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Pymes | Pequeños gigantes

Guitarras con mucho mimo y mucho jazz

Gerónimo Mateos elabora piezas artesanales de calidad desde 1994

Cuerpos de guitarras jazz manouche en el taller de
 Paracuellos de Jarama (Madrid).
Cuerpos de guitarras jazz manouche en el taller de Paracuellos de Jarama (Madrid).

Soy un músico frustrado”. Es lo primero que confiesa el lutier Gerónimo Mateos, de 58 años, al ser preguntado por sus inicios como artesano. “Soy autodidacta. Empecé en 1994 de forma casual, era ejecutivo en la industria del automóvil y no tenía ni idea de hacer guitarras, aunque siempre han sido mi pasión”, comenta.

Gerónimo Mateos es un taller de elaboración de guitarras que cuenta únicamente con dos empleados, que a su vez son los propietarios: Gerónimo y su hijo Federico. Este empezó a trabajar con su padre hace cuatro años, pero ya de pequeño colaboraba con él.

Llegar al taller no es tarea fácil. Justo antes de entrar en Paracuellos de Jarama, un abrupto camino sin asfaltar conduce hasta una pequeña y vieja nave de 120 metros cuadrados. Es difícil imaginar que aquí trabajen dos lutieres. Sin embargo, una vez que se entra se despejan las dudas: se respira música, eso sí, con aroma de carpintería.

Nosotros somos artesanos, no artistas”, afirman Federico y Gerónimo

Las partes de guitarra se reparten por doquier entre las paredes y mesas de las dos zonas que lo componen. A la derecha, la de la maquinaria pesada, donde se trabajan y cortan las maderas con herramientas como la sierra de cinta, fijador de banda, mesa de fresar o lijadora. Y, a la izquierda, se reconoce el área de trabajo más fino, donde se montan las tapas y fondos, se tallan los mástiles e incrustan los decorados. En este espacio se hace el remate de las cajas, la elaboración de logos, los lijados y los pulidos.

“El barnizado en laca de poliuretano ya no lo hacemos, lo subcontratamos”, indica Federico, que apuesta ahora por “los acabados tradicionales que respetan el medioambiente, como el natural al aceite o a muñequilla con gomalaca”.

Tanto Federico como Gerónimo son artesanos que aman profundamente su profesión. Un oficio sacrificado que les retiene hasta 12 horas al día en el taller, pero que, según ellos, les compensa al ver que cada vez más gente toca sus instrumentos. Gerónimo cree que, a pesar de las dificultades, el oficio de lutier ha mejorado los últimos años.

“El problema es que la artesanía tiene que hacer frente a unas producciones asiáticas que han mejorado mucho a nivel visual pero no musical, y que tienen precios tan baratos que asustan”, señala Gerónimo. “Por eso mucha gente ha perdido el valor del trabajo”, critica. El cliente que compra una Gerónimo Mateos es un gran aficionado a la música que quiere un instrumento hecho con mimo y de calidad. “El profesional también”, añade el artesano, “aunque muchas veces busca cosas más extrañas.”

 Federico Mateos trabajando las tapas de la guitarra.
Federico Mateos trabajando las tapas de la guitarra.

La marca factura alrededor de 80.000 euros año, el 70% está dirigido a distribuidores y el resto, a encargos directos personalizados. La mayor parte de estas ventas son en el extranjero: Francia, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra o Japón. España se encuentra en el quinto lugar en facturación. En cuanto a la producción, Federico y Gerónimo tardan entre 8 y 12 semanas en hacer una guitarra, lo que supone 120 instrumentos al año.

“Los modelos jazz manouche requieren más tiempo que una clásica o flamenca. Son mucho más difíciles de hacer por los materiales y herramientas que se emplean”, explican. También trabajan el modelo archtop.

Los precios varían dependiendo del modelo y la gama. Una clásica o flamenca puede rondar entre los 750 y 1.800 euros. En tanto que las guitarras jazz manouche, a las que las Gerónimo Mateos deben su fama a escala mundial, cuestan entre los 1.500 y 3.200 euros.

Gerónimo Mateos ha pasado por muchas fases, desde contar con un socio, seis personas trabajando y terminar formando sociedad con su hijo. Ellos aseguran que están en el mejor momento y que su reto es mejorar la calidad y mantener la producción.

Gerónimo lo tiene claro: las cualidades indispensables para un lutier que se precie son la observación, la paciencia y la humildad. Observación como base de un trabajo metódico y cuidado al detalle; paciencia porque, como él mismo afirma: “En este mundo lo que se hace con prisa nunca puede salir bien”; y humildad, que lleve al artesano a querer mejorar y aprender constantemente. Estas cualidades han llevado a Gerónimo y Federico Mateos donde están hoy.

Gerónimo Mateos muestra el modelo archtop.
Gerónimo Mateos muestra el modelo archtop.

El estilo ‘gipsy’ que le ha dado la fama internacional

Al jazz manouche, un estilo que nació de la mano del músico francés Django Reinhardt en los años treinta, es a lo que debe Mateos su fama internacional. Comenzó con las clásicas y luego flamencas hasta trabajar guitarras de este singular estilo conocido como gipsy.

“Mi apertura al exterior se inicia cuando empiezo con este modelo. He tenido muy buenos resultados y le debo el prestigio a escala global”, cuenta Gerónimo.

En España son los únicos que fabrican las guitarras gipsy, de gran complejidad por su diseño y estilo, lo que se traduce en un sonido original y lleno de matices en modelos como la Jazz A, B, C, F; Montmartre, Django, Sarha o el modelo 20 Aniversario.

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