Una economía digital que revolucionará la industria
La clave para que el sector se adapte a los cambios es ofrecer el producto como si fuese un servicio Todo apunta a que esta transformación será una gran fuente de empleo
La primera farmacia atendida por robots abrirá, posiblemente, en 2021. Hasta entonces, ya podemos realizar la compra en el denominado supermercado del futuro abierto recientemente en Milán. Y para llegar allí, qué mejor que gestionar un vuelo directamente con el chatbot de tu aerolínea operado con inteligencia artificial y lenguaje natural.
Hoy por hoy hay 6.400 millones de objetos conectados y, en 2020, el número superará los 20.000 millones. La digitalización ha llamado a todas las puertas, también a la de la industria y la de sus proveedores. Un sonoro toc-toc que convertirá a automóviles, maquinarias, bienes de equipo y componentes industriales –entre otros muchos– en productos vivos que, basados en la recopilación y procesamiento de datos, sean operados con inteligencia artificial que permita el mantenimiento predictivo y unas cotas de productividad aún desconocidas. Unos procesos industriales conectados, equipados con sensores, controlados por software y conectados a internet que recogen todo tipo de datos, los analizan y comparten los resultados con otros productos y dispositivos conectados entre sí y con el resto del ecosistema de la cadena de producción y distribución. He aquí el núcleo central de la industria X.0.
Bien es cierto que el sector industrial está impulsando su conectividad. Para 2020 la previsión de gasto en sistemas de IIOT (internet industrial de las cosas) se sitúa en 500.000 millones de dólares, una inversión más que necesaria para abrir la transformación del ciclo completo –desde la ideación hasta las operaciones–. De esta manera, se reducirá el tiempo de lanzamiento al mercado –hasta en tres veces– y podrán aumentar significativamente los ingresos y reducir los costes de producción. Un ejemplo: la industria norteamericana prevé implantar la gestión automatiza Jda del flujo de trabajo el año que viene y el 66% de las empresas del sector habrá implementado productos conectados inteligentes para recibir datos de los clientes. Un elemento clave para satisfacer las demandas de los clientes respecto a la facilidad, transparencia y servicio que ya disfrutan como consumidores y ciudadanos. Centrarse más en la experiencia del cliente y menos en el producto es el mejor consejo que el sector industrial puede escuchar: el producto ofrecido como un servicio.
Para mantenerse por delante de las expectativas de los clientes las empresas industriales deberían aprovechar las tecnologías digitales –para así aumentar la escucha activa y las consecuentes ventas–; ejecutar proyectos de transformación digitales; implantar las tecnologías digitales necesarias para ganar eficiencia y eficacia y, por último, diseñar un área de marketing y ventas acorde con la nueva década.
Pero este cambio no solo es un cambio tecnológico, sino que lo es de los propios modelos de negocio, donde gracias a la tecnología la hiperpersonalización de los productos y la servificación de la economía (paso del producto al servicio), entre otros cambios, trastocarán mercados y modelos de competencia.
¿Y el talento? ¿Dónde se encuentra? Todo apunta a que esta nueva revolución industrial será una gran fuente de empleo. Lo importante es saber dónde se creará y –sin lugar a dudas– será allí donde haya innovación y talento. Internet de las cosas, inteligencia artificial, robótica, analytics, ciberseguridad, realidad aumentada… por supuesto. Pero por encima de todo ello siempre estaremos las personas. El potencial humano es ilimitado. El factor diferencial de la industria X.0 es y será el perfil de sus trabajadores cualificados o no. El reciclaje formativo nos afectará a todos y, desde los cuadros directivos hasta los trabajadores menos cualificados, deberemos ser conscientes que el aprendizaje es una constante diaria y que la formación será la piedra angular para ayudar a las empresas a mantenerse relevantes. Adicionalmente hay que rediseñar el trabajo para liberar el potencial creativo y crear oportunidades de empleo basadas en las demandas de los empleados que pasan, generalmente, por desear un trabajo variado y flexible.
Hemos de considerar que las plantas de producción y la industria del futuro tendrán una mezcla de mano de obra formada por seres humanos y máquinas inteligentes que trabajarán conjuntamente para entregar un producto/servicio de mayor valor que el actual. Es por ello que se crearán puestos diferentes para los que se requerirán nuevas y mayores cualificaciones: entrenador de robots, adaptador de inteligencia y robots a casos de negocio u operadores de sistemas de inteligencia artificial son algunas de las nuevas profesiones que veremos emerger en nuestro mundo industrial digital. Un futuro que en la industria se escribe con X.O.
Juan Pedro Moreno es presidente de Accenture en España, Portugal e Israel