El sistema capitalista, ante el desafío de humanizarse
Expertos debaten sobre si es posible redefinir el capitalismo El Estado debe volver a ganar soberanía
Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín, anticipándose a la caída definitiva dos años después del bloque socialista encabezado por la Unión Soviética, el polo capitalista se quedó sin su razón de ser: la competencia. El sistema que abrazaba el libre mercado y la intervención mínima del Estado se quedó sin su principal competidor, sin un rival contra el que luchar por la hegemonía mundial. Y ahí entró en crisis, dando paso pocos años después al liberalismo más voraz, a la mayor crisis financiera de las últimas décadas y a un rechazo en auge hacia la globalización. Para las empresas y agentes económicos parece una obligación, por lo tanto, repensar el sistema, buscar alternativas, profundizar en los mecanismos y estructuras de poder y redefinir todos los parámetros de la sociedad. Una de las opciones pasa por abrazar ideologías tradicionales. Otra, por construir un nuevo sistema, una prolongación del capitalismo y humanizar las estructuras económicas actuales, si es que esto es posible. Sobre la Crisis y reinvención del capitalismo se disertó esta semana en Hoy es Marketing, organizado por la escuela de negocios ESIC, y en una conversación que diferentes expertos mantuvieron con este periódico.
“Son cuatro las fuerzas que propulsan la reinvención del capitalismo: la globalización, las multinacionales, la tecnología y el conocimiento. Ninguna de ellas es mayor que otra, es su interacción la que impulsa la transformación y da paso a lo que yo llamo capitalismo global interactivo”, explicó el experto en internacionalización de empresas y profesor de ESIC, Ramón Casilda. Todas estas palancas convergen entre sí, dando pie a una fase posterior del capitalismo, en el que el sistema comienza a ser cuestionado. “Es algo que vemos con el auge del proteccionismo, los nacionalismos o el America first”, prosiguió Manuel Ausaverri, director de estrategia e innovación y director del gabinete de presidencia de Indra. Pero cuando se habla de revertir esta situación, añadió, hay una tendencia de añoranza hacia el pasado, endulzándolo. “Muchos de los votantes tienden a idealizar el pasado industrial del cinturón de óxido estadounidense o de las grandes fábricas británicas. Y aunque esto es un error, no podemos ignorar ese sentimiento”, recalcó. Para poder analizar estos movimientos hay que tener presente todos los detalles que los condicionan.
Por esa razón, dando por sentado que el sistema actual está inmerso en un profundo cambio, “la pregunta que tenemos que hacernos es qué puede pasar después del capitalismo”, lanzó Ricardo García, director de banca de empresas y negocio agroalimentario del Grupo Cooperativo Cajamar, quien recordó un dato significativo: “En diciembre del pasado año, la Universidad de Harvard preguntó a universitarios de EE UU qué podía haber después del capitalismo, y el 51% de la muestra dijo no creer en el sistema. Esto es algo preocupante”, sentenció. A su juicio, el ideal que durante la Guerra Fría se asoció a un estilo de vida, al sueño americano, hoy es asociado por muchos jóvenes a la crisis financiera. “Y es que el capitalismo ha generado muchas cosas buenas, pero también malas. Que fomenta la desigualdad, es cierto; que no hay una distribución homogénea de la renta, es cierto; que el 1% de la población aglutina el 90% de la riqueza es un dato contrastado que nos debe hacer pensar”, desarrolló. Por eso se vuelve trascendental abrir el debate para dilucidar si hay algún modelo alternativo al capitalismo. “¿Hay solución? Debe haberla, pero mirando más allá de lo económico, y haciendo un balance con lo social y lo medioambiental”.
