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El gofio: ese producto típicamente... ¿canario?

El del gofio es un sector en auge, con la demanda creciendo un 15% anualmente. Pero el 95% del cereal que se utiliza para su elaboración se importa

Molino en Gran Canaria.
Molino en Gran Canaria.Getty Images

Hay unos 30 molinos repartidos por todas las islas, incluso en El Hierro, donde hasta hace cuatro años no existía ninguno, ahora hay dos. Son unas 10 fabricas menos que en 2013, pero las cifras reflejan que ha habido un aumento de producción, significativo en algunos casos. También observamos que está creciendo la demanda en el orden del 15% anual.

“Se trata de un sector que está vivo gracias a la aceptación de la población canaria, que sigue encontrando en este alimento un aliado en su dieta diaria”, explica Vicente Díaz Guerra, presidente de la Asociación de Productores de Gofio de Canarias. “El consumo va en aumento, no estamos hablando de los consumos per cápita de hace 40 años, pero se está redescubriendo el gofio, como está pasando con las legumbres o los productos frescos. El momento principal de su consumo sigue siendo el desayuno y la merienda, pero también tiene cabida en la cocina más vanguardista como ingrediente tradicional en recetas más modernas”.

Cerca de 200 personas viven de este sector en Canarias. Por fortuna, expone Díaz, “ha habido relevo generacional, hijos de molineros que han continuado la actividad, también sucesiones a trabajadores y nuevas incorporaciones”.

En cuanto a si el gofio engorda o no, algo que preocupa al consumidor y que puede haber condicionado la demanda en el pasado, el presidente de la asociación argumenta que “se trata de un alimento poco procesado, tiene una densidad calórica baja, basado en una ración de 25 gramos, alto contenido en fibra superior al 15%, un índice glucémico medio-bajo que proporciona energía a largo plazo, una metabolización lenta que aportada saciedad, pero no pesadez”.

Su aporte nutricional es tan importante que el grueso de su exportación se destina, con fondos estatales, a ayuda alimentaria. Han llegado a enviar 1.000 toneladas de gofio al año a Argelia, al campo de refugiados de Tinduf, Mauritania o Senegal.

Actualmente Gofio La Piña, una de las fábricas más potentes del archipiélago, exporta un 8% de su producción, principalmente a Mauritania y puntualmente a Alemania, Italia y Eslovaquia. Un dato que podría multiplicarse por tres si concluye con éxito el programa que han iniciado de internacionalización. Para conseguir su objetivo se han inscrito en el programa Canarias Aporta de Proexca (Sociedad Canaria de Fomento Económico adscrita al Gobierno de Canarias). Aunque, según los responsables de exportación de La Piña, tiene un gran problema que interfiere en sus planes: el asunto aduanero. Los trámites en fronteras, la burocracia que enmaraña los negocios y los sobrecostes de transportes que sufren las islas están impidiendo que el gofio canario llegue al resto de planeta. “Mandamos un paquete que cuesta nueve euros y los costes suponen 27 euros”, detallan.

También tienen problemas dentro de las islas, pese a que han triplicado su producción desde 2013 -ahora fabrican 1.300.000 kilos al año-, la responsable de calidad y producción entiende que “deberíamos poder competir todos en el mismo rango y se debe exigir los mismos certificados de calidad, tanto al resto de productores de gofio como a otros competidores, porque no es lo mismo harina que el gofio que ya está cocinado”.

Hay negocio en el gofio y eso lo sabe bien Rayco Herrera, quien recibió el primer premio en el concurso Agrocanarias 2017 celebrado este verano. Este productor de Gofio Gomero se aventuró a abrir un nuevo molino hace 11 años, en un momento en el que otros estaban cerrando porque no obtenían beneficios. Elaboran unos 25.000 kilos de 12 variedades, venden a todas las islas y también a la península por internet. “En este caso, representa únicamente un 0,2% de nuestras ventas. Una cifra que puede mejorar si las administraciones se involucran en fomentar el cultivo local del grano, ya que actualmente se importa un 95% del cereal que utilizamos. En nuestro caso, lo traemos de Andalucía. Así podríamos crear una denominación de origen y no tener solo la Indicación Geográfica Protegida”. De hecho, Gofio La Piña importa el 100% de su cereal, básicamente de Francia.

A este asunto, José Fernando Díaz- Flores, director del Instituto Canario de Calidad Agroalimentaia, responde que “históricamente se ha preferido cultivar otros productos de mayor rendimiento y capacidad de venta y exportación como el plátano, el tomate, la vid, o la papaya, en los que casi no existe competencia a nivel europeo. El cultivo de cereales requiere superficie y es de bajo rendimiento en comparación con los anteriores y, además, difícilmente se puede competir en precios con productores de Europa. Existen ayudas para su producción, pero evidentemente no compensan las dificultades anteriores”.

Díaz- Flores entiende que “este subsector está en período de transición. En la actualidad, se está intentando poner en valor sus características nutritivas. Su consideración como Indicación Geográfica Protegida, reconocimiento otorgado por la Unión Europea desde el 2014, le ha aportado un sello de calidad diferenciada cada vez más valorada por el consumidor. Ya hay 10 molinos inscritos”. Este sello europeo valora su elaboración en Canarias, no su producción.

“Asimismo, desde hace tres años se realizan concursos oficiales para designar entre otros galardones el de mejor gofio de Canarias que ha tenido una elevada repercusión mediática y de promoción”, añade Díaz- Flores.

Para el director de ICCA los problemas se encuentran en la necesidad de la importación de la mayor parte de los cereales utilizados para su elaboración, una elevada competencia con otros tipos y presentaciones de cereales y que muchos de los molinos son pequeños, de bajo nivel de modernización y en los que no se ha producido un relevo generacional adecuado, que dificulta la profesionalización del sector.

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