurodiputado de UKip e impulsor del brexit en Reino Unido, Nigel Farage, ha culpado a España de la declaración unilateral de independencia por "haber presionado demasiado a los catalanes". Y ha señalado que el brexit ya no es el principal problema de la UE porque "Cataluña es hoy la peor pesadilla de [Jean-Claude] Juncker"], presidente de la Comisión Europea.

Avispero

El movimiento independentista también se ha estrellado contra el temor de la Unión Europea a agitar el avispero identitario en un continente con centenares de regiones, 75 de ellas con poderes legislativos similares a los de Cataluña.

"No me gusta lo que está pasando en Cataluña", señaló Juncker después de que el Parlament catalán amagara el 11 de octubre con una declaración de independencia. El presidente de la CE alertó contra un precedente que podría desencadenar un efecto dominó dentro de la UE.

"Si Cataluña se convierte en [un Estado] independiente, otros harían lo mismo", advertía Juncker. "No quiero una Unión que dentro 15 o 20 años esté compuesto por 100 estados, ya es suficientemente complicado con 28", añadía el presidente de la CE.

La rebelión de Puigdemont, de hecho, ha sido seguida con mucha atención por movimientos independentistas en Bélgica o Reino Unido. Miembros independentistas del gobierno belga (del partido NVA) han expresado su "admiración" por el procés catalán y no ocultan su intención de reabrir el debate secesionista en Flandes tan pronto como sea posible.

La amenaza ha obligado al primer ministro belga, el liberal francófono Charles Michel, a expresarse con mucho tiento sobre Cataluña para no perder el imprescindible apoyo de los independentistas flamencos.

El primer ministro belga fue el primero en levantar la voz tras las cargas policiales del 1-O. Y este viernes, tras la resolución del Parlament, ha recalcado la necesidad de diálogo y ha evitado pronunciarse expresamente sobre la independencia unilateral. "Una crisis política solo puede resolverse mediante el diálogo", ha tuiteado Michel, aunque ha añadido que la solución "debe respetar el orden ancional e internacional".

Más información

Archivado En

_
_