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Villena, desde lo alto de la Atalaya

Sugerencias para exprimir al máximo una escapada a la ciudad alicantina

Vistas del castillo de la Atalaya y de Villena.
Vistas del castillo de la Atalaya y de Villena.Javier Martínez Mansilla

Tampoco nos engañemos. Villena (30.000 habitantes) no es la típica ciudad preciosa de catálogo. Pero lo cierto es que sí es una ciudad que despertará su atención nada más divisarla desde la autopista A-31, en dirección a Alicante.

Es casi imposible apartar la mirada del magnánimo castillo de la Atalaya, que descansa sobre el cerro de San Cristóbal mientras protege la villa. El origen de esta fortaleza se encuentra en el siglo XII, aunque su reciente rehabilitación evidencia su extraordinario aspecto, que parece dibujado sobre la colina.

Es el símbolo de la ciudad y del mestizaje que siempre ha tenido presencia entre moros y cristianos en Villena. Una vez al mes se realizan visitas teatralizadas en el castillo, que son una auténtica maravilla tanto por la belleza y conservación del lugar como por su historia y por la pasión que los actores imprimen en las representaciones de la Edad Media.

Las fiestas del Medievo y las de Moros y Cristianos son las de mayor tradición

En las faldas del castillo se extiende el barrio del Raval que es, sin ninguna duda, el lugar más interesante de la ciudad. Aún se trata de un barrio marginal, hasta hace una década olvidado y repudiado, pero ha ido cobrando interés gracias a que la gente joven se ha ido mudando a esta zona.

Las viviendas aún son humildes, pero la inmensa mayoría se han rehabilitado para lucir bonitas fachadas coloridas. Es bastante sencillo extraviarse entre esta maraña de calles estrechas y torcidas, haciendo honor a su pasado árabe. Pero no hay problema, ya que en su deambular se topará con lugares de lo más curiosos.

  1. Cómo ir. A Villena se puede llegar por la autopista A-31, a 40 minutos de Alicante en el interior. La ciudad cuenta a su vez con estación de AVE.
  2.  Dónde comer. El restaurante Warynessy es una buena elección para probar la comida local con platos como la gachamiga, las pelotas de relleno y el arroz empedrado. El Auroch defiende un concepto de cocina más moderno y experimental.
  3. Medievo, Moros y Cristianos. Las fiestas del Medievo, en marzo, son la mayor festividad de Villena, después de la de Moros y Cristianos, que se celebra en septiembre. Los vecinos de la ciudad son los que la organizan ataviando cada uno de los rincones del casco histórico. Mercados, justas, bodas medievales, conciertos o procesiones entre un sinfín de actividades medievales. En Semana Santa es especialmente emotiva la procesión del Encuentro.

La Bodega del Caracol, por ejemplo, es un local totalmente ambientado como una taberna medieval; las casas- cuevas, antiguas moradas de los habitantes de Villena durante siglos, fueron cavadas en la roca y hoy se pueden visitar y tomarse un té.

Deje el Raval y continúe por el centro histórico. Deténgase para contemplar las iglesias de Santiago y de Santa María, con su prominente campanario; pruebe los estupendos vinos de la región (DO Alicante) en la plaza de Santiago, donde se concentran la mayoría de los bares; o saboree la curiosa gastronomía local mezcla de la influencia mediterránea y de la meseta con platos como el triguico villenero.

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