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Destinos

Bienvenidos a la ciudad del amor (fraternal)

El lugar donde Estados Unidos declaró su independencia, el 4 de julio de 1776, es hoy una vibrante metrópolis que supera todas las expectativas.

Rascacielos en la zona comercial y de negocios de Filadefia.
Rascacielos en la zona comercial y de negocios de Filadefia.Thinkstock

Philly, como la llaman cariñosamente sus habitantes, la ciudad del amor fraternal, Filadelfia, nombre que procede del griego philos (amor) y adelphos (hermano), suele quedar relegada a un segundo plano por su poderosa vecina, Nueva York, y muchos viajeros no la incluyen en su recorrido por la costa noreste del país. Un error.

Fundada en 1681, es una de las ciudades más antiguas de Estados Unidos, y fue aquí donde, el 4 de julio de 1776, se declaró la independencia de las 13 colonias americanas de Gran Bretaña, germen de la nación más poderosa del planeta en el último siglo.

Desde el inicio de la Guerra de Independencia hasta la fundación de la ciudad de Washington fue la capital de Estados Unidos. Y, como capital y ciudad más grande de la época colonial, gozaba de una importancia política y social mayor que Boston o Nueva York. En sus calles se percibe la historia de la construcción de este país. Hoy, Filadelfia es la principal metrópolis del estado de Pensilvania, aunque la capital y sede del Gobierno es Harrisburg.

Pero más allá de su importancia histórica y de sus iconos patrióticos –Betsy Ross diseñó y cosió la primera bandera americana en Filadelfia– Philly, situada al noreste, entre Nueva York y Washington DC, con un millón y medio de habitantes, es una ciudad vibrante y cosmopolita que supera todas las expectativas. Destaca por su vitalidad, su excelente oferta musical –su orquesta filarmónica es una de las más reputadas del mundo, hay cientos de salas para oír música en vivo, sobre todo jazz– por sus museos, sus alrededores e incluso por su gastronomía.

Escultura en honor al nombre de la ciudad.
Escultura en honor al nombre de la ciudad.

Tiene también un interesante centro histórico, espléndidos parques, mercados, una animada vida nocturna con una gran población joven (es una prestigiosa ciudad universitaria, sede de la universidad más antigua del país, fundada en 1740 por Benjamin Franklin). Y aquí está asentada, como contraste, una minoría muy especial y algo excéntrica (a nuestros ojos): los amish, una comunidad de 16.000 habitantes que vive en zonas rurales de los alrededores tal y como lo hacían en el siglo XVII, cuando llegaron al país. Hay excursiones para conocer su forma de vida.

Filadelfia es también una de las ciudades más seguras de Estados Unidos y la primera de este país que forma parte de la lista de ciudades Patrimonio de la Humanidad de la Unesco por el papel desempeñado en la historia de la democracia estadounidense y su morfología urbana.

Muestra de ese reconocido diseño urbano es la avenida Benjamin Franklin, una vía construida a principios del siglo XX, hoy transformada en un interesante paseo cultural, empezando por el Museo de Arte, que tiene sus orígenes en una galería en la Exposición Universal de 1876. Actualmente, es uno de los mejores de Estados Unidos, con valiosas colecciones de arte asiático, obras maestras del Renacimiento o de pintores modernos como Picasso, Matisse o Renoir.

Una gran escalinata conduce hasta el edificio de estilo neoclásico desde donde se disfruta de una bonita panorámica de toda la ciudad. Pero, sorprendentemente, muchas de las personas que se acercan no llegan a cruzar su puerta: la escalinata es quizás más famosa y visitada que el propio museo y la culpa la tiene el cine: en la película Rocky, Sylvester Stallone subía a toda velocidad estas escaleras entrenándose para el combate de su vida. Una estatua del actor deja constancia de ello…

Muy cerca, en un delicioso edificio de principios del siglo pasado ideado por el arquitecto Paul Cret y el paisajista Jacques Gréber, el museo Rodin alberga la mayor colección de esculturas de bronce y mármol de Auguste Rodin fuera de Francia (El pensador, Las puertas del infierno, Los burgueses de Calais…). El pequeño edificio se alza entre el Museo de Arte y la Fundación Barnes, que acoge una espléndida colección de obras de pintores impresionistas, y a pocos metros de la Biblioteca de la Libertad, otro icónico local.