El factor ecológico es, precisamente, otra de estas fuerzas que Ramón Casilda tilda de transformadoras. “El capitalismo ha estado tradicionalmente de espaldas a la ecología, por eso es necesario un resurgir de todas las fuerzas que históricamente han estado trabajando por el cambio, como el Club de Roma”. En este tema, la voz de Gonzalo Sáenz de Miera, director de cambio climático de Iberdrola, es una voz autorizada: “El sistema energético actual, basado en los combustibles fósiles, ha sido el motor de desarrollo económico de los últimos 200 años, mejorando el índice de desarrollo humano. Sin embargo, se ha convertido también en uno de los retos más importantes de la humanidad: el cambio climático y la calidad del aire, ambos con un impacto multimillonario”. La solución a estos desafíos pasa en parte por la reinvención del sistema energético, basado en dos vectores que Sáenz de Miera calificó como imprescindibles: el ahorro y la eficiencia, cambiando los hábitos de consumo, y la sustitución de los combustibles fósiles por las energías renovables. Aunque para ello, matizó, son necesarias políticas de exigencia de cumplimiento hacia las empresas y una reinvención total del modelo productivo.
Que el 1% de la población tenga el 90% de la riqueza es un dato que nos debe hacer pensar
Ricardo García, de Cajamar
“Yo no diría que el capitalismo es el responsable del cambio climático. El problema ha sido de mercado, porque no se han incluido los costes y consecuencias del CO2, ha faltado información... Pero es viable un cambio de sistema medioambiental dentro del capitalismo”, continuó Manuel Ausaverri, de Indra. En todos estos puntos, cobra fuerza el papel del Estado y de las instituciones, pero la gran traba es que “este ahora mismo es mucho menos soberano que antes, porque la mayoría de los problemas y desafíos son a gran escala, y la capacidad de intervención de los países por sí mismos es mínima”, puntualizó el coordinador de la Oficina de Proyectos del Real Instituto Elcano, Francisco Andrés.
En esta transformación del sistema, por lo tanto, el Estado debe reivindicarse como agente principal. “Puede ser un actor fundamental en esa redefinición del capitalismo, por ejemplo, erigiéndose como impulsor de la inversión en I+D, ya que por regla general, a las empresas nos cuesta mucho llevar a cabo esas inversiones de las que no sabemos con seguridad qué retorno vamos a tener”, reconoció Ausaverri. A esto se le suma que, a día de hoy, “gran parte de los abusos y déficit que se le achacan al capitalismo están relacionados con una mala gestión de las administraciones y una falta de vigilancia y control”, apuntó. Por esa razón, debe tomar la delantera en esta redefinición del capitalismo, “y hacerse fuerte, por ejemplo, en los sistemas de regulación, como ha hecho con los famosos impuestos a los robots”, recomendó Francisco Andrés.
Gran parte de los abusos achacados al capitalismo son causa de una mala gestión del Estado
Manuel Ausaverri, de Indra
A colación de esta idea, el directivo de Indra reconoció que es cierto que la tecnología ha demostrado tener capacidad suficiente par poder amenazar el statu quo, y sustituir puestos de trabajo, trastocar diferentes sectores... “Se estima que la tecnología va a amenazar a cerca del 60% de los empleos, pero ¿significa esto que el capitalismo destruye empleos? No, simplemente los cambia, transformándolos y mejorándolos. Por eso, en esa humanización del capitalismo, también es necesario humanizar a la propia tecnología. Puedes ser un convencido del libre mercado sin dejar de dar importancia al papel de la administración”, recordó Ausaverri.
Toda esta transformación debe ir dirigida, recordaron los expertos, hacia el objetivo de no perder nunca de vista el factor humano, y que dentro de los retos de la globalización, “como arma de legitimación, las personas estén en el centro”, recordó Francisco Andrés. Y este camino debe abordarse, incidió Ramón Casilda, no solo por el factor social, sino también por la propia economía: “Yo soy un gran convencido de que la economía de mercado hace un gran negocio redistribuyendo la renta, porque a mayor reparto de la riqueza mayor demanda, mayor consumo, más seguridad y más equilibrio”. “¿Es posible humanizar el capitalismo? No nos queda otra”, afirmó Ricardo García, de Cajamar.