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El Foco
Tribuna
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Una mirada a Europa desde China

Tras los casi tres últimos decenios de predominio de Estados Unidos como única superpotencia, se avanza hacia un esquema tripolar: Washington, Bruselas y Pekín

Thinkstock

La salida de Reino Unido de la Unión Europea está siendo ampliamente debatida, dentro y fuera de Reino Unido y la Unión Europea, con argumentos muy diversos: ventajas e inconvenientes de permanecer o salirse, consecuencias favorables o desfavorables para cada una de las opciones, sobre todo en el ámbito económico, comercial, financiero, debilitamiento político de la UE como proyecto, posible efecto contagio en otros miembros. Entre los miles de páginas y miles de horas audiovisuales dedicados al análisis de este problema, apenas ha aparecido alguna alusión a lo que supone o puede suponer esta decisión, y los riesgos que conlleva, para la gobernanza global.

Precisamente en noviembre se ha reunido en la cumbre preparatoria del G20, en julio, y se va a reunir, en Hangzhou, China, su cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, el organismo multilateral que agrupa a los 22 países de más peso en el mundo actual, los más desarrollados y los emergentes, occidentales y orientales, por encima de diferencias económicas, políticas, religiosas, nacionales o étnicas, con vocación de unir, aunque sea embrionariamente, en un proceso de progresiva integración hacia la gobernanza global. Y con la Agenda de Desarrollo Sostenible abierta a los graves problemas que dificultan esa gobernanza, como la desigualdad creciente, los paraísos fiscales, el terrorismo, el predominio del poder financiero... Con el lema Hacia una economía mundial inclusiva, innovadora, fuerte e interconectada, es decir, todo un programa hacia una gobernanza económica global, por encima de intereses diferentes y diversas concepciones económicas o diferentes sistemas legales y diferentes grados de desarrollo.

Esta cumbre de noviembre será presidida, por primera vez, por la mayor potencia emergente, China, y por su presidente, Xi Jinping, incorpora a este foro el macroproyecto de la Nueva Ruta de la Seda, como instrumento de conectividad polivalente mundial para los próximos 30 años.

¿Qué relación tienen el brexit, como desunión y eclosión de intereses nacionales, que provoca la amenaza de otras desuniones, y el G20 como dinámica de integración global? Parece que ambos acontecimientos van en dirección contraria: la integración hacia la gobernanza global, movida por intereses comunes por encima de diferencias de cualquier tipo; y la disgregación, apoyada en argumentos e intereses particulares y nacionales.

Reino Unido ha optado por la disgregación y, al mismo tiempo, contradictoriamente, es miembro activo del G20, como foro global, y participa en sus cumbres de julio y noviembre, como ha venido participando, desde la constitución del G20, en las ediciones anteriores, junto con buena parte de los otros miembros y la cúpula de la UE. Parece evidente que en esta próxima cumbre tanto Reino Unido como la UE y sus países miembros participarán con menos fuerza de cohesión global.

A pocas semanas de haberse decidido el brexit, se ha celebrado también la Cumbre Asia-Europa (ASEM), en su XX aniversario, en Mongolia, con la participación de jefes de Estado o Gobierno de más de 50 países de ambos continentes, con temas tan importantes como la conectividad euroasiática que empalma con el macroproyecto de la Nueva Ruta de la Seda, el comercio, las comunicaciones y la cooperación tecnológica intercontinentales. Tanto la UE en su conjunto como sus países miembro y el propio Reino Unido han participado también en esta cumbre, evidentemente con menos fuerza cohesionadora después del brexit. Y lo mismo va a ocurrir con todos los organismos multilaterales, que son muchos e importantes, en los que hasta ahora participaba la UE como tal y Reino Unido como uno de sus miembros más relevantes.

Se pueden señalar otros varios aspectos de esa disgregación que afectan también a la gobernanza global: uno muy destacable, el de la potencial aportación de las grandes potencias, como tales, a la gobernanza global.

Tras los casi tres últimos decenios de predominio de Estados Unidos como única superpotencia, en un mundo monopolar, con predominio todavía real y con posibilidades de prolongarse un tiempo, empieza a apuntarse una posible situación tripolar con Estados Unidos, Unión Europea y China como grandes potencias. Sería la manifestación de un nuevo orden mundial aún en gestación, que apunta a un entendimiento tripartito, aún sin estructurar, basado en amplios ámbitos de cooperación, hacia la superación de las tensiones y distancias existentes entre los tres, como nuevo instrumento para la gobernanza global.

Este nuevo orden mundial embrionario podría augurar el concurso de las tres mayores potencias mundiales para abordar eficazmente los graves problemas del siglo XXI, desde los objetivos del milenio, la desigualdad, el cambio climático, la armonización fiscal…. hasta el mismo fortalecimiento de los organismos multilaterales, empezando por el mismo G20. No se ha truncado esa esperanza, pero no cabe duda que el brexit no la fortalece.

Por parte de los intelectuales y políticos chinos siempre se ha esperado con empatía, incluso con satisfacción no disimulada, el fortalecimiento de la Unión Europea y su progresiva integración económica y política, como expresión de potencia mundial, en la perspectiva del mundo tripolar que puede afianzarse a lo largo del siglo XXI. No pocos de ellos lamentan el brexit como un paso atrás en el proceso de integración europea y, por tanto, de consolidación de una estructura tripolar, para la gobernanza global. Un paso atrás que parece irreversible, aunque sigue estando en manos de los gobernantes lúcidos el compensarlo con firmes pasos adelante para la conformación gradual e irreversibles de una estructura política y económica europea, que haga cada día menos utópica la gobernanza global.

Por otra parte, los gobernantes chinos reiteran, una y otra vez, que China no aspira, en ningún sentido, a ningún tipo de estatus de superpotencia, sino a ocupar el puesto que le corresponde en un mundo multipolar. Tal vez el brexit nos sirva para esta reflexión y para el impulso hacia una UE sólida en un mundo multipolar.

Marcelo Muñoz es Presidente de Cátedra china

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