La banca debe cambiar
En cualquier momento, algún gigante tecnológico irrumpirá en el mercado bancario tradicional
Las entidades financieras vienen sufriendo desde que estalló la crisis económica un continuo proceso de ajuste, y que habría resultado aún mucho más traumático si no hubiera sido por la ayuda de la autoridad financiera tanto en Europa como en otras economías, como la actuación de la FED en Estados Unidos.
La implementación de una política monetaria, más bien heterodoxa, ha permitido a muchas entidades limpiar activos tóxicos con cargo a la máquina de fabricar billetes y ha puesto de manifiesto, en muchas ocasiones, que el objetivo de facilitar liquidez a las entidades financieras para que pudieran trasladarla en forma de crédito al sistema económico ha quedado en entredicho. Con la disculpa de que las empresas y los particulares demandaban poco crédito, han utilizado la liquidez para limpiar, para realizar determinadas operaciones financieras, como por ejemplo carry trade, y otras actuaciones lejos del objetivo pretendido. Esto ha llevado en ocasiones a los Bancos Centrales a penalizar a las entidades vía tipos de interés por la remuneración de sus depósitos.
Mientras tanto, la banca por internet o digital se ha convertido en una seria amenaza para las entidades, que requieren una transformación rápida y adecuada. Los clientes son cada vez más críticos con sistemas obsoletos de información y de actuación en sus operaciones habituales y no se puede olvidar el hecho de que en cualquier momento algún gigante tecnológico irrumpirá en el mercado bancario internacional.
Pero el tiempo ha ido pasando y como se preveía, tras la crisis padecida, ya nada volverá a ser igual. La sociedad desarrollada ha caminado por la senda del desempleo –en algunos países como España, muy acusado y con cifras espectaculares–, con unas bolsas de ahorro, temerosa de afrontar cualquier tipo de inversión y con muchas empresas buscando en el terreno internacional fuentes de negocio.
El caso español es digno de mención porque se ha creado una incipiente clase trabajadora precaria y con sueldos bajos que terminará, si nadie lo remedia, eliminando a la clase media tradicional y convirtiéndola en una clase media-baja, con pocas posibilidades de acometer ciertos gastos e inversiones. Y ya se sabe que gran parte del negocio bancario e incluso bursátil necesita al consumo y a la inversión como materia prima de un negocio.
"Algunas entidades soportan aún el peso de sus inversiones inmobiliarias realizadas en otros tiempos”
El sector financiero sufre una política monetaria de tipos bajos y negativos que acorta sus márgenes. Algunas entidades soportan aún el peso de sus inversiones inmobiliarias realizadas en otros tiempos y que ahora suponen una pesada carga difícil de sobrellevar y que terminará en pérdidas, a pesar de operaciones de ingeniería y estrategias de desvinculación en la cuenta de resultados. Puede ayudar una reforma de la fiscalidad inmobiliaria, dentro de la operación de limpieza, pero, de momento, esta no se ha producido.
Se registran en el orden internacional fusiones y se auguran muchas más. Se han cerrado oficinas y se han despedido a miles y miles de trabajadores del sector. En el caso español, la reorganización del sistema financiero ha llevado a la práctica desaparición de las cajas de ahorro, que estaban abocadas a importantes cambios para afrontar el futuro, pero que merced a la legislación imperante y a la participación de políticos en sus órganos de gestión, estaba claro que terminarían teniéndose que ajustar.
Parece evidente que hay un exceso de capacidad en el sector financiero y más si tenemos en cuenta el rápido desarrollo que han adquirido y que seguirán teniendo los modernos sistemas de actuación por parte de los clientes, amparados en las tecnologías imperantes, y que les permiten visitar cada vez menos las oficinas bancarias. Por otro lado, el desarrollo de los mercados conlleva también actuar a través de los mecanismos a distancia desde los domicilios, las oficinas y desde varios dispositivos.
Los procesos de ajuste en el sector son dolorosos, pero imprescindibles porque la rentabilidad de las entidades terminará desapareciendo si persiste el modelo tradicional. Y sin beneficios, la banca no puede sobrevivir mucho tiempo.
La internacionalización, acometida por algunas entidades con un gran sentido de la anticipación, ha sido el salvavidas para algunos bancos y se ha mostrado absolutamente necesaria.
"La internacionalización ha sido un salvavidas y se ha mostrado absolutamente necesaria"
Tras las elecciones norteamericanas, los tipos de interés van a comenzar a subir y nos vamos a encontrar con un nuevo escenario que afectará a las divisas, producción, demanda y empleo, además de que se puede estar rozando el final de las actuales políticas monetarias por el cambio suave de tendencia y el agotamiento momentáneo de este tipo de estímulos.
La legislación surgida tras el comienzo de la crisis se ha endurecido de forma muy importante y ello ha supuesto también pérdida de rentabilidad para los bancos.
Con respecto a los gestores financieros y su correa de transmisión hacia abajo, ya no sirven los modelos tradicionales de gestión. Los ajustes en plantillas, oficinas y ciertos gastos son solo un pequeño parche que requiere acompañarlos de un nuevo modelo de gestión, de planteamientos agresivos en el campo tecnológico, internacional y de marketing.
El mercado bursátil, tan sensible a los acontecimientos económicos, políticos y sociales, constituye igualmente una importante bolsa de ahorro que puede terminar en consumo e inversión. Sus vaivenes tampoco están ayudando a impulsar el crecimiento.
Y otro factor nada despreciable son las dudas de los clientes ante la solvencia de las entidades. En este sentido, tengo una anécdota personal que hoy cobra actualidad. Al final de la década de los 80 una compañía se dirigió al banco, en el que trabajaba, y solicitó nuestro balance. Se trataba de un banco internacional y de los 10 primeros en el mundo. Nosotros tan acostumbrados a solicitar a los clientes todo tipo de garantías.
Como reflexión final hay que pensar en que son malos tiempos para el modelo de gestión tradicional de las entidades bancarias y que el futuro pasa por una imprescindible nueva reconversión de la banca adoptando otras formas muy diferentes de las que se han venido utilizando hasta ahora.
Cecilio Moral es catedrático de Economía Financiera de ICADE y director del máster en Finanzas.