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Cinco islas para poner agua de por medio

Exóticas, perdidas, peligrosas, afortunadas, pero todas irresistiblemente seductoras

Pequeños islotes alrededor de la isla de Papúa Nueva Guinea.
Pequeños islotes alrededor de la isla de Papúa Nueva Guinea.Getty Images

En medio del mar o del océano, a merced de las olas, las islas han ejercido desde siempre un gran magnetismo sobre el ser humano y han sido el modus vivendi de antiguos aventureros, intrépidos exploradores y cazadores de tesoros. En ellas se refugiaron piratas de todo pelo y dan abrigo a desdichados náufragos.

Sus paisajes han inspirado novelas y han servido de escenario de película. Sobre sus playas y arenas se han vivido intensas y tórridas historias de amor y también han servido para curarse en salud, distraerse y olvidar desencantos y fracasos. Las islas, en cualquier parte del planeta, son los destinos estrella del verano. Déjese seducir por los cantos de sirena, elija la suya y piérdase.

La escultura más fotografiada de la isla, la calabaza gigante de la artista Yayoi Kusama en el Benesse House.
La escultura más fotografiada de la isla, la calabaza gigante de la artista Yayoi Kusama en el Benesse House.

Naoshima (Japón), por amor al arte entre paisajes oníricos

Metrópolis trepidantes como Tokio o milenaria como Kioto son los lugares turísticos más populares de Japón. Un destino en alza que también cuenta con lugares casi secretos como la isla de las calabazas, Naoshima, al oeste de Osaka, en el mar interior de Seto. Allí calabazas gigantes –una de las muchas esculturas contemporáneas que encontrará por todo la isla– crecen al borde del mar o museos de arte contemporáneo abren sus puertas para dormir en él o se esconden bajo tierra entre impresionantes parajes.

Dormir en un museo. En Honmura está el museo más famoso de Naoshima, el moderno Benesse House, construido por el arquitecto Tadao Ando, que entre sus peculiaridades incluye un hotel (260 euros noche). Las obras se exhiben en el interior del museo, en otras zonas del edificio, a lo largo de la costa y en el bosque. Sin dejar el barrio está la ruta del Art House Project. Un plan de los arquitectos y artistas locales para revitalizar siete casas y edificios antiguos abandonados y convertirlos en pequeños museos para mantener vivas las tradiciones japonesas. No deje de visitar el Chichu Art Museum, casi subterráneo para no romper el equilibrio entre naturaleza, arte y arquitectura. A la isla se puede acceder en ferri desde los puertos vecinos de Takamatsu –50 minutos– o desde Uno –20–. Vuelo desde Tokio a Takamatsu (1 hora y 20 minutos).

Típica estampa de una terraza en un puerto en cualquier isla griega.
Típica estampa de una terraza en un puerto en cualquier isla griega.Getty Images

Islas griegas, el archipiélago más seductor para espíritus marineros

Evocadoras, míticas, románticas, las islas griegas son uno de los destinos más seductores de Europa para navegar entre ellas o tumbarse en sus playas. Con dos terceras partes de su territorio bañado por el mar, Grecia cuenta por varios millares sus islas e islotes –entre 5.000 o 6.000, según las fuentes–, aunque apenas dos centenares de ellas están habitadas. El encalado de sus pueblos, el azul –del mar o del cielo– y el verde –de los paisajes–, pero también el negro de algunas de sus playas de origen volcánico, se quedarán como hechizos difíciles de romper en su retina.

Travesías a medida. Con tantas islas es difícil elegir, pero ninguna le defraudará. Todas tienen su encanto. Santorini, con sus fachadas blancas y sus cúpulas azules, es un clásico del verano. Los fiesteros se encontrarán como pez en el agua en la pequeña Miconos. Para los amantes de los mitos y leyendas, Creta es su destino y en Rodas tendrá una cita con la historia. Entre callejuelas medievales, iglesias bizantinas y fortalezas venecianas, Corfú fue refugio de reyes y es uno de los destinos más glamurosos del Mediterráneo. Menos conocidas, pero igual de impactantes, son Cefalonia, conocida con la isla de la gente de mar, con sus pintorescos pueblos, o Hydra, con su bahía en forma de media luna, a tiro de piedra de Atenas y con heroica armada, que fue clave en la independencia de Grecia.

