_
_
_
_
Europa | 38 Aniversario de Cinco Días

A la caza de la productividad perdida

La crisis amplió la brecha con EE UU y la UE intenta recuperarse.

Thinkstock

El euro ha logrado sobrevivir a su primera gran crisis y Europa vuelve a crecer con unas cuentas públicas algo más saneadas. Pero el tremendo batacazo ha dejado profundas y dolorosas heridas, como 21,2 millones de parados en la UE (de ellos, 16,4 millones en la zona euro).

Y tras seis años de crisis de diferente intensidad, la eurozona sigue sin recuperarse del todo, con una inversión alejada de su ritmo habitual (300.000 millones de euros al año menos) y una pérdida de productividad en relación con sus principales rivales, EE UU en particular.

Esta tremenda tardanza en recuperar la normalidad “no es inocua”, alertaba el 9 de junio el presidente del BCE, Mario Draghi, ante el millar de asistentes al Brussels Economic Forum, la cita anual organizada por la Comisión Europea. El presidente del Banco Central Europeo advirtió de que la zona euro puede caer, si no está cayendo ya, en un peligroso círculo vicioso por falta de confianza, ausencia de inversión y merma de productividad.

Las palabras del italiano y el lugar elegido para pronunciarlas tampoco eran inocuos. En plena capital europea, Draghi ponía una vez más el dedo en la llaga. Y con tono académico y sin levantar la voz cuestionaba las recetas de Bruselas y Berlín, cuya obsesión por el déficit público y las rebajas salariales ha descuidado el problema de fondo que supone perder terreno en relación con los competidores internacionales.

El bloque europeo sigue 30 puntos por debajo de su rival americano

La reciente crisis financiera, cuyos coletazos no han terminado, amplió la brecha entre las dos orillas del Atlántico y, según los datos más recientes de The Conference Board, la productividad de la UE fue en 2014 el 70% de la de EE UU.

Bruselas celebra que esos 30 puntos de diferencia tal vez hayan marcado un techo. El año pasado, por primera vez en varios ejercicios, EE UU no amplió su superioridad competitiva. Pero la Comisión Europea también reconoce que ese parón no se debe tanto a que el Viejo Continente haya recortado diferencias como a la entrada de las economías desarrolladas en un periodo de relativo estancamiento en las tremendas ganancias de competitividad generadas por la revolución digital.

El organismo que preside Jean-Claude Juncker considera que esa fase valle de la productividad mundial debe ser aprovechada por la UE para dar un gran impulso a la inversión y recuperar todo el terreno perdido en los últimos años.

“En EE UU, la inversión productiva ya ha rebotado a niveles precrisis y las compañías han modernizado su equipamiento, algo que no ha ocurrido en Europa”, alerta el departamento de Industria de la CE. Ese retraso ha repercutido negativamente en la productividad y en la innovación de las empresas europeas, sobre todo en las pequeñas y medianas, que constituyen la base del tejido industrial europeo.

Y la Comisión ilustra con cifras escalofriantes la merma de inversión sufrida por la industria europea. Bruselas calcula que entre 2009 y 2014 la Unión Europea ha acumulado una pérdida de inversión de 1,2 billones de euros en relación con la media global, a razón de entre 230.000 millones y 370.000 millones en cada uno de los ejercicios.

Para la CE, hay pocas dudas de que “después de la crisis, la mayor parte de la caída del producto interior bruto sufrida por Europa se debe a esa falta de inversión”. Para Draghi, el peligro es que el descenso de inversión y productividad erosionen de manera permanente el potencial de crecimiento, en detrimento de las empresas más innovadoras y con potencial de expansión. Y los síntomas denunciados por Draghi ya son evidentes.

La caída de la inversión en Europa no se debe a la falta de liquidez, sino a la desconfianza de ahorradores e inversores y a la reticencia de las empresas a crecer en un clima incierto.

El dato

La UE acumula una caída de inversión de 1,2 billones de euros que la Comisión Europea pretende paliar en parte con el llamado plan Juncker, que aspira amovilizar 315.000 millones de euros en inversión pública y privada entre 2015 y 2017.

El ahorro se acumula en cuentas con tipos de interés irrisorios o incluso negativos y la inversión directa de las familias europeas ha caído a mínimos históricos. El porcentaje de inversores minoristas entre los accionistas es menos de la mitad que en los años setenta y la participación directa de los hogares en el accionariado de las empresas ha pasado del 28% en 1975 al 10% a partir de 2007.

Los canales profesionales han absorbido parte de esa inversión particular. Pero incluso entre esos grandes inversores se percibe la resistencia a exponerse a la financiación de las empresas. Hace 25 años, las aseguradoras y los fondos de pensiones controlaban la cuarta parte del mercado bursátil europeo; en 2012, apenas el 8%, según datos del Observatorio Europeo del Ahorro.

Los fondos de inversión sí que han aumentado su participación en las Bolsas europeas, que se ha doblado en las últimas dos décadas. Pero el potencia de ese canal, que maneja activos por valor de ocho billones de euros, también parece infrautilizado y castigado por una excesiva fragmentación. En la UE se comercializan 30.000 fondos (UCITS, en terminología del sector) frente a los 7.000 de EE UU. Y mientras los estadounidenses gestionan de media unos 1.400 millones de euros, los europeos apenas alcanzan los 200 millones.

El comisario europeo de Mercados Financieros, Jonathan Hill, ha puesto en marcha un plan que pretende acabar con esa fragmentación y aumentar las vías de financiación de las empresas.

Draghi apoya esas medidas. Pero cree que, “tal vez, el mejor modo de impulsar hoy la producción sea despejar las incertidumbres” institucionales que rodean todavía a la zona euro y que tienen poco que ver o nada con los días de indemnización por despido.

”Aumentar la productividad”, señaló el italiano en el mismo discurso en Bruselas, “requiere reformas profundas que a menudo encuentran gran resistencia entre los intereses creados. Por eso, durante la crisis muchos países han encontrado más fácil hacer reformas en el mercado laboral que en otras áreas”. Una vía de escape para justificarse ante Bruselas y Berlín que no ha sacado a la zona euro de su marasmo.

El lastre de una pesada regulación

La CE no es muy dada a entonar el mea culpa. Pero desde que Jean-Claude Juncker llegó a la presidencia admite que el organismo comunitario tal vez ha pecado de un exceso regulatorio de dudoso valor añadido para la economía del continente.

En un reciente informe, la CE incluso ha recogido el impacto en varios sectores de un fenómeno que describe como “la desproporcionada carga regulatoria”. En refino, por ejemplo, el 25% de la caída del margen de la industria se debe a 10 normas europeas en varios sectores.

En metales, la normativa supone el 8% de los costes de producción. La OCDE también ha advertido de que la eficiencia regulatoria de la UE está por debajo de la media mundial.

Atentos a...

La Unión de Mercados de Capital, uno de los proyectos estrella de la Comisión Europea, pretende multiplicar las posibilidades de inversión y las vías de financiación de las empresas.

Más información

Archivado En

_
_