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Destinos

La magia de los contrastes

El color esmeralda del mar, el blanco de sus cascos históricos, el verde del interior montañoso... Croacia.

Puerto de Rovinj, en Istria.
Puerto de Rovinj, en Istria. Thinkstock

En ocasiones, la belleza de algunas ciudades es capaz de eclipsar los atractivos de un país entero. Bien podría ser el caso de Croacia con Dubrovnik o Split. Sin embargo, viajar a este país balcánico bañado por el Adriático, de poco más de cuatro millones de habitantes que, tras el paso de diversas civilizaciones, acumula un rico patrimonio cultural e histórico, supone también acercarse a un auténtico paraíso de naturaleza desbordante en el sur de Europa: aguas cristalinas, playas, islas, parques nacionales...

Solo una visita al Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, situado en el centro del país, justificaría un viaje a Croacia. Esta maravilla de la naturaleza, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979, es probablemente uno de los escenarios más hermosos de Europa.

Dalmacia reúne el patrimonio cultural y paisajístico más valioso del país

Sus 16 lagos de aguas color esmeralda están rodeados de exuberante vegetación. Conectados entre sí por cientos de cascadas y riachuelos, varias pasarelas de madera y senderos permiten hacer diferentes recorridos mientras disfrutamos de magníficas vistas y de un espectáculo de colores que varía en cada momento del día. Es una experiencia inolvidable. Algunos lagos se pueden recorrer en barco.

Pero vayamos por partes. En Dalmacia, al sur, ciudades históricas, naturaleza y 1.244 islas constituyen el patrimonio cultural y paisajístico más valioso de Croacia. La cultura dálmata resulta inconfundible dentro de la variada península balcánica: latina pese a su lengua eslava, mediterránea en su bullicio…

Dubrovnik, la denominada perla del Adriático y una de las mayores atracciones turísticas del país, no necesita presentación alguna. Esta ciudad, una de las más hermosas de Europa, merece por sí misma un viaje. El otoño es el momento de Dubrovnik: los calores del verano y las grandes aglomeraciones de turistas han quedado atrás, la temperatura es agradable y en la ciudad se respira un ambiente relajado.

Entrar al casco antiguo por la puerta de Pile; recorrer las murallas que se extienden a lo largo de varios kilómetros y disfrutar de las vistas de sus tejados rojizos y del mar Adriático desde sus torres; pasear por la calle Stradun, repleta de edificios históricos; visitar el fuerte Bokar, que servía para defender la entrada principal a la ciudad; la iglesia de San Salvador; la catedral; el monasterio franciscano, con su farmacia del siglo XIV; la columna de Orlando, símbolo de la libertad de Dubrovnik… o simplemente perderse por sus estrechas y empinadas calles es otra gran experiencia.

En el año 305 d. C. el hombre más poderoso del mundo de la época, el emperador Diocleciano, decidió construir un palacio justamente en el corazón de Dalmacia. Su abdicación voluntaria (fue el primer emperador romano en hacerlo) trajo consigo su retiro y el lugar elegido para hacerlo sería su tierra natal.

Panorámica de Split.
Panorámica de Split.Thinkstock

Fue el origen de la futura Split, hoy centro neurálgico en torno al cual se han construido los edificios más importantes de esta pequeña urbe llena de vitalidad, la principal de la región de Dalmacia, con más de 200.000 habitantes, y la segunda más poblada de Croacia por detrás de Zagreb, la capital. En torno a la residencia, grandiosa, rodeada de murallas de hasta 20 metros, se fueron conformando asentamientos, sobre todo de soldados romanos; poco a poco la ciudad fue tomando forma.

Ver ropa tendida, antenas o tejados variopintos, junto a las dependencias del antiguo palacio romano o el templo de Júpiter, un recinto que antaño poseía un pórtico sustentado por imponentes columnas, de las que solo se conserva una, custodiado por una esfinge de granito negro traída de Egipto en el siglo V, es cuanto menos sorprendente.

Es un singular centro urbano en el mismo corazón de la ciudad, habitado por unas 3.000 personas y, en temporada alta, visitado por miles de turistas. Pese a su antigüedad, Split hoy es, ante todo, una ciudad muy viva, como demuestran los dos mercados que diariamente flanquean las murallas del palacio con productos locales.