Campana de la Libertad.
Campana de la Libertad.

El centro se extiende en un gran rectángulo limitado al oeste por el río Schuylkill y al este por el Delaware, zona donde se encuentra el barrio histórico con los edificios más emblemáticos. Esta es la parte conocida como la milla cuadrada con más historia de Estados Unidos: en el Independence National Historical Park está el Independence Hall, un edificio sencillo donde se firmó la Declaración de Independencia y se adoptó la Constitución; en el Congress Hall se reunía el Congreso de Estados Unidos, entre 1790 y 1800, mientras Filadelfia fue la capital de la nación, y el Old City Hall, que albergó el ayuntamiento desde el año 1791 hasta 1800.

También es visita obligada el Liberty Bell Pavillion, un pequeño edificio de cristal que guarda uno de los grandes símbolos de la ciudad y del país: la Campana de la Libertad, forjada en 1751 para conmemorar el 50 aniversario de la Constitución de Pensilvania. Se instaló en el Independence Hall y repicó durante la primera lectura en público de la Declaración de Independencia, el 4 de julio de 1776. A partir de 1837 se convirtió en emblema del movimiento abolicionista; representa la independencia y la abolición de la esclavitud. Hay colas para verla.

El paseo por la ciudad histórica suele discurrir por Elfreth’s Alley, la calle habitada más antigua de Estados Unidos. Lo está desde el año 1720, con viviendas típicas de la clase trabajadora de la época. Una de sus 32 casas de ladrillo se ha convertido en un museo, el resto pertenece a particulares.

En esta ciudad vivió y murió Benjamin Franklin, una de las figuras más importantes que trazaron el destino de Estados Unidos. Su huella es patente. Escritor, editor, abogado, científico, inventor, político y diplomático en los últimos años de su vida.

Todo esto, y muchísimo más, se puede encontrar en Philly, en la ciudad del amor fraterno, a tan solo 150 kilómetros de Nueva York. Una metrópoli accesible y muy dinámica. Y, sin duda, bastante más amable que la Gran Manzana.

La calle Elfreth’s Alley.
La calle Elfreth’s Alley.Thinkstock

Guía para el viajero

Cómo llegar. El único vuelo directo que hay entre España y Filadelfia es el de la compañía American Airlines. El trayecto dura en torno a nueve horas. El precio durante el mes de diciembre es de 621 euros. Otra opción es aterrizar en Nueva York (hay muchas líneas áreas que vuelan, Iberia entre otras) y desde allí conectar con Filadelfia con otro vuelo, o en tren, un viaje muy cómodo que dura aproximadamente una hora.

‘Philly cheesesteak’. Filadelfia, considerada en Estados Unidos un destino gastronómico, tiene una famosa especialidad: el cheesesteak, un bocadillo caliente de carne de buey a la parrilla. Los mejores establecimientos donde se sirve están en la zona de South Street, el límite sur de Filadelfia, un área tradicional de inmigración. A italianos, irlandeses y alemanes, llegados en otras épocas, se han unido más recientemente mexicanos y vietnamitas. Uno de los restaurantes más conocidos es Jim’s Steaks. Fundado en 1939, este local es una institución en la ciudad, un espacio que los fines de semana se convierte en punto de encuentro. En el interior se exhibe una galería de imágenes de famosos locales, artistas, políticos y deportistas que han pasado por el Jim’s Steaks. La oferta gastronómica más refinada se concentra en la zona de East Passyunk.

Rascacielos famosos. Como en otras muchas ciudades estadounidenses, Filadelfia tuvo su gran boom inmobiliario en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado. Uno de los rascacielos más reconocibles es el Comcast Center, que con sus 57 plantas y una altura de 297 metros es el más alto de la ciudad. En el interior hay oficinas, tiendas, restaurantes y una conexión de trenes de cercanías. Otro edificio famoso es el One Liberty Place, cuyo diseño recuerda al histórico Chrysler de Nueva York. Se encuentra en pleno centro financiero. En esta zona están localizados los mejores y más caros hoteles de la ciudad.

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