Así combaten las aceiteras a la bacteria que mata olivos
Podar regularmente, arar la tierra y no comprar en viveros son algunas recomendaciones
Preocupación y expectación. Son los términos que definen la situación en la que se encuentra inmerso el sector aceitero español en general, y el balear en particular, desde que el pasado mes de octubre se detectaran en el archipiélago los primeros casos de xylella fastidiosa, la bacteria que mata olivos. La enfermedad, proveniente de California (Estados Unidos) y sin cura, al menos por ahora, arrasó 540.000 hectáreas de olivar en Italia en 2016. “Hay plagas, que afectan al olivo, que llevan siglos con nosotros y de las que sabemos cómo protegernos. No es el caso de esta”, explica el director general de la firma olivarera de Jaén, Castillo de Canena Olive Juice, Francisco Vañó, que no oculta su miedo a que la bacteria haya entrado ya en la península.
El foco se detectó en Baleares en octubre. Los expertos temen que la enfermedad haya llegado ya al resto del país
No es el único temeroso. La investigadora del CSIC, Blanca Landa, que asesora al gobierno central en este asunto, reconoció hace un mes en declaraciones, recogidas por Europa Press, que el riesgo de que la plaga haya llegado al resto del país es real. Más allá de esto, desde este organismo científico, no dan más explicaciones. Las casas aceiteras, por el momento, toman medidas de prevención ante el ya conocido como ébola del aceite. “La xylella se ceba especialmente con los olivos viejos y con aquellos que tienen un bajo grado de salud y cuidados”, prosigue el director de marketing de Son Moragues, Joe Holles. Desde esta firma balear de aceite premium, dedicada al cultivo ecológico en la Sierra de Tramuntana, razonan la causa de la expansión de la bacteria. “Mallorca es casi una fotocopia de la región italiana en la que se propagó la enfermedad, por las altas temperaturas y la cantidad de arbusto”, desarrolla Holles. A esto añade que es importante, para minimizar el impacto de la plaga, mantener al árbol lo más cuidado posible, “pero el 80% de los olivares de esta zona de la isla está abandonado”. En otra situación, en la que los cultivos se hubiesen podado con regularidad y la tierra se hubiera arado para evitar el crecimiento de arbustos y otras plantas, el impacto es posible que hubiese sido menor.
Un pequeño insecto es el portador y causante de esta epidemia. Por eso, apunta Holles, es aconsejable podar los olivos y mover el terreno “para que los bichos tengan la menor cantidad posible de vegetación en la que vivir”. Estos extremos a los que se ha llegado en las islas aún no parecen haber sido adoptados en la península. “Somos unos enamorados de la cubierta vegetal, para generar ecosistema y evitar erosión. De momento, no hemos tenido que hacer nada de esto, aunque si hubiese que llegar a métodos drásticos, no tendríamos otro remedio”, cuenta Vañó. Similar es el caso de la firma de aceite Quaryat Dillar, afincada en la sierra granadina. El director de la almazara, Antonio Velasco, narra cómo la vegetación extra en los olivares es beneficiosa para que en ella vivan animales, muchos de ellos posibles depredadores de la plaga. “En nuestro caso, además, estamos esperando, porque hemos visto que en Italia la enfermedad llegó a las plantaciones situadas por debajo de los 600 metros, y nosotros estamos a más de 1.000”.
Pero esto solo son suposiciones. La principal queja de muchas empresas, al menos de las que trabajan en la península, es la falta de asesoramiento por parte de la Administración. “De momento, nadie nos ha hecho llegar ni protocolos ni manuales”, señala Velasco. Muchas firmas están trabajando, por ello, sin nada asegurado. “Tenemos cuidado para no comprar material vegetal de fuera de España, porque parece que la enfermedad llegó a través de especies criadas en viveros de otros países”, prosigue. La misma medida ha sido adoptada en Castillo de Canena: “Además, cualquier árbol que presenta síntomas de enfermedad, rápidamente se manda a analizar; y si uno muere, aunque no haya sido por xylella, se quema para evitar una posible propagación. Este es hoy el plan de contingencia”, afirma Vañó.
- Más allá del sector agrícola
El mayor riesgo de esta plaga es que destruye por completo la planta, secando hojas y frutos. Hasta ahora, otras bacterias más comunes, del estilo de la famosa mosca del olivo, solo aumentaban la acidez del fruto”, ejemplifica Holles. Por eso el peligro es enorme. “España produce casi la mitad de aceite de oliva del mundo, y Andalucía el 80% de España. Además, el olivo es un árbol que tarda mucho en crecer, por lo que esta plaga puede ser realmente trágica”, ejemplifica Vañó. Sirva como dato la última cifra disponible que ofrece el Ministerio de Agricultura: el valor de la producción del sector del aceite de oliva se sitúa en torno a los 1.886 millones de euros como promedio de 2007 a 2012. “Y, aunque es prácticamente imposible que se contagien el 100% de los árboles, el miedo está ahí”, recalca.
Pero no solo hay riesgos en el sector agrícola. “Es importante trasladar la preocupación más allá del aceite y de la agricultura”, cuenta el socio fundador de Tramuntana XXI, Joan Juan, organización que trabaja por la conservación de la sierra y vinculada, entre otras, a la Denominación de Origen del aceite balear. “Toda la región gira de una u otra forma entorno al olivo y al resto de árboles que forman el bosque”, recalca. La xylella afecta a otras especies además de al árbol de la aceituna, como el almendro o el acebuche”. Por eso, la enfermedad supone un duro golpe para el turismo de la zona, con fuerte protagonismo de la Sierra de Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad, “con el olivo como piedra angular”.
Algunas firmas recomiendan podar y arar la tierra para que el insecto portador de la bacteria tenga menos espacios en los que vivir
Ahora, mientras se establecen planes de choque y se buscan remedios, lo principal es encontrar el foco de propagación de la bacteria. “Parece que tiene su origen en viveros, por lo que una posible solución sería cerrar el tráfico de plantas con la península y mantener aquí el foco”, asume Joan Juan. Lamentablemente, los síntomas comienzan a verse en el árbol a partir de varios meses, “por lo que es probable que la enfermedad haya cruzado ya el Mediterráneo”.