El coste para la UE de una guerra bancaria
Bruselas afirma que tendría ventaja en caso de balcanización, pero los perjuicios serían muy altos
El comisario de la UEpara asuntos financieros, Valdis Dombrovskis, exaltó el viernes las virtudes de la cooperación global en la regulación bancaria, al tiempo que insinuaba que Bruselas tiene ventaja si EE UU opta por algo menos coordinado. Tiene razón, pero solo hasta cierto punto.
Es bueno que alguien defienda la regulación financiera global. La UE, dijo el comisario, no está de acuerdo con la reciente carta del congresista estadounidense Patrick McHenry a la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, pidiendo que se retire de las redes globales de supervisión.
Podría afectar a entidades como Deutsche Bank o BNP Paribas, que en 2015 tenían, respectivamente, el 46% y el 28% de sus activos en jurisdicciones fuera de la UE
Si organismos como el Comité de Basilea de Supervisión Bancaria y el Consejo de Estabilidad Financiera quedaran marginados, las normas financieras mundiales se volverían más difíciles de cumplir, pero también más vulnerables al arbitraje. Peor aún, ante un mayor proteccionismo, la UE tendría, según Dombrovskis, que “revaluar la situación” de la concesión de acceso a los extranjeros, aceptando sus reglamentos como equivalentes.
La UE tiene opciones para ponerse desagradable. Podría, por ejemplo, obligar a los bancos de EEUU a tener más capital en los nuevos holdings intermedios que van a estar obligados a crear en Europa los bancos extranjeros con la nueva regulación que se está preparando.
Pero haga lo que haga, no será fácil. El Reino Unido tiene tres cuartas partes de su volumen de negocio en derivados de tipos de interés denominados en euros, lo que hace que cualquier cambio sea complicado y costoso. Y si la UE levantara el puente levadizo de la compensación, EEUU y Reino Unido podrían considerar que los bancos europeos no son equivalentes en sus jurisdicciones. Eso afectaría a entidades como Deutsche Bank o BNP Paribas, que en 2015 tenían, respectivamente, el 46% y el 28% de sus activos en jurisdicciones no pertenecientes a la UE, según el think tank Bruegel. El efecto neto sería un aumento en los requisitos de capital y en los precios para los clientes, o una caída de los retornos.
Un mundo más balcanizado podría dar a los grupos de la UE a una mayor cuota de las comisiones (solo dos de los diez bancos de inversión que más comisiones ingresan en la UE son de sus Estados miembros). Pero conseguirlo a base de animar a la competencia a irse a otra parte sería una victoria pírrica.