Rajoy se olvida de la productividad
Tras un año de Gobierno en funciones, el nuevo Ejecutivo deberá afrontar diversos retos, entre ellos, el paro, un asunto que el presidente no presentó como un verdadero problema el pasado miércoles.
Después de un parón de casi un año parece que, por fin, vamos a tener Gobierno. Un Gobierno que va a moverse en coordenadas muy distintas a las de la anterior legislatura. La irrupción de dos nuevos partidos políticos ha modificado las reglas del juego haciendo necesaria una política de pactos. Este hecho fue destacado, como no podía ser menos, por Mariano Rajoy en su discurso de investidura.
Desde la perspectiva de la política económica, su discurso descansó en dos grandes pilares. El primero, la importancia de la creación de empleo como máxima prioridad. El segundo, la necesidad de llegar a acuerdos dada la nueva situación política. En este contexto, propuso cinco grandes áreas: pensiones, dialogo social, educación, financiación autonómica, y limpieza de la vida pública. Todos ellos son problemas muy serios y muy graves sobre los que habría que haberse puesto de acuerdo hace tiempo. Nada que objetar, más vale tarde que nunca.
Respecto al primero, la creación de empleo, no lo presentó realmente como un problema actual, sino más bien como algo que está en vías de solución gracias a las medidas de austeridad que su Gobierno ha implementado. Es cierto que, como afirma Rajoy, hemos pasado de ser el país que más empleo ha destruido durante la crisis a ser en la actualidad el que más empleo crea. Ello es recogido con alborozo y suponemos que, por esta razón, en su propuesta de pactos no aparece expresamente mencionada la necesidad de llegar a un gran pacto por el empleo.
Sin embargo, el recién investido presidente se ha olvidado de mencionar que en los años de expansión que precedieron a la gran crisis –entre 1995 y 2008– España fue el país que, con gran diferencia respecto al resto de Estados europeos, más empleo creó. De hecho, casi el 50% del empleo creado en la Unión Europea en estos años se generó en España. Todos sabemos cuál fue el factor determinante para este comportamiento tan dinámico: el crecimiento experimentado por el sector de la construcción, un sector caracterizado por ser intensivo en mano de obra y muy bajo crecimiento de la productividad. Ambas características no son patrimonio exclusivo de nuestro país sino que son compartidas por todos los países desarrollados. Su gran capacidad para generar empleo, en un contexto de elevadas tasas de paro, hizo que se recibiera con entusiasmo su espectacular crecimiento. Al fin y al cabo se estaban alcanzando tasas de desempleo por debajo del 10%, algo que no se veía desde hacía años.
"Según la última EPA, la construcción cuenta con 1,3 millones de ocupados menos que en 2008"
Fue el éxito en la creación de empleo el que seguramente impidió que se alzaran voces llamando la atención acerca de sus peligrosas consecuencias sobre la productividad. Lo que siguió es de sobra conocido: la burbuja estalló y el empleo generado en la construcción en los años de bonanza se destruyó a la misma velocidad que se creó. Según los últimos datos publicados por la EPA la semana pasada, el empleo en el sector de la construcción en el tercer trimestre de 2016 era de un 1,3 millones de ocupados menos que en el tercer trimestre de 2008. Seguramente el discurso de investidura hubiera sido el momento de valorar como un riesgo la fuerte creación de empleo en los últimos años. Un comportamiento que no es ni mucho menos nuevo, ya que arranca al menos desde los años ochenta: la elevada volatilidad del empleo en España, con etapas de fuerte crecimiento seguidas de caídas abruptas al menos de la misma intensidad.
En esta fase de recuperación el gran motor del crecimiento ha sido, como es bien conocido, el turismo. Es cierto que España es un destino turístico de primer orden desde hace tiempo. El despegue de Benidorm es de finales de los sesenta del siglo pasado. Pero también es cierto que en los últimos años han coincidido una serie de factores, especialmente geoestratégicos, que explican su espectacular crecimiento. Entre 2013 y el segundo trimestre de 2016 el sector generó 424.494 puestos de trabajo, el 36,5% del empleo total creado en España, tres veces más que su peso en la economía.
El sector turístico, como el de la construcción, es un sector intensivo en mano de obra y, por tanto, un gran generador de empleo. Pero no es un sector que desde la perspectiva de la productividad tenga que tener, al menos no necesariamente, un mal comportamiento. En España existen empresas hoteleras punteras con presencia en prácticamente todos los países. La industria gastronómica es de primera fila y muchas de nuestras compañías de transporte son también líderes en su sector. El problema es que, junto a ellas, convive una multiplicidad de pequeñas empresas intensivas en trabajo y con una rotación muy elevada. Mientras en nuestro país las actividades ligadas a la hostelería representan el 9,6% del empleo total, en Francia e Italia –las otras dos grandes potencias turísticas europeas– su peso es menor: 3,4% y 6,3% respectivamente.
"Un pacto por el empleo y la productividad es tan importante como los otros propuestos"
El crecimiento de la productividad es clave para la evolución a largo plazo de las economías y también para un crecimiento estable, en contraposición con el que vinimos experimentando desde hace más de 30 años dominado por la volatilidad. Es clave para que los salarios reales puedan crecer, para retener y atraer empleo cualificado, para mejorar la competitividad de las empresas y, por tanto, aumentar su presencia internacional. Sin crecimiento en la productividad no habrá crecimiento de la renta per cápita en el largo plazo. Pero es que además, no es solo que el sector de la construcción y el turismo tengan problemas de productividad. Es que prácticamente todo el sistema productivo español ha venido presentando un comportamiento muy modesto, cuando no claramente negativo, en esta variable. Pese a ello, la palabra productividad no fue mencionada ni una sola vez por el candidato en la sesión de investidura. Un pacto por el empleo y la productividad es al menos tan importante como los cinco propuestos en el discurso de investidura.
Matilde Mas es catedrática de Análisis Económico Universidad de Valencia y directora de Proyectos Internacionales Ivie.