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El Foco
Tribuna
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Corea del Norte y EE UU, un conflicto para muchos años

Pyongyang realizará más pruebas de misiles, mientras sufre las sanciones de la ONU

El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un.
El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un.REUTERS

Trump ha intensificado su retórica belicosa ante el régimen de Pyongyang anunciando que puede disparar misiles cerca del territorio de Guam en el Pacífico occidental. Ahora, ambos han moderado su retórica. Pero la última escalada ha llevado a aumento de la volatilidad en los mercados financieros. De hecho hay una gran posibilidad de nuevos episodios. Para el caso en nuestras carteras hemos reducido sensibilidad a variaciones del mercado entorno a neutral, con 8% de protección mediante opciones de venta sobre el índice S&P500. Las altas valoraciones son el principal obstáculo para la compra de activos asiáticos, pero podemos ver una oportunidad de compra en caso de que haya liquidación.

De momento y a corto plazo, la posibilidad de conflicto militar sigue baja. Para Kim Jong-un, atacar EE UU o a sus aliados sería un suicidio, y el riesgo de devastación de la capital de Corea del Sur, Seúl, es una barrera extremadamente alta para una acción militar de EE UU. Además, hay riesgos geopolíticos en la relación entre EE UU y China, que busca una solución negociada, mientras la administración Trump puede tratar de presionar mediante proteccionismo comercial.

Nuestro escenario base en un año es que continúe el enfrentamiento. Es probable que Pyongyang lleve a cabo más pruebas de misiles, incluso nucleares, con riesgo de error de cálculo agravado por la agresiva retórica de ambos lados. Mientras el mandato de sanciones de la ONU causará dolor en la economía de Corea del Norte, pero su régimen probablemente pueda sobrevivir como una dictadura de estricto control y sistemático lavado de cerebro. Es probable que el régimen esté dispuesto a un alto coste y a desarrollar su capacidad nuclear por creer que garantiza su supervivencia para alcanzar una capacidad nuclear creíble.

A largo plazo, el mundo puede tener que aprender a vivir con esta Corea del Norte y EE UU con su propia capacidad de disuasión nuclear; o bien será posible una solución negociada para que el régimen detenga su programa nuclear a cambio de suficientes incentivos –aceptación de facto de dicho régimen por EE UU, fin de las sanciones y mayor apoyo financiero y económico de China. Otra posibilidad es que el régimen de Kim se derrumbe o sea derrocado desde dentro, allanando el camino a nuevas relaciones con EE UU, una desnuclearización y reunificación con Corea del Sur.

Las tensiones entre Corea del Norte y EE UU tienen sus raíces en la inseguridad del régimen de Kim. Desde que llegó al poder en 2011, ha aumentado velocidad y alcance de armas nucleares y misiles balísticos. En 2016, llevó a cabo dos pruebas nucleares y dos docenas de misiles, y ha anunciado misiles balísticos intercontinentales con éxito. También ha habido informes de que domina la tecnología para miniaturización de ojivas nucleares que colocar en los misiles, con capacidad del país para atacar Japón, Pacífico y partes del continente de EE UU, aunque no está claro.

Las tensiones se remontan a la guerra de Corea, terminada en 1953 con armisticio, pero sin tratado de paz permanente y gran presencia militar de EE UU en Corea del Sur. Durante la guerra fría, Corea del Norte se basó en la Unión Soviética, pero su colapso la dejó muy expuesta. El establecimiento de relaciones entre China y Corea del Sur en 1992 profundizó su sensación de aislamiento. China y Rusia mejoraron relaciones con EE UU y Corea del Sur, pero EE UU y Japón mostraron poco interés por una normalización con Corea del Norte. La sensación de inseguridad impulsó el régimen de Kim a su programa nuclear en la década de 1990, que EE UU considera el riesgo más real para su seguridad. Además, el programa nuclear se ha acelerado a pesar de la intimidación militar y sanciones económicas de EE UU las últimas dos décadas.

Kim es a veces considerado impredecible, pero su objetivo primordial es asegurar la supervivencia del régimen (y el suyo propio) y Pyongyang no iniciará un ataque suicida. Además, China ha dejado claro que no ayudará a Kim si hace el primer movimiento. Por su parte, el umbral de actuación de EE UU, con ataques quirúrgicos encaminados a destruir la capacidad nuclear de Corea del Norte o decapitar el régimen, es probablemente muy alto, pues Seúl, capital de Corea del Sur, con 10 millones de habitantes, está a 56 km de la frontera norte-sur. Además, el armamento de Corea del Norte se encuentra muy disperso y es extremadamente difícil, si no imposible, de neutralizar antes de una represalia devastadora con enormes bajas civiles, de manera que Corea del Sur se opone firmemente a cualquier agresión militar de EE UU.

A ello se añade que China tiene interés estratégico en la península de Corea. La existencia del régimen de Kim mantiene a las fuerzas estadounidenses alejadas de la frontera. De hecho, China entró en la guerra de Corea del lado comunista y fue aliado de Corea del Norte en la Guerra Fría. Comenzaron a divergir tras el derrumbamiento de la Unión Soviética, cuando China fue integrándose en la economía mundial. Sin embargo, China sigue siendo el mayor socio comercial de Corea del Norte y principal proveedor de energía y alimentos. Puede querer intervenir si EE UU intenta imponer un cambio de régimen. Sin embargo, China no quiere que Corea del Norte desarrolle capacidad nuclear y ha votado a favor de la nueva ronda de sanciones de Naciones Unidas el 5 de agosto. Aunque China puede ir más allá, recortando suministros de alimentos y petróleo, crearía una crisis humanitaria y riesgo de colapso desordenado, con inundaciones de refugiados a China y posibilidad de una Corea reunificada con presencia militar de EE UU en su frontera. Precisa un compromiso creíble de retirada militar de EE UU de una península coreana reunificada. Mientras hay riesgo de que la administración Trump, incapaz de progresar, presione a China con proteccionismo comercial. Así que China trata que Corea del Norte suspenda los misiles y actividades nucleares a cambio de que se detengan los ejercicios militares de EE UU en Corea del Sur. Ello puede continuar en conversaciones sobre desnuclearización y un mecanismo de paz. Sin embargo, el progreso ha sido imposible por la profunda desconfianza entre EE UU y Corea del Norte. El final sigue confuso y es probable que las tensiones geopolíticas en la península de Corea persistan.

Dong Chen es economista de Pictet WM.

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