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Empresas vintage

Granini, un zumo de frutas alemán con esencia italiana

Heinz Schürmann, un emprendedor que importaba pasta, fundó la compañía en 1965

Pablo Sempere

A mediados de la década de los sesenta, pese a no llegar a los números de hoy en día, eran ya muchos los alemanes que viajaban a los países del sur de Europa en busca de un clima más suave y de la conocida dieta mediterránea. Y fueron otros los que vieron en esta nueva tendencia una oportunidad de negocio. Uno de ellos fue el empresario Heinz Schürmann, emprendedor dedicado a la importación de la pasta que provenía del otro lado de los Alpes.

Cronología

1965. Nace la compañía en Alemania. Su fundador, Heinz Schürmann, un antiguo importador de productos italianos como la pasta, descubre en uno de sus viajes de negocio los zumos de frutas italianos, que decide introducir en su país natal.

1969. Cuatro años después del nacimiento de la organización, Granini crea una marca comercial única. Gracias a su diseño de botella transparente y con hoyuelos, se convierte en una marca inconfundible.

1970. La empresa sale de Alemania y comienza a vender en otros mercados. Austria se convierte en el primer objetivo, al que se le suma, ocho años después, Suiza.

1980. A estos dos países próximo a Alemania les siguen varias regiones europeas, como Rumanía, Bulgaria, Francia o incluso Turquía. Granini entra en España en el año 1986.

2002. Llega la única alteración en años al diseño que catapultó a Granini. La tradicional botella de vidrio es sustituida por el material PET, 100% reciclable, ligero y más resistente. El nuevo formato, eso sí, conserva las hendiduras características de la botella.

Schürmann, en uno de sus muchos viajes de negocio a Italia, se fijó en los sabrosos zumos de frutas que podían degustarse en las calles del país, algo impensable en sus ciudades y pueblos patrios en aquel entonces. Y de ahí le vino la inspiración para introducir esas jugosas recetas de fruta con pulpa en Alemania. Comenzó a iniciarse en la fabricación tradicional de esos zumos, siguiendo la misma técnica y métodos italianos, totalmente desconocidos en su región. Se fijó, sobre todo, en el néctar de naranja, la joya de las bebidas italianas y el primer zumo que su compañía, Eckes-Granini, fundada en 1965, introducía en el país.

Por el intenso aroma, sabor y textura, el primer Granini de naranja que elaboró la organización fue denominado, debido a las reacciones de los consumidores, Granini Thinkfrucht, que en alemán significa, literalmente, Granini, fruta para beber. A los zumos de naranja le siguieron el de manzana, el de melocotón, el de pera e incluso el zumo de tomate. En esos meses, las botellas ya se vendían en diferentes tamaños. Y rápidamente, tan solo cuatro años después del lanzamiento del primer zumo, Schürmann decidió dar un nuevo paso adelante en su estrategia de marketing y cambió el formato del recipiente. Introdujo el original diseño de la botella de cristal transparente con pequeños alveolos en toda la superficie del recipiente, una seña de identidad que sorprendió por su originalidad en la época y que se ha mantenido prácticamente inalterada hasta nuestros días, convirtiéndose en la insignia de la marca.

La emblemática botella que sustituyó a los anteriores formatos, más tradicionales, gustó tanto a los consumidores como al propio sector. Presentaba un diseño muy diferente al habitual hasta entonces, una forma atractiva y ergonómica, con un cuello de botella mucho más ancho y una base más voluminosa y redondeada. Las pequeñas cavidades fueron pensadas para facilitar el agarre. Este diseño, diferente, fue al fin y al cabo una forma de representar la dolce vita italiana entre los clientes alemanes.

Pasaron solo cinco años desde el nacimiento de la empresa y Granini ya salía fuera de Alemania. Austria se convirtió en el primer mercado extranjero en el que se comercializaba el nuevo zumo. Ocho años después, en 1978, Granini comenzó a venderse en Suiza. Mientras tanto, continuaba el crecimiento dentro del mercado alemán, y en 1975, la compañía anunciaba por primera vez sus productos en televisión, en las dos cadenas principales de la República Federal de Alemania.

Tal fue el crecimiento durante los años setenta, que entrada la década de 1980, Granini decidió dar el salto y entrar en los mercados de diferentes países europeos, tanto los del norte como los tres escandinavos, o Estonia, Letonia y Lituania, mucho más parecidos al clima y al estilo de vida alemán, como otras regiones del eje Mediterráneo, como Francia o España, en 1986. Antes de entrar en la última década del siglo XX, Granini estaba ya presente en 16 países.

En 1999, preparándose para el nuevo milenio, la organización lanzaba una nueva gama de zumos llamados Frucht Schorle, antiguamente denominados Frucht Prickler. Granini se convertía así en la primera marca alemana en ofrecer zumos de frutas mezclados con agua con gas, añadiendo una nueva oferta al segmento de mercado de las bebidas con base de frutas. Años más tarde, la empresa introducía también los zumos de frutas con leche.

La botella con alveolos, un icono mundial

No solo la técnica de elaboración de zumos de frutas proviene de tierras italianas. También lo hace el nombre de la marca, Granini, que significa granos pequeños, en referencia a la pulpa de las frutas exprimidas que se apreciaban en los zumos.

Porque, así como ahora la pulpa no es algo que aprecien todos los consumidores en un zumo, allá por la década de los sesenta, cuando se fundó la compañía, era un elemento clave en estas bebidas, signo de autenticidad y naturalidad. Por eso, los envases en vidrio transparente, que permitían apreciar directamente el jugo del zumo, fueron clave en su posicionamiento en Alemania y en el resto de países.

Las pequeñas cavidades de las botellas, además de facilitar el agarre, representaban, según el fundador Heinz Schürmann, la propia pulpa de los zumos.

Otro icono de la empresa es, además, su apuesta por el producto de cada región en la que está presente. En el mercado español, por ejemplo, cuenta con referencias únicas como la granada, el arándano rojo o el pomelo rosa. En otros países europeos también sorprendió con los exóticos sabor a coco y a piña.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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