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Tribuna
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No hay que bajar la guardia

El beneficio ha regresado al sector bancario español, aunque el gran reto es ofrecer un nivel de rentabilidad al inversor

Joaquin Maudos

Afortunadamente, la banca ha dejado de ser un asunto de Estado. Al menos ya no aparece entre los señalados por Mariano Rajoy por su necesidad de alcanzar acuerdos. Es algo lógico teniendo en cuenta que desde el inicio de la crisis, el sector bancario español ha realizado un saneamiento de casi 300.000 millones de euros, aumentado dos puntos su coeficiente de solvencia (CET1) desde 2003, y cerrado el 33% de las oficinas. Gracias a ello, el beneficio ha regresado, si bien el gran reto es ofrecer al inversor un nivel de rentabilidad que en estos momentos está por debajo del coste de captar capital.

La foto más reciente de la banca europea (con datos de la Autoridad Bancaria Europea) refleja que la española sale bien parada en términos de rentabilidad y eficiencia, dos de los principales indicadores de salud bancaria. Así, la rentabilidad sobre recursos propios es del 6,8%, frente al 5,7% de la media europea y muy por encima de Alemania (2,7%), Reino Unido (5%) o Italia (2,3%). Y su ratio de eficiencia operativa (gastos de explotación/margen bruto) es del 51%, más de 10 puntos mejor que la de la UE, y muy alejada de los pobres resultados Francia, Italia y sobre todo Alemania, que aparece en la cola de la eficiencia. En términos de morosidad, aparece algo por encima de la media europea (6% vs 5,5%), con una cobertura superior (44,8% frente a 43,9%). Y en solvencia (CET1) en torno a un punto por debajo del 13,5% de la UE, si bien la comparación se debe hacer con cautela por diferencias metodológicas.

La buena posición de la banca española en el contexto europeo es refrendada por el mercado, ya que en la actualidad nuestros bancos cotizan un 30% por debajo de su valor en libros, frente a descuentos del 50% en la banca de la eurozona, el 40% en Francia, 55% en Italia y 70% en Alemania. Estos dos no están en su mejor momento, tras los problemas de sus principales bancos (en Alemania) o de parte del sector (el caso de Italia).

Con una rentabilidad por debajo del coste de captar capital, una parte del negocio no es viable a largo plazo, lo que exige esfuerzos adicionales a los realizados. Por la parte de los costes, queda margen de maniobra en términos de capacidad instalada, teniendo en cuenta que España sigue siendo el primer país de la eurozona con más densidad de red, con una ratio población/oficina de 1.493 frente a 2.170. No es de extrañar las recomendaciones del BCE y del Banco de España dirigidas a más ajustes, máxime teniendo en cuenta que los nuevos desarrollos tecnológicos permiten reducir costes sin que se resienta el acceso a los servicios bancarios. La proximidad física a una sucursal cada vez es menos relevante para garantizar un buen servicio.

"Como hay factores externos fuera del alcance de la banca, no hay más remedio que reducir costes y buscar nuevas fuentes de ingreso"

También la vertiente de los ingresos debe contribuir a recuperar la rentabilidad. Los bajos y negativos tipos de interés han pasado factura en el margen de intermediación, lo que aconseja aumentar el peso de los ingresos distintos a los intereses, como es el caso de las comisiones. En España, el peso de estos ingresos en el total (en torno al 22%) está por debajo de la media europea (26,6%) y de Alemania, Italia o Francia, por lo que hay margen de maniobra para que adquieran mayor protagonismo cobrando a precio de mercado los servicios prestados.

El elevado volumen de activos improductivos es otro de los retos de la banca para aumentar su rentabilidad. Entre préstamos dudosos y activos adjudicados, en el balance de la banca española hay 205.000 millones que no generan ingresos y sí costes. Los préstamos morosos han caído casi un 40% desde el máximo alcanzado en 2014, pero los inmuebles han seguido entrando en los balances bancarios, por lo que es importante su venta para aligerar la enorme carga que presentan.

En resumen, la banca española ha hecho un enorme esfuerzo para hacer frente a la crisis, pero dada la magnitud de los retos que tiene por delante, tendrá que seguir haciéndolo para situar la rentabilidad en un nivel atractivo para el inversor. El esfuerzo será menor si cae la prima de riesgo que ahora exige el inversor, ya que en ese caso disminuirá el coste de captar capital que no es sino la rentabilidad que pide el mercado. En cualquier caso, como hay factores externos fuera del alcance de la banca (entorno de bajos tipos, exigencias regulatorias, etc.), no hay más remedio que reducir costes y buscar nuevas fuentes de ingresos. Y a ello contribuyen las fusiones, máxime teniendo en cuenta que la concentración del mercado bancario español, aunque supera la media de la eurozona, es baja.

Joaquín Maudos es catedrático de Economía de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del Cunef.

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