¿Es desigual la recuperación económica?
El PIB ha alcanzado niveles precrisis, pero no se puede decir lo mismo del mercado laboral Resulta preocupante la tendencia del aumento del desempleo de larga duración
Hace un decenio que se inició la mayor crisis financiera del siglo XXI. Pero como no hay mal que cien años dure, recientemente la Comisión Europea, en un comunicado, ha indicado que se ha terminado la crisis económica, destacando la mejora de la solvencia bancaria y el crecimiento económico. Para ello, se ha basado en que la economía está creciendo por quinto año consecutivo y que los datos de desempleo se han situado a los niveles de 2008.
En el caso de España, el PIB del segundo trimestre ha alcanzado el nivel de 2008. En definitiva, hemos recuperado lo que habíamos perdido en dicha década. La economía está creciendo al 3,1% anual y en el segundo trimestre del presente ejercicio crece al 0,9% lo que significa que estamos creciendo a un ritmo doble de la media de la eurozona, lo que no deja de ser una buena noticia.
Sin embargo, el escenario económico está lejos de ser el ideal ya que el comportamiento de los salarios y del mercado laboral contradicen, en parte, el diagnóstico de la Comisión Europea. El crecimiento actual no es suficiente para crear empleos al nivel de las necesidades de la población española.
Así, en lo que se refiere al mercado laboral todavía queda mucho por recorrer para llegar a los niveles previos a la crisis. Las tasas de desempleo en países como Grecia (21,7%) y España (17,2%), por ejemplo, más que duplican la media europea (7,7%). Y, lo que es peor, esta tasa en los menores de 25 años supera el 45% entre los griegos y el 39% entre nuestros jóvenes.
Los jóvenes, con todo, no son los únicos excluidos del mercado de trabajo. Resulta preocupante la tendencia del aumento del desempleo de larga duración (superior a un año) que, en España, es estructuralmente elevado, y que desde 2007 no ha dejado de aumentar en un contexto de dificultades económicas y financieras.
En dicha fecha, los desempleados de larga duración ascendían a 443.000 (23% del total de desempleados), mientras que en el segundo trimestre de 2017 esta cifra se eleva a 2,1 millones, que representan el 55% del total de desempleados frente al 45% de la UE. La situación se complica aún más en edades comprendidas entre 45 a 65 años en las que la desesperación e impotencia cunde al observar que los meses transcurren sin que mejoren sus expectativas laborales. Tanto la edad como el largo periodo de tiempo que llevan sin empleo socavan la autoestima y deterioran las habilidades de estos trabajadores.
Ante este problema estructural, que deteriora las expectativas de recuperación económica, cabe preguntarse: ¿qué medidas se pueden adoptar para corregir o paliar el paro de larga duración? Primeramente, lo que no se puede hacer es adoptar medidas coyunturales que, a largo plazo, no resuelven el problema, cuando el paro de larga duración tiene un carácter estructural. Por el contrario, es necesario un acompañamiento individualizado para aquellas personas que busquen empleo. Este acompañante tiene como misión guiarle en la elaboración de un proyecto profesional personal en función de sus expectativas y cualificaciones profesionales; asimismo, debe informarle de las oportunidades laborales existentes en su ámbito territorial. En definitiva, se trata de un asesor personal apoyado por un equipo multidisciplinar que sitúe a la persona en el centro de las actividades de acompañamiento para, junto con ella, construir un eficaz itinerario de acceso al empleo.
Todo ello requiere reforzar los servicios públicos de empleo y mejorar la coordinación entre la Administración central y la autonómica con el fin de que no solo se dediquen a gestionar las prestaciones económicas, sino también a suministrar orientación laboral y acompañamiento individualizado.
Por último, se requiere adaptar la formación profesional a las necesidades de las personas en desempleo de larga duración y que generalmente son las menos cualificadas. De no ser así, resulta muy complicada su inserción en el mercado laboral, ya que una parte importante procede del sector de la construcción y necesitan un reciclaje formativo, lo que requiere una gran inversión en el sistema formativo para mejorar el capital humano.
Por otra parte, las rentas del trabajo no logran recuperar el peso perdido en el PIB. Nuestro país es cierto que ha recuperado ya los niveles de renta anteriores a la crisis, pero el peso específico de las rentas de trabajo en el PIB todavía es inferior en dos puntos porcentuales, según datos de contabilidad nacional del Instituto Nacional de Estadística (INE) del segundo trimestre. En concreto, a finales de 2007, la remuneración de los asalariados representaba el 49% del PIB y actualmente es del 47%. Los dos puntos perdidos han ido a aumentar las rentas empresariales que han pasado de representar el 41% en 2007 al 43% actual. Según el Ministerio de Economía, sin esta política de moderación salarial, la destrucción de empleo hubiera sido aún mayor. Pero se debe hacer constar que todavía tenemos 1,9 millones de puestos de trabajo menos que antes de la crisis.
Finalmente, echamos de menos que la Comisión Europea, en su citado comunicado, no haya efectuado ningún tipo de autocrítica ya que no menciona para nada los sacrificios que ha tenido que sufrir la propia ciudadanía por la aplicación de sus políticas. Se olvidan con demasiada frecuencia de que los efectos perversos de la crisis financiera recayeron fundamentalmente sobre la ciudadanía y una gran parte de ella ha sido la gran perdedora de esta crisis.
En este contexto, es esencial la búsqueda de soluciones, lo que supone movilizar el conjunto de los recursos económicos que nos proporciona la UE, junto con los nuestros, en las políticas activas en favor del empleo y que en nuestro caso es muy inferior al resto de países miembros.
Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local