Mujeres de la primitiva tribu de los dani en Irian Jaya.
Mujeres de la primitiva tribu de los dani en Irian Jaya.Getty Images

Irian Jaya (Indonesia), entre tribus de la Edad de Piedra como los antiguos exploradores

Tribus que viven en la Edad de Piedra, imponentes selvas tropicales, desfiladeros de vértigo y puentes colgantes que desafían al más pintado. Es el valle de Baliem en Irian Jaya o Papúa, la parte más occidental de la isla de Papúa Nueva Guinea. Es uno de los lugares más remotos del planeta. Hasta él solo se puede acceder en avioneta tras 45 minutos de vuelo desde Jayapura a Wamena, la puerta de entrada al valle.

Un poco de historia. El filántropo y zoólogo estadounidense Richard Archbold descubrió a los danis en 1938 en la última de sus tres expediciones a la isla. Cazadores y caníbales –ya no–, los danis vivían en poblados primitivos, cultivando pequeños huertos y usando herramientas de piedra. De complexión fuerte y rasgos duros, practicaban algunos ritos, como cortarse las falanges de los dedos por la muerte de un familiar cercano, y vivían en pequeñas cabañas circulares de frágiles paredes de barro y techo de paja.

Imprescindible. La mejor forma de recorrer y adentrarse en el valle de Baliem es realizar un trekking. Tendrá que estar en forma, no ser melindroso y estar dispuesto a la aventura. Necesitará guía y un permiso, tanto si contrata la expedición allí o viaja desde España en un viaje organizado. Muchos danis se prestan a ser contratados como porteadores en las expediciones turísticas. Recorrer las tierras altas del Baliem será una experiencia más que emocionante.

Casas cueva del municipio de Tijarafe, en la isla de La Palma.
Casas cueva del municipio de Tijarafe, en la isla de La Palma.Getty Images

Islas Canarias, el sol de Europa que nunca se apaga

Las islas afortunadas o el sol de Europa son algunos de los sobrenombres por los que se conoce al archipiélago de las islas Canarias. En medio del Atlántico, más cerca de la costa africana que de la española, las siete islas destacan por su diversidad paisajística, sus bonitas playas y sus suaves temperaturas durante todo el año. De hecho, cinco de las siete son Reserva de la Biosfera y el archipiélago cuenta con cuatro parques nacionales.

Un plus. Además de la benignidad de su clima, Canarias tiene merecida fama por su playas. Largas e infinitas o recónditas calas; de suave arena dorada, negra o de piedra, perfectas para tomar el sol, practicar deportes, submarinismo o saltar de una otra navegando en un velero.

Más que playas. Cada isla le ofrecerá un paisaje distinto que le animará a hacer senderismo, cicloturismo, escalada o, incluso, espeleología. Entre los más llamativos destacan los paisajes volcánicos de Lanzarote, las playas de dunas de Fuerteventura y Gran Canaria o los verdes bosques, creerá estar en alguna selva tropical, de La Palma y La Gomera. La pequeña El Hierro, con sus piscinas naturales, es un remanso de paz. Se sorprenderá del frío que puede sentir si logra coronar el Teide (Tenerife), cuya última erupción se remonta a 1798. El Parque Nacional del Teide es también un lugar excepcional para observar las estrellas.

Un buceador con un tiburón tigre.
Un buceador con un tiburón tigre.Getty Images

Isla del Coco (Costa Rica), un arrecife de miedo para perder la cabeza por los tiburones

No es allí donde los costarricenses amenazan con llevar a los niños que se portan mal, pero esta diminuta isla en medio del Pacífico da para muchas leyendas y alguna historia de miedo y no solo por su fondo marino plagadito de tiburones. Sus escasos, pero estratégicos, 24 km2 dieron cobijo a piratas y corsarios y su inexpugnabilidad, con acantilados de casi 200 m de alto e infinidad de cuevas submarinas, sirvió para enterrar grandes fortunas, como el llamado tesoro perdido de Lima. Hoy es un paraíso para científicos y exploradores y el sueño de buceadores sin miedo.

A destacar. A 532 km de la costa costarricense, el islote es parque nacional y Patrimonio de la Humanidad, por su inigualable belleza natural y riqueza biológica. En el norte, sus dos principales bahías, Wafer y Chatham, poseen las dos únicas playas de arena bañadas por aguas de un intenso turquesa. Para visitarla se necesita un permiso previo que se obtiene en la capital, San José, y solo se puede acceder en barco, tras un viaje de 36 horas desde Puntarenas.

¡Shark point! Tiburones martillo, tigre, de aleta blanca y hasta el tiburón ballena merodean en estas profundas aguas entre grandes bancos de peces, delfines, mantas rayas y otras especies marinas. La isla es uno de los mejores destinos para bucear con estos grandes depredadores y es posible contratar cruceros de buceo de varios días.

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