Pero, además de su interés intrínseco, Split es un enclave habitual para visitar algunas islas cercanas. No es fácil elegir pero, por ejemplo, no hay que dejar pasar la ocasión de acercarse a Hvar, conocida como la isla de la lavanda.

A una hora en catamarán, esta joya del Adriático era hasta hace pocos años un secreto muy bien guardado; ahora es un lugar accesible para todos los que deseen conocerla. Otra opción es la isla de Brac, también a una hora escasa en ferri desde el mismo puerto de Split, que cuenta con una de las playas más emblemáticas del Adriático y numerosos palacios. Es una de las 50 islas croatas habitadas.

Lagos de Plitvice.
Lagos de Plitvice.Thinkstock

A 150 kilómetros de Split en dirección norte se encuentra Zadar, premiada como Mejor Destino Europeo de 2016, un galardón otorgado por el European Best Destinations, un organismo que promueve el turismo y la cultura de Europa. Esta pequeña ciudad, un remanso de paz de la costa dálmata desconocida por el gran público, es, sin embargo, muy valorada por quienes la descubren.

Lejos de la masificación turística, en Zadar es posible disfrutar de lo mejor de este país sorprendente: excelente gastronomía, playa, buen clima y mucha historia. Su casco antiguo está rodeado de murallas y torres que se adentran en el mar creando una pequeña península. Un paseo por su entramado de calles pone al descubierto un patrimonio arquitectónico interesante, como la iglesia de San Donato, del siglo IX, construida sobre un antiguo foro romano de los siglos III y I a. C.

La ciudad contaba con 30 puertas de acceso en la muralla, aunque actualmente solo se conservan seis. Una de las más bonitas, la de Zara o Terraferma, fue construida en 1543, durante la época veneciana, y en ella destaca el León de San Marcos, símbolo de Venecia.

El palacio de Diocleciano es hoy el centro neurálgico de la ciudad de Split

No hay que perderse la puesta de sol en el paseo marítimo porque la ciudad tiene dos atracciones, del arquitecto Nikola Baic, que la hacen muy especial: el Órgano de Mar, una estructura de escaleras de hormigón que se sumergen en el mar donde, además de poder sentarse, tomar el sol o bañarse, es posible relajarse con el sonido que producen las olas sobre un conjunto de tubos ocultos bajo la construcción; la otra atracción es el Saludo al Sol, un círculo de más de 20 metros de diámetro, compuesto de 300 placas de vidrio, en forma de anfiteatro, que representa el sistema solar. Por la noche se ilumina gracias a la energía solar recogida durante el día, dando lugar a un llamativo mosaico de luces.

Es una de las capitales europeas más desconocidas. Sin embargo, Zagreb es una ciudad repleta de encanto: museos, música, arquitectura, gastronomía y una animada actividad callejera. En la parte alta de la ciudad se encuentran la mayoría de sus construcciones históricas: la Puerta de Piedra, el único paso medieval de entrada que se conserva, la catedral, la iglesia de San Marcos, las calles Racdicev y Tkalciceva...

En la ciudad baja, la nueva, encontramos elegantes edificios y construcciones modernas, con algunas perlas, como el mercado de Dolac. Si una forma de saborear la esencia de un país es visitando sus mercados, en Zagreb, el emblemático mercado central de Dolac es una muestra. Conserva su carácter más tradicional, su entramado de calles y sus sombrillas rojas y sus excelentes productos que lo convierten en único. Merece la pena.

Ciudad de Dubrovnik.
Ciudad de Dubrovnik.Thinkstock

Guía para el viajero

Cómo llegar. Norwegian Airlines tiene vuelos directos a Dubrovnik a partir de 100 euros. Otras compañías aéreas ofrecen conexiones con Dubrovnik, Zagreb o Split, con una escala (Turkish, Iberia, Lufthansa…). Para moverse por el país, lo mejor es alquilar un coche.

De vinos. Croacia tiene una larga tradición vinícola y es frecuente encontrar viñedos que se extienden hasta la costa. Existen muchas bodegas y una gran variedad de vinos, como los tintos que se elaboran en la península de Peljesac y en la isla de Korcula, o en la península de Istria, al noroeste del país. También se producen blancos en las islas de Hvar y Krk, y en la región de Eslavonia, al noreste del país.

Interior. Las ciudades históricas y las playas en verano atraen a la mayoría de los visitantes de Croacia, pero adentrarse en el interior, en la Croacia desconocida, es más que recomendable.